Pasado el tsunami electoral, comenzó ayer la XVII legislatura de la República Italiana. Dos integrantes de la coalición de centroizquierda, la ex portavoz del Alto Comisariado de Naciones Unidas para los refugiados en Italia, Laura Boldrini, y el ex fiscal antimafia Piero Grasso fueron elegidos presidente de la Cámara de Diputados y del Senado italianos, […]
Pasado el tsunami electoral, comenzó ayer la XVII legislatura de la República Italiana. Dos integrantes de la coalición de centroizquierda, la ex portavoz del Alto Comisariado de Naciones Unidas para los refugiados en Italia, Laura Boldrini, y el ex fiscal antimafia Piero Grasso fueron elegidos presidente de la Cámara de Diputados y del Senado italianos, respectivamente. Muchos interpretan el resultado como un éxito del centroizquierda, tal vez porque nadie esperaba una victoria del centroizquierda en el Senado, donde senadores del Movimiento Cinco Estrellas, en lugar de seguir la línea del Movimiento de no apoyar a ninguna coalición absteniéndose del voto, optaron por apoyar al candidato del centroizquierda, un fiscal antimafia, para evitar que ganara Renato Schifani, candidato del partido de Berlusconi, indagado dos veces por mafia.
El tsunami ha llegado, pues, al Parlamento, y ha dado todo un revolcón a todos los partidos. Tiene razón Grillo cuando dice que el verdadero resultado de ayer fue que la coalición de centroizquierda tuvo que cambiar sus candidatos. La nueva presidenta de la Cámara será Laura Boldrini, que se presentó a las elecciones en la lista del partido Izquierda, Ecología y Libertad (SEL, en sus siglas en italiano). «Una comunista», para Berlusconi. La exportavoz de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) consiguió 327 votos, mientras que el candidato del Movimiento 5 Estrellas, Roberto Fico, obtuvo 108, y el resto de los diputados votaron nulo o en blanco. Es la tercera mujer en la historia de Italia que es elegida presidenta de la Cámara de los Diputados, después de Irene Pivetti y Nilde Iotti. Su discurso de investidura reflejaba el aire fresco que ha entrado en el ambiente cerrado de un Parlamento cuya función política había ido disminuyendo decreto ley a decreto ley con Berlusconi y luego con el «técnico» Monti. Habló a los jóvenes que habían entrado en el Parlamento. Un discurso republicanamente correcto, con menciones a los empresarios, a Aldo Moro, a la Constitución más bonita del mundo, al antifascismo, a la antimafia; en suma: a la buena política. Pero Boldrini recordó también a los últimos: a los pobres, a las mujeres maltratadas, a los precarios, a los parados, a los que no encuentran trabajo o a los que se les termina el ERE, a los presos, a los jubilados que no llegan a fin de mes, a los jóvenes que se ven forzados a emigrar, a los inmigrantes, a los muertos en el Mediterráneo. El Parlamento sonó real, cosa impensable.
En el Senado ocurrió algo muy significativo. Una contraola del tsunami le llegó al propio Grillo. Varios senadores del Movimiento Cinco Estrellas votaron al centroizquierda. Grillo publicó entonces la siguiente nota en su blog:
«En la votación de hoy para la presidencia del Senado ha faltado transparencia. El voto secreto no tiene sentido: el elegido debe responder de sus acciones a los ciudadanos con un voto claro. Si esto es cierto en general, para el Movimiento 5 Estrellas, que hace de la transparencia uno de sus puntos cardinales, lo es más si cabe. Por ello, quisiera que los senadores del M5E declararan su voto. En el Código de comportamiento de los elegidos del M5E, firmado libremente por todos los candidatos, en el punto «Transparencia» se dice: Votaciones en el aula decididas por mayoría de los parlamentarios del M5E. Quien haya incumplido esta obligación, ha mentido a los electores y espero que saque las debidas conclusiones».
Grillo pretende así reforzar sus líneas, y evitar que, cuando lleguen las negociaciones para formar gobierno, candidatos del M5E puedan volver a respaldar al centroizquierda. El tsunami del M5E ha producido al chocar con la realidad de la política esa contraola que hace peligrar la cohesión y la unanimidad en el movimiento. Una parte de la base, satisfecha de la renovación del Parlamento, está a favor de la Realpolitik de los nuevos candidatos; la otra es fiel a la estrategia preelectoral de Grillo, partidario de dejar que aumente la potencia del tsunami no dando apoyo a nadie, para que se vayan todos (y se quede él).
El gran perdedor de la jornada del tsunami parlamentario es Berlusconi: no consiguió ningún acuerdo institucional en el Senado, lo que hace pensar que hará de todo para que haya elecciones anticipadas. El Cavaliere intentará evitar que el tiempo lo siga desgastando.
Esta semana comienzan las consultas del Presidente de la República con los partidos políticos para formar Gobierno. Luego, para el 15 de abril, llegará la elección del nuevo Presidente de la República. A todas partes llegará este tsunami, cuyo final aún no se ve.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.