Pocas veces en la historia de la República se ha visto un presidente tan débil como el actual. Tanto que a veces nos preguntamos porque mejor no gano Keiko si es ella en la actualidad la que parece estar dirigiendo la vida de la Nación nombrando funcionarios claves en la SUNAT, BCR, etc. Y poniendo […]
Pocas veces en la historia de la República se ha visto un presidente tan débil como el actual. Tanto que a veces nos preguntamos porque mejor no gano Keiko si es ella en la actualidad la que parece estar dirigiendo la vida de la Nación nombrando funcionarios claves en la SUNAT, BCR, etc. Y poniendo la agenda nacional. Es verdad que PPK ganó a las justas por aproximadamente 42 mil votos a la fujimorista, pero su performance como presidente en estos casi ocho meses es en verdad patético.
Y en efecto, no conocemos un líder más mediocre después de Toledo y Ollanta (aun cuando los mass media lo recibieron con bombos y platillos por ser un mandatario «tecnócrata de lujo» con conexiones políticas a nivel mundial), que en tan poco tiempo haya perdido tanto capital político por sus indecisiones o estrategia de concertación política (vía Acuerdo Nacional), con un partido con serios vínculos con el narcotráfico como el fujimorismo (razón fundamental por la que perdió Keiko).
De acuerdo a la encuestadora GFK, PPK termina enero con 35% de aprobación mientras que el 52% lo desaprueba. La misma encuestadora señala que solo un 19% cree que PPK está haciendo una buena gestión mientras que la mayoría popular ya no tiene expectativa.
Indudablemente que la falta de don de mando para enfrentar la corrupción y poner orden en su bancada congresal (tercera bancada con un expulsado y otro que acaba de plantear la vacancia del propio PPK), un gabinete que en su mayoría se maneja sin hoja de ruta (o que prioriza los lobbies personales a los intereses del país), el caso Odebrecht, la protesta contra el peaje en Puente Piedra, los zig zags sobre proyectos claves como Chincheros, Gasoducto del Sur y Petroquímica, el agua (uno de sus ejes de campaña), y su liderazgo para enfrentar la delincuencia y ahora la emergencia de los huaycos (que sucede después de la encuesta), le están pasando factura.
Pero nos engañaríamos si creyéramos que la crisis por la que atraviesa la administración PPK es solo por falta de liderazgo o por cuestiones del fatídico destino que a veces nos acompaña. No! En el caso de PPK es la decisión que su Estado Mayor político (Zavala a la cabeza), tomo meses atrás cuando tuvo que decidir entre la confrontación contra el fujimorismo (defendiendo el mandato de sus votantes) y la conciliación.
Al final, PPK y la facción Zavala optaron por la conciliación (tal vez por temor al caso Odebrecht), por agacharse y entregar todo sin siquiera atreverse a luchar por los principios democráticos liberales. Esto lo vimos cuando PPK retrocedió en el tema de La Oroya para movilizar a los trabajadores hacia el Congreso contra el fujimorismo. Allí comenzó la capitulación de PPK.
Uno cosecha lo que siembra dice un viejo refrán popular. PPK sembró debilidad y conciliación con la corrupción (nunca volvió a llamar al abogado Avelino Guillen después que lo utilizo como figura anticorrupción), y ahora está cosechando protestas e impopularidad. En verdad, PPK es la otra cara (moderada) del fujimorismo. PPK siempre tuvo corazón fujimorista porque se benefició de las políticas neoliberales del dictador preso. Y por eso PPK apoyó públicamente la campaña del fujimorismo en el 2011 contra Ollanta.
Finalmente, Keiko ganó. Este es un gobierno secuestrado.
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