La oposición a la base norteamericana de Vicenza Dal Molin se conforma como uno de los movimientos sociales italianos con más fuerza.
La base de Dal Molin, proyectada para albergar a la 173° Brigada Aerotransportada, se transformará una vez concluida en la mayor unidad de combate norteamericana fuera de sus fronteras. Un acuerdo secreto entre los gobiernos italiano y estadounidense, firmado en 2004 autorizó la construcción de la base. Hasta 2006, los habitantes de Vicenza no tuvieron noticias del proyecto. En enero de 2007, surgió la primera estructura del movimiento No Dal Molin, que ha conseguido reunir a cientos de miles de personas en diversas manifestaciones. La última de ellas, el pasado 4 de julio, en una irónica conmemoración del ‘Día de la Independencia’. Desde el Presidio Permanente, un campamento en tierras compradas por la plataforma No Dal Molin, se encabeza la oposición al proyecto.
DIAGONAL: ¿Cuál ha sido el papel de la compra de tierra?
CINZIA BOTTEN: Con la compra de la tierra hemos impulsado las movilizaciones, pero también hemos creado un nuevo obstáculo al proyecto de EE UU. Ahí mismo, estaba prevista la realización de la entrada norte de la base militar. Nos gusta subrayar el carácter colectivo de esta iniciativa: ahora, los dueños de aquel pedazo de tierra somos casi 500 personas.
D.: Empezasteis a luchar con Prodi como primer ministro, ahora con Berlusconi ¿Se ha producido algún cambio de actitud?
C.B.: Creo que no. De hecho, fue el mismo gobierno de centroizquierda el que aprobó el proyecto. Una decisión equivocada que no tuvo en cuenta la voluntad de la ciudad y que demuestra la servidumbre de la política italiana con respecto a la estrategia militar estadounidense.
D.: Una delegación de No Dal Molin fue recibida recientemente por el Congreso de EE UU. ¿Con Obama se ha abierto un resquicio?
C.B.: Obama dijo cosas importantes, pero éstas no pueden quedarse sobre papel. Queremos que Obama sea coherente con sus declaraciones sobre Vicenza. En nuestra visita a Washington hemos encontrado más conciencia sobre los problemas ambientales del proyecto y sobre la falta de democracia que caracterizó el acuerdo.
D.: Una ciudad con una larga tradición católica, demócrata-cristiana y poco conflictiva como Vicenza, se ha rebelado contra una base militar. ¿Qué ha pasado?
C.B.: La nueva base militar es la clásica gota que colma el vaso. Actuaron dando muestra que consideran a los vicentinos como súbditos, pensando en imponer una estructura que cualquier ciudad rechazaría por sus consecuencias devastadoras. Pero se equivocaron, porque Vicenza no ha aceptado la enésima imposición.
D.: ¿Es difícil encontrar una mujer como portavoz de un movimiento de lucha, y más una mujer que no tiene detrás una larga historia política?
C.B.: Lo bueno de este movimiento es que incluye también a personas de distintas edades, historias, profesiones y culturas. Este acontecimiento nos hizo recuperar el sentido de comunidad. En nuestro campamento estamos todos comprometidos del mismo modo, todos somos importantes porque representamos muchas formas de ser.
D.: ¿Cómo encaran las próximas movilizaciones?
C.B.: Nos han impedido expresarnos; nos han impedido tener acceso a la información, rechazando la Estimación de Impacto Ambiental; nos han criminalizado y denunciado por nuestras protestas. En fin, nos han quitado nuestros derechos y nosotros queremos retomar nuestra tierra, queremos ser libres e independientes de verdad. Si usan la ilegalidad y la fuerza, nosotros actuaremos con determinación y participación, como siempre.
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