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Perú

Vertientes de izquierda y camino de unidad

Fuentes: Rebelión

Diversos acontecimientos han ocurrido en el país en las últimas semanas y han servido para despejar algunas incógnitas y crear otras; abrir ventanas y cerrar puertas; definir objetivos y levantar banderas; pero, sobre todo, perfilar corrientes que se dibujan en el escenario nacional y que abren para la izquierda peruana nuevos derroteros de unidad. Veamos […]

Diversos acontecimientos han ocurrido en el país en las últimas semanas y han servido para despejar algunas incógnitas y crear otras; abrir ventanas y cerrar puertas; definir objetivos y levantar banderas; pero, sobre todo, perfilar corrientes que se dibujan en el escenario nacional y que abren para la izquierda peruana nuevos derroteros de unidad. Veamos algunos.

En lo que bien podría llamarse el «escenario formal», es decir la relación entre partidos y fuerzas que gobiernan el país; hay que subrayar que la concesión de facultades legislativas aprobadas por el Congreso Nacional en beneficio del Ejecutivo, diseñan lo que podría denominarse una «convivencia» en ciernes. Es decir, una suerte de «acuerdo de gobernabilidad» trabajado en la sombra, y que alienta un entendimiento bajo cuerda entre el Ejecutivo y el Parlamento. Un pacto, que se trata de encubrir con «cortinas de humo».

El gobierno de PPK no saldrá bien parado del tema porque no tendrá como afrontar el descontento popular que irá creciendo paulatinamente ante la frustración ciudadana; en tanto que el fujimorismo podría capitalizar en su provecho, si es que sigue manejando con doble faz los resortes de Poder con los que cuenta, y tiende una mano y golpea con otra.

Objetivamente, la política de «concesiones», que promueve el Jefe de Estado, debilita una acción progresista y alimenta más bien a la Mafia que no cesa en sus propósitos. Lo acredita el hecho que busque «copar» las instituciones públicas, rechace la investigación por «lavado de activos» y persiga cambiar las normas electorales y eliminar la «segunda vuelta» en los comicios del 2021.

Desde el escenario del pueblo las cosas generan preocupación. Y es que mientras los retos planteados exigen una acción concertada y unitaria desde la base popular, las distintas vertientes de la Izquierda afrontan dificultades que le resulta muy complicado superar.

En verdad, asoman dos vertientes particularmente significativas en la Izquierda y otros núcleos que pueden o escindirla o aportar a su acción común. Veamos.

Recientemente tuvo lugar un evento que se ha dado en llamar el Congreso del Frente Amplio. Fue la convocatoria de los movimientos que, junto a «Tierra y Libertad» integran el colectivo que alcanzó el 18% de los votos en los comicios de abril, e hizo elegir a 20 parlamentarios, con los que registra la segunda bancada más numerosa del Legislativo.

Ausente de esa cita el núcleo dirigente de «Tierra y Libertad», bien puede decirse que ella fue un éxito para sus promotores. Los fortaleció en términos orgánicos, les señaló un derrotero de trabajo y les permitió «moverse» sin amagar la unidad del conjunto del movimiento. De ese modo, la quiebra de la bancada del FA -lo que más se temía- no se produjo, y antes bien el núcleo parlamentario consiguió conservar su cohesión admitiendo diferencias en su interior. Ahora, el Frente Amplio aspira a recabar firmas, e inscribirse en el registro de Partidos; optando por el único camino razonable que tenía al frente.

Y es que bien mirada la cosa, «Tierra y Libertad», y el resto de siglas que integran el FA, no tienen entre sí tanto diferencias como aspiraciones electorales. Si cada quien consigue «bailar con su pañuelo», nadie aspirará a encontrar un «vientre de alquilar» que lo cobije para los futuros comicios. Lo que debe hacer el FA, es concretar su inscripción, y luego sumar fuerzas ganando aliados, tanto para la tarea electoral cuanto para la política.

«Tierra y Libertad», por su parte, no ha perdido nada. Mantiene su representación, el manejo común de la bancada parlamentaria, y la posibilidad real de hacer alianza con otros para sumar fuerzas y abrir un nuevo contexto nacional.

