Con una mezcla de estupefacción y horror vimos las imágenes mostrando los guardacostas griegos rozando a alta velocidad las balsas de goma -con el evidente propósito de volcarlas y hacerlas zozobrar- ocupadas por hombres, mujeres y niños y otras imágenes donde se ve a tripulantes de los guardacostas disparando con balas reales que impactaban muy cerca de esas mismas balsas.
También los medios han mostrado a las fuerzas griegas disparando gases lacrimógenos contra las personas agolpadas en la frontera greco-turca, sin tener en cuenta los efectos letales que esos gases tienen sobre los niños de corta edad.
¿Cuál fue la reacción de la Unión Europea antes estos hechos criminales?
“La Unión Europea agradece a Grecia que actúe como «escudo europeo» frente a los refugiados. Con el recuerdo todavía fresco de la última crisis migratoria de 2015, la prioridad absoluta de la Unión Europea (UE) es cerrar sus fronteras exteriores, hasta el punto de que los líderes europeos agradecieron este martes a Grecia que actuase como «escudo europeo» contra el flujo de refugiados. Los líderes de las instituciones europeas mostraron su total solidaridad y apoyo a Grecia desde el paso fronterizo de Kastaniés, a pocos metros de donde miles de refugiados sirios, empujados hasta allí por Turquía, han acudido para tratar de cruzar a territorio europeo. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el del Consejo Europeo, Charles Michel, y el del Parlamento Europeo, David Sassoli se reunieron con el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, y sobrevolaron con helicóptero la frontera para tener una idea clara de la situación”. (Agencia EFE-03.03.2020 – 18:42H).
El precedente inmediato es el tratamiento bestial infligido por las potencias occidentales a los pueblos víctimas de los conflictos armados: más de diez mil ahogados, hombres, mujeres y niños, en el Mediterráneo ante la casi total indiferencia de los líderes europeos y de buena parte de sus pueblos, que también tienen reacciones hostiles a la recepción de los refugiados.
Los Estados europeos –salvo excepciones- ni siquiera cumplieron con la obligación legal de socorrer a los náufragos. De ello se ocuparon ONGs que fueron –y son- hostigadas y aun sancionadas por algunos Estados ribereños del Mediterráneo.
La Unión Europea pactó con Erdogan que – a cambio de varios miles de millones de euros- recibiera en Turquía a los desplazados que intentan llegar a Europa. Así es como quedaron estacionados en Turquía unos tres millones de refugiados.
La Turquía de Erdogan, además de reprimir brutalmente a la oposición en su propio país, interviene abiertamente en Siria a favor de los grupos terroristas: los provee de armas y de apoyo logístico en general. Lo mismo que Arabia Saudita, primer importador de armas del mundo, siendo Estados Unidos su principal proveedor. (Véase al final de esta nota PARTE DEL CONTEXTO).
Turquía comenzó por bombardear con sus aviones las posiciones de los kurdos en Siria cuando éstos demostraron ser los combatientes más eficaces contra DAESH y cuando los kurdos recuperaron territorios ocupados por los terroristas cerca de la frontera turca, Erdogan contraatacó con el Ejército y la aviación turca obligando a replegarse a los combatientes kurdos.
Pese a ello, con la intervención del Ejército sirio de Bachar el Assad y el apoyo de la aviación rusa los grupos terroristas de la rama siria de Al Quaida ahora han quedado reducidos a un último bastión en en Idlib. El costo humanitario de estas operaciones, en materia de civiles muertos y desplazados es incalculable.
Erdogan decidió entonces intervenir directamente para socorrer a los terroristas pero no tardó en realizar que saldría perdedor en el enfrentamiento. Como Turquía es miembro de la OTAN, Erdogan pidió la intervención militar de ésta en su apoyo, que le fue negado.
Entonces comenzó el chantaje de Erdogan a la Unión Europea, utilizando para ello a los millones de refugiados en Turquía. Como los europeos no lo ayudan militarmente en Siria, decidió abrir las puertas de Turquía a los refugiados para que traten de entrar en Europa. Así se llegó a la situación actual: Erdogan chantajeando a los europeos por un lado y éstos últimos resistiendo la “invasión” de los refugiados con los medios más abominables.
Estos hechos, que no vacilamos en calificar de retorno a la barbarie absoluta, son la culminación de una historia plurisecular.
