Los Verdes gobernarán por primera vez un estado federal alemán. Y lo harán además en Baden-Württemberg, el land que el formación democristiana de la CDU ha gobernado desde hace 58 años. Las elecciones han supuesto una debacle para el partido de la canciller Angela Merkel, que no ha convencido a sus seguidores del cambio en la política exterior o sobre la energía nuclear, ni a los contrarios a este energía sobre su credibilidad a este respecto.
«Hemos conseguido una histórica victoria electoral» exclamó el candidato principal de los Verdes, Winfried Kretschmann, cuando pasadas las 18.00 las principales cadenas de TV alemanas dieron los primeros pronósticos sobre el resultado de las elecciones regionales de Baden-Württemberg.
Pero hubo que esperar otras tres horas y media más hasta que el resultado final confirmase que los Verdes y el Partido Socialdemócrata (SPD) obtendrían 71 escaños frente a los 67 de la actual coalición formada por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller alemana, Angela Merkel, y el Partido Liberal (FDP) de su vicecanciller y ministro de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle. Aunque la CDU sigue siendo la fuerza más votada, con el 39%, los Verdes se han colocado con el 24%, duplicando su número de votos, como segunda fuerza por delante del SPD que cayó un punto, quedándose en el 23%.
Este éxito de los Verdes de Stuttgart se convierte en un triple triunfo: han superado primero a la CDU en muchos municipios de un land que es uno de los más ricos y conservadores de Alemania; han ganado al SPD, que por primera vez ha de ser socio minoritario en bipartito que será dirigido por primera vez por un político verde.
Los Verdes ya no tienen que disputarse con el FDP y el partido socialista Die Linke el liderazgo entre las fuerzas minoritarias. Baden-Württemberg supone un terremoto político para Alemania cuyas consecuencias se verán en los próximos días.
«Comicios de destino»
Nadie excepto Merkel había declarado estas elecciones como unos «comicios de destino» porque su CDU gobierna este land, desde hace 58 años. Ahora el estado de Mercedes y Porsche y con dos centrales nucleares será gobernado por el verde Kretschmann como el primer ministro presidente verde en la historia de Alemania.
Hasta las 21.00 su victoria pendió de un hilo debido a que la ley electoral favorece a la fuerza mayoritaria. Dada la posibilidad que la CDU podría beneficiarse de algunos escaños adicionalesla co presidente de los Verdes, Claudia Roth, exclamó: «Entonces vamos a tener una rebelión popular». De ahí que el ministro presidente en funciones, el cristianodemócrata Stefan Mappus, haya aplazado cualquier decisión sobre su futuro político hasta esta tarde.
El SPD ha aprovechado la ocasión para subirse al carro de los Verdes, decretando «el final negriamarrillo» en Berlín, tal y como lo hizo su secretaria general Andrea Nahles.
Con ello ha querido desviar la atención del hecho de que su formación perdiese unos 10 puntos en los comicios de Renania-Palatinado, donde se quedó en el 36%, sólo uno por delante de la CDU. Al ministro presidente Kurt Beck, quien se ha quedado sin mayoría absoluta, le mantendrá en el poder una coalición con los verdes que triplicaron sus votos quedándose en el 15%. Dado que el FDP se quedó fuera del hemiciclo de Maguncia, al caer del 8% al 4%, la cristianodemócrata Julia Klöckner se queda única fuerza de la oposición.
Estos dos comicios suponen también un fuerte revés para el partido socialista Die Linke, que se situó cerca del 3% en ambos estados federales. Su co presidente Klaus Ernst dijo: «No lo valoramos como una catástrofe, lo valoramos como un `seguir haciéndolo'».
El SPD ha celebrado la debacle de su escisión, pero se trata de una cortina de humo porque el riesgo real para la socialdemocracia son ahora los Verdes: Los ecologistas han crecido tanto que ya no tienen que disputar con el FDP o el Linke el puesto del socio minoritario de una coalición con el SPD o la CDU, sino que están empezando competir en la primera liga. A ello se añade el hecho de que los Verdes marquen actualmente los contenidos políticos, como el no a la energía nuclear. Dado que llevan 30 años siendo fieles por lo menos a este tema, su credibilidad es mucho mayor que la del SPD, FDP y de la CDU.
El partido de Merkel se halla atrapado en una doble crisis de fiabilidad: Por un lado su giro de 180 grados en la política nuclear ha restado credibilidad entre sus votantes que siempre han abogado por esta fuente de energía. Por otro lado no ha conseguido convencer a los críticos antinucleares. A ello hay que añadir su política exterior, que actualmente va en contra de todos los valores tradicionales de la CDU. El mismo problema lo tiene también su vicecanciller, el ministro de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle.
En estos días se va a decidir por lo menos el futuro del presidente del FDP aunque ya dijo antes del cierre de los colegios electorales: «No dimitiré». Como consecuencia del doble desastre ha prometido que revisará la postura de su partido ante la energía nuclear.