La otra vertiente, es más compleja, pero al mismo tiempo la que posee mayor sustento, dado que agrupa a tres fuerzas con personería electoral: El Partido de Gregorio Santos, que salvó su inscripción; el movimiento de Vladimir Cerrón, que hizo lo propio al retirarse de los comicios de abril; y Democracia Directa, capitaneada por los «Fonavistas» y Andrés Alcántara. La formación de un ente definido -«Más Democracia Directa»– le otorga no sólo más representación y consistencia, sino también un símbolo propio: una democracia de nuevo tipo por la que hay que luchar. Siendo no sólo tres fuerzas sino además tres registros con vida propia; su posibilidad de atracción aumenta, sobre todo porque se coloca un poco más «a la izquierda» del FA, en una coyuntura en la que una polarización, bien podría serle favorable.

En su interior, hay sectores verdaderamente interesados en el cambio social, pero también grupos «radicales» que siempre buscan petardear cualquier esfuerzo unitario desde posiciones ultraizquierdistas y aventureras. De ambas, debe cuidarse. Y deslindar también con dos segmentos siempre al acecho: el senderismo y su expresión política -el «Movadef»- y el narcotráfico y la corrupción, que, para el caso, encarna el reo en cárcel, César Alvarez, por cuya libertad ha abogado erráticamente Gregorio Santos.

En otro carril, y sin llegar aún a configurar una tendencia, marchan los Partidos Comunistas, que este 7 de octubre buscan celebrar, de manera conjunta, los 88 años de la fundación del Partido de Mariátegui. Los dos perdieron, en su momento, el registro electoral y no han anunciado aún su voluntad de recuperarlo en trámite formal, es decir, juntando firmas que sustenten su inscripción Eso debilita su posibilidad de convertirse, por ahora, en «vertiente» real de la izquierda.

Han pasado más de 50 años desde que el Partido Comunista fue escindido por la acción de un grupo que, en su momento, se denominó «Maoista» y luego se fue depurando. Esa crisis, ocurrida en 1964, ya no existe. Los factores que la generaron, objetivamente han desaparecido, de modo que la reunificación de los comunistas no sólo es una posibilidad, sino también un reto a encarar, considerando sin embargo, que los comunistas peruanos no son sólo los militantes de uno y otro de los partidos existentes, sino muchos más. Y es que, con el tiempo y la crisis, han surgido respetables destacamentos comunistas fuera de los «partidos oficiales»; y existen, además, muchos otros comunistas singularmente «no partidarizados», que quedaron al margen por razones que, en su momento, se podrían deslindar. Un Partido Comunista Unificado tendría que comprender a todos, sin sectarismo estrecho, y sin mezquindad alguna.

Debe considerarse, sin embargo, que la tarea principal de los comunistas en la coyuntura actual no es orgánica. Es, esencialmente, política. Los comunistas están obligados a considerar que el Partido que se construya, debe ganar en todas las áreas, el papel de Vanguardia para beneficio del conjunto del movimiento popular. Es que si algo ha resaltado en la etapa que fenece, es precisamente la ausencia de una fuerza de vanguardia, capaz de unir al pueblo, organizarlo, elevar su conciencia de clase y promover y alentar sus luchas. Si ese fuera el propósito de la «reunificaciòn» que se augura, bienvenida ella. Y deplorable asomaría, si limitara su función a «colgarse» de otros para participar en procesos electorales, en provecho personal o partidista.

Entretanto, la reunificación de los comunistas tendría que ser un proceso, más que un acto. Debiera comenzar por la voluntad real de hacerlo, y no solo decirlo; aprobar un programa de unidad que sirva para el país sepa la razón verdadera de ese acuerdo y desplegar acciones comunes que vaya habituando a los interesados a una acción realmente concertada. En paralelo, tendría que aprobarse un nombre para la organización que se busca construir y un conjunto de pasos adelante. Si así se obra, habrá luz al final del túnel.

Los grandes retos que afronta hoy nuestro continente, nos exigen palabras mayores. Y la mayor de todas, es la de UNIDAD.

Gustavo Espinoza M. Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.