Con una cuidada puesta en escena del anuncio y las reacciones que sugiere la existencia de algún tipo de acuerdo previo entre el movimiento republicano, Londres y Dublín la dirección del Ejército Republicano Irlandés (IRA) ordenó a sus unidades y voluntarios «el fin de la campaña armada» a partir de las 16.00 horas de ayer […]
Con una cuidada puesta en escena del anuncio y las reacciones que sugiere la existencia de algún tipo de acuerdo previo entre el movimiento republicano, Londres y Dublín la dirección del Ejército Republicano Irlandés (IRA) ordenó a sus unidades y voluntarios «el fin de la campaña armada» a partir de las 16.00 horas de ayer y su incorporación «al desarrollo de programas puramente políticos y democráticos a través de medios exclusivamente pacíficos». El IRA ponía de esta forma fin a décadas de lucha armada reiterando que consideran que ésta era «totalmente legítima». La decisión fue adoptada después de un debate interno y desde la consideración de que en la actualidad existe la posibilidad de avanzar por senderos pacíficos «hacia los objetivos republicanos, incluido el de una Irlanda unificada». La decisión comunicada ayer por el IRA constituye un hito en la historia de Irlanda, aunque no pone fin por completo a la violencia puesto que todavía quedan en activo grupos paramilitares unionistas. Un paso de estas características constituye una muestra determinante del compromiso del movimiento republicano con el proceso de paz, así como de su confianza en la sociedad norirlandesa y de su generosidad bien podía haber puesto numerosas condiciones y exigido no pocas contrapartidas a la vista de que hay otros grupos que no se desarman y de la actitud cicatera que ha mantenido Londres. Ahora le corresponde al Gobierno británico dar una respuesta práctica a la determinación republicana, que vaya más allá de las declaraciones de bienvenida que realizó Tony Blair, y desarrolle aspectos clave del Acuerdo de Viernes Santo (1998) como los relativos a la desmilitarización, la restauración de la Asamblea, la promoción de programas de igualdad y derechos humanos y la transferencia de competencias policiales y judiciales. Además, los ejecutivos de Londres y Dublín deberán asegurar que no permitirán que el unionismo al que el movimiento del IRA ha pillado con el paso cambiado siga paralizando el cambio. En sus manos está hacer avanzar el proceso. reflejo en euskal herria La decisión histórica del IRA, adoptada además después de varios años de tregua, no se puede entender sin la Declaración de Downing Street y el Acuerdo de Viernes Santo, en los que se reconoce el derecho de la ciudadanía irlandesa a decidir su futuro y «la legitimidad de cualquier elección que haga la mayoría del pueblo de Irlanda del Norte en relación con su status», lo que obliga a la introducción de reformas constitucionales y legislativas tanto en Gran Bretaña como en Irlanda. Ese reconocimiento de la capacidad de decidir de la ciudadanía irlandesa, incluso a la posibilidad de constituir un estado unificado junto a la actual república deIrlanda, es el elemento clave de este proceso, y su traducción a la situación de Euskal Herria tendría, no cabe duda de ello, una respuesta similar por parte de ETA a la que dio en su día dio el IRA al Gobierno británico. –