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Costa Rica

Una manifestación monumental contra el gobierno empresarial

Fuentes: Rebelión

Este miércoles 12 de septiembre de 2018 es una de esas fechas que quedarán en la memoria de la clase trabajadora costarricense por cuanto recuerda las grandes luchas contra el Combo del ICE del año 2000 (proyectos de ley que pretendían la privatización de la electricidad y las telecomunicaciones), la lucha contra el Tratado de […]

Este miércoles 12 de septiembre de 2018 es una de esas fechas que quedarán en la memoria de la clase trabajadora costarricense por cuanto recuerda las grandes luchas contra el Combo del ICE del año 2000 (proyectos de ley que pretendían la privatización de la electricidad y las telecomunicaciones), la lucha contra el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos entre 2003 y 2007 (CAFTA) que culminó con un fraude electoral en un referéndum y, más atrás en el tiempo, contra la transnacional ALCOA en la década de 1970. Y se recordará por la multitudinaria participación que engrosó las calles de la ciudad capital: San José.

Lo que se vio fue un músculo impresionante que paralizó todo el centro del país, sumado a movimientos de marcha lenta en las vías neurálgicas que comunican la periferia de la capital y que son fundamentales para el transporte de las grandes compañías industriales y comerciales. Si con este pulso que, en definitiva, fue ganado por el sector trabajador este miércoles el gobierno de Rodolfo Piza y Carlos Alvarado, así como las fracciones legislativas, no reaccionan, se estaría ante las puertas de una confrontación social que traería una crisis adicional a la económica y esta sería una de corte político-social pocas veces vistas en Costa Rica.

Por más que el gobierno ha movido esfuerzos por tratar de amedrentar al sector trabajador, este ha salido más fortalecido. Lo que se pide es simple: desconvocatoria del paquete fiscal que está en corriente legislativa en estos momentos y que se abra una mesa integral de discusión donde se incluya a los grandes evasores fiscales que al día de hoy son los causantes de la crisis económica que vive el país. En número gruesos, la evasión y elusión supera el 6% del PIB y en esta olla entran las grandes empresas nacionales y transnacionales representadas por la UCCAEP (cámara empresarial) que cuentan con exoneraciones fiscales escandalosas o las grandes cooperativas como la empresa Dos Pinos que concentra el monopolio de la producción láctea y que produce el 2% del PIB en el país. Aquí también se encuentran los grandes medios de comunicación representados por el Grupo Nación (La Nación) y las corporaciones televisivas de Teletica y Repretel.

A pesar de todo esto, la ministra de hacienda Edna Camacho (quien representa a un sector acaudalado de la sociedad, principalmente a su esposo quien es directivo de la única bolsa de valores en Costa Rica, ALDESA), espera que con el paquete fiscal tan solo se recaude aproximadamente un 1,4% de la deuda fiscal total que apenas supera el porcentaje de evasión y elusión. Sin embargo, ella sigue dando concesiones fiscales a las cámaras empresariales y buscando recargar la crisis sobre los bolsillos de quienes trabajan por medio de más impuestos indirectos (IVA).

Parece ser que lo que está detrás de todo esto es el endeudamiento externo. Costa Rica necesita una imagen fresca a nivel internacional de cara a los grandes organismos financieros internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y, de un tiempo atrás a la fecha, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Puesto que la crisis fiscal de los ricos es escandalosa, estos organismos están condicionando los préstamos a una reforma impositiva, por eso al gobierno le urge el actual proyecto, pero pretenden hacerlo recargando la responsabilidad sobre quienes trabajan. Con esto, y a pesar de que la recaudación está por debajo del déficit, se da una señal positiva para que los organismos sigan otorgando más y más préstamos, lo cual irá provocando más y más deuda externa.

Lo que este miércoles se presenció fue un signo de fuerza en un movimiento social que se creía en decadencia. Parece ser que de pronto resucitó entre las cenizas del supuesto progresismo oficialista y abrió los ojos de zarpazo frente a la realidad del gobierno elegido hace apenas cuatro meses. El gobierno de Rodolfo Piza y Carlos Alvarado, quienes se han abrazado a las políticas liberales y de los organismos financieros internacionales, empiezan a entrar en una encrucijada: o ceden a las presiones populares o se aferran a los grupos de poder político y económico. El escenario no es halagüeño para el gobierno ni para el empresariado, el devenir de los días será el que defina hacia donde se inclina la balanza.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.