La región independiente de Ucrania es clave para asegurar el control de Crimea y la hegemonía sobre el mar Negro. El gas ruso que llega a Europa pasa por Ucrania entrando por el este; y el que va hacia Rostov del Don atraviesa Lugansk. Ucrania es, por tanto, decisiva para la economía energética de exportación […]
La región independiente de Ucrania es clave para asegurar el control de Crimea y la hegemonía sobre el mar Negro. El gas ruso que llega a Europa pasa por Ucrania entrando por el este; y el que va hacia Rostov del Don atraviesa Lugansk. Ucrania es, por tanto, decisiva para la economía energética de exportación de Rusia. Esto, en tanto no se concrete el gasoducto South Stream que atravesará el Mar Negro y entrará en Europa.
Actualmente, este gasoducto se encuentra en construcción a cargo de la empresa rusa Gazprom pero son cada vez mayores las presiones de EEUU a los países de Europa, implicados en los acuerdos con Rusia, para impedir la continuidad de las obras.
«Pivotes y jugadores estratégicos»
En el siglo pasado, el consuetudinario asesor sionista de la política estratégica de las élites del poder mundial y de la seguridad nacional norteamericana, Zbigniew Brzezinski, sostenía que Ucrania era un «pivote» geopolítico.
Para evitar el fortalecimiento de Rusia, EEUU debía asegurar su presencia en ese país a toda costa y «costo». Antes del «golpe» contra Yanukovich, EEUU había invertido más de cinco mil millones de dólares preparando la subversión y comprando ONGs que hoy sirven a las ambiciones imperialistas y a las del propio Poroshenko.
Sin Ucrania, escribía Brzezinski en su libro El gran tablero mundial de 1997, Rusia no podría llegar a ser un «jugador estratégico» y aspirar a dominar Eurasia. Un «jugador estratégico», sostiene el mentor más importante de la «Trilateral» para el dominio del mundo, es el que tiene capacidad de ejercer influencia más allá de sus fronteras. En este sentido, su idea es clara: dominar Ucrania para evitar el acceso de Rusia al Mar Negro y evitar su conexión comercial e influencia directa con Europa.
Brzezinski deja claro que un objetivo principal de EEUU es evitar que Rusia controle el área, mediante una red de oleoductos y gasoductos que le permitan transportar petróleo y gas hacia los Estados «aliados» del sionismo anglo-norteamericano-israelí.
Esto explica por qué EEUU requiere de una Europa unida que le sirva de puente para consolidar su influencia sobre Eurasia y extenderla hacia el Asia. La incorporación de Ucrania a la eurozona y en la OTAN, responde a este presupuesto.
Brzezinski puntualiza igualmente que EEUU debe evitar que Irán contamine a los países árabes que comparten el Islam con la nación persa.
Por eso, cambiar el mapa de Oriente Medio (empezando por Irak y Siria) para asegurar el mercado de petróleo y gas no es suficiente sino a condición de cercar a Rusia y acabar con el suministro de gas ruso a Europa.
Implica, además, neutralizar cuando no acabar, con otros «pivotes geopolíticos» cuya importancia estratégica deriva, no de si son o no musulmanes (árabes o persas), sino de su ubicación geográfica para asegurar el control marítimo y el acceso a regiones importantes desde el punto de vista energético y nuclear: Pakistán, Turquía, Irán. Estos deben sumarse a los «pivotes» ya controlados por EEUU: Azerbaiyán, Corea del Sur, Filipinas.
El Ártico: Prioridad rusa
Putin lo sabe muy bien, de allí la importancia que cobra el Ártico en la política estratégica de la Rusia de hoy. El 22% de las reservas comprobadas de hidrocarburos a nivel mundial se encuentran bajo sus aguas. El gas natural es el 78% de esas reservas. La plataforma continental rusa contiene el 20% de los recursos mundiales no descubiertos de crudo y gas natural. Estas son cifras de los propios organismos especializados de los EEUU como la administración de Información de Energía (EIA) y su Servicio Geológico.
La ONU se ha apurado en pretender declarar la parte rusa del Ártico bajo control internacional. Rusia ha rechazado esta nueva demostración de servilismo con que esa organización mercenaria protege los intereses sionistas imperiales. Y ha reiterado que defenderá su derecho sobre esa zona que, además de guardar las reservas más importantes de hidrocarburos y otros recursos, es la ruta más corta desde oriente hacia el Pacífico.
Así las cosas, la nueva área de los conflictos hegemónicos futuros empieza a trasladarse hacia el Ártico. Rusia lo supo siempre y se preparó para enfrentarlos una vez producidos los deshielos que ha traído consigo el cambio climático. Pero, aun cuando posee la flota rompehielos más poderosa, el Pentágono ya movilizó armamento y tropas al área.
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