Hace siglos que los pueblos africanos son víctimas de la codicia y el salvajismo de varios Estados europeos. Comenzaron cazándolos como animales para enviarlos como esclavos a América y a Europa. En el siglo 19 y principios del 20 esos mismos Estados ocuparon la mayor parte del territorio africano y se lo repartieron y se lo volvieron a repartir en diversas oportunidades como si fuera una tierra de nadie, sin tener para nada en cuenta las fronteras étnicas y políticas de los Estados ancestrales ni sus respectivas culturas, lo que fue la semilla de conflictos interétnicos que duran hasta la actualidad, fomentados por las grandes potencias para seguir saqueando los recursos naturales del continente y por razones geopolíticas.
Cuando los pueblos africanos comenzaron a luchar por su liberación recrudecieron las masacres perpetradas por los europeos y, en la segunda mitad del siglo 20, cuando se cumplió el proceso de la descolonización política surgieron líderes como Patrice Lumumba, Kwame Nkrumah, Amílcar Cabral, Jomo Kenyatta y Thomas Sankara, que bregaron por una vía independiente y de progreso para sus pueblos, contraria a los intereses de las ex metrópolis y de sus grandes empresas. Todos ellos fueron derrocados o asesinados, con la intervención directa o indirecta de los servicios occidentales (CIA y otros), como ocurrió con Lumumba, Cabral y Sankara, y reemplazados por dirigentes dictatoriales, corruptos y serviles de las grandes potencias neocoloniales.
Pero la brutalidad y crueldad de las intervenciones, de las guerras de agresión y crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por las grandes potencias – Estados Unidos y Francia en particular- creció en forma exponencial en África y en Cercano Oriente en los últimos tiempos, lo que llevó a la dislocación de Estados como Afganistán, Irak y Libia y a una interminable guerra en Siria. La razón invocada fue la neutralización de “Estados terroristas” en los que, además, había que restablecer la democracia y los derechos humanos. Y, de paso, apoderarse de sus recursos naturales, entre ellos el petróleo y minerales estratégicos.
El resultado es que ahora reina el caos en toda la región, donde controlan grandes extensiones territoriales grupos poderosamente equipados con el armamento que han “regado” en la zona las grandes potencias durante años de conflictos. O proveídos por países amigos de Occidente como Turquía y Arabia Saudita.
Así es como cientos de miles de personas, hombres, mujeres y niños buscan el camino más corto para entrar en Europa atravesando el Mediterráneo tratando de huir de una región donde los muertos por la guerra, el hambre y las enfermedades y los desplazados se cuentan por millones.
Y los países de la Unión Europea, en lugar de asumir sus responsabilidades y tratar de pagar de una manera u otra la enorme deuda contraída con sus exacciones desde hace siglos con los pueblos africanos y de Oriente próximo, negocian como mafiosos con Erdogan. Y la moneda de cambio son millones de seres humanos, hombres, mujeres y niños en situación desesperada.
PARTE DEL CONTEXTO
Según el Informe anual, publicado el 9 de marzo de 2020, del Instituto Internacional de Investigaciones Sobre la Paz (SIPRI) con sede en Estocolmo, las exportaciones mundiales de armas han aumentado considerablemente en el período 2015-2019 con respecto al período 2010-2014. Particularmente las ventas de armas a Medio Oriente, que han progresado un 65%. Arabia Saudita ha pasado a ser el primer importador de armas del mundo con un aumento del 130%.
Estados Unidos, que ocupa de lejos el primer lugar entre los países exportadores de armas en el mundo, es también el primer proveedor de armas de Arabia Saudita (73%), que participa decisivamente en la guerra civil en Yemen, donde la población padece una de las mayores, sino la mayor, crisis humanitaria a escala planetaria.
Francia ocupa el tercer lugar entre los países exportadores, habiendo aumentado sus exportaciones en un 72% con respecto al período anterior. Sus principales clientes son, además de Arabia Saudita (las ventas de Francia a ese país aumentaron un 50% en 2018) Egipto, Quatar y la India.
Los seis primeros lugares entre los Estados exportadores de armas en el Mundo están ocupados por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania.
En el Informe del SIPRI se lee: Se calcula que el gasto militar mundial en 2018 fue de 1,822 billones de dólares, el 2,1% del PIB mundial o 239 dólares por persona.
[Informe del SIPRI en castellano: https://www.sipri.org/sites/default/files/2019-08/yb19_summary_es_0.pdf
Comunicado de prensa del SIPRI: https://www.sipri.org/sites/default/files/2019-03/sipri_at_press_release_esp.pdf
Amnistía Internacional: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2019/08/killer-facts-2019-the-scale-of-the-global-arms-trade/]