En su conjunto, la derecha obtuvo el 53 % de los votos el último domingo. La Alianza Democrática (AD), liderada por el PSD de Luís Montenegro (miembro del Partido Popular Europeo), sumó 29,5 %. Los ultraliberales de la Iniciativa Liberal (IL), miembro del ALDE, alcanzaron el 5 %, mientras que CHEGA, el partido de extrema-derecha fundado en 2014 y afiliado al ID – Partido Identidad y Democracia subió a un estruendoso 18%, garantizando 48 de los 230 asientos del parlamento portugués.
El Partido Socialista (PS), partido gobernante y titular de una mayoría parlamentaria absoluta, descendió del 41,6 % (2022) al 28,6 %. El desgaste acelerado de un gobierno envuelto en casos de sospecha de trato de favor e incapaz de responder a la crisis de la vivienda, a la erosión salarial fruto de la inflación y al debilitamiento de los servicios públicos dio lugar a la mayor victoria a la derecha de las últimas décadas. A su izquierda, el Partido Comunista Portugués perdió su último diputado en Alentejo y su segundo en Setúbal, bastiones del partido, reduciendo su representación al 3,3 %. El Bloco de Esquerda consiguió una ligera subida en sus votos, manteniendo un grupo parlamentario con 5 diputados (4,5 %). En el centroizquierda, el partido LIBRE (Verdes Europeos) subió de 1 a 4 electos (3,2 %), formando grupo parlamentario, mientras el partido animalista, el PAN, mantuvo su diputada.
Extrema-derecha: el peor del sistema rebasó el millón de votos
Desde la caída del gobierno de mayoría absoluta del Partido Socialista, anunciada a 7 de noviembre de 2023, la subida de la extrema-derecha era uno de las señales más fuertes de los sondeos. Hasta 2019, Portugal figuraba como una excepción en una Europa en que la extrema-derecha marcaba una creciente presencia en los parlamentos nacionales. Electo como diputado único en 2019, el ex-dirigente del PSD, André Ventura, importó el manual del trumpismo mundial para el contexto portugués. Anclado en una imagen de anticorrupción y dando impulso a una agenda punitivista, misógina, xenófoba y autoritaria, Ventura consiguió drenar la derecha tradicional, aliando temas hasta hoy escondidos, como la alabanza al pasado colonial, a una articulación política en sectores como las fuerzas policiales. Al crecer al 7 % en las elecciones de 2022, Chega laminó a los CDs-PP en el parlamento, partido democristiano que por décadas figuró como el ala más a la derecha del sistema.
Financiado por sectores rentistas de la burguesia y teniendo como cuadros elementos marginalizados de la derecha portuguesa, Chega se nutrió de un fuerte dispositivo de difusión de contenidos en las redes sociales, captando el voto de miles de abstencionistas y, más preocupante, de las y los electores más jóvenes. Al quedar en primer lugar en Algarve, una región que sufre la negligencia y abandono de los sucesivos gobiernos en cuestión de acceso a la vivienda y a los servicios públicos, Chega probó su eficacia en disputar el sentimiento de frustración y rencor de parte de la población. Disputa esa que se establece a partir de un discurso de odio que acusa a las y los inmigrantes del problema de la vivienda y de la falta de vacantes en los servicios públicos.
A lo largo de toda la campaña, André Ventura, que contó con el apoyo presencial de Santiago Abascal y con fervorosos elogios de Bolsonaro y Viktor Orbán, estableció una distinción entre las personas inmigrantes legales (provenientes de los ex-territorios colonizados por Portugal) y la creciente inmigración descontrolada, en sus propias palabras, oriunda del subcontinente hindú. Para llenar todos los requisitos de acólito trumpista, Ventura lanzó sospechas sobre la fiabilidad del proceso electoral. Ahora, con 48 diputados, Ventura exige un lugar al sol en la nueva configuración del parlamento y en la influencia que pueda tener sobre el gobierno.
Los últimos años Ventura intentó ganar las calles con manifestaciones con apenas éxito; ahora hará todo para que su fuerza electoral se traduzca en organización social bajo el paraguas de «combatir la corrupción» y de la agenda autoritaria. Lo que hasta ahora fue un fenómeno virtual y electoral, puede ganar contornos peligrosos de odio organizado en las calles.
Derecha vencedora en apuros
La Alianza Democrática (PSD+CDs) vence las elecciones obteniendo pocos más votos de los que había alcanzado en su derrota electoral de 2022, bajando incluso la votación en diversos distritos del país. Presionado a su derecha por el CHEGA, pero también por la Iniciativa Liberal, cuya agenda consiste en bajar impuestos, imponer privatizaciones y laminar las leyes laborales, la AD hizo una campaña desastrosa, con la aparición sucesiva de antiguos gobernantes del período de la troika y de la austeridad, revelando que el retroceso en el derecho al aborto, la negación de la crisis climática y el ataque a las personas inmigrantes figuran en el firmamento del deseo de muchos de sus dirigentes. Ya es de prever una reducción de impuestos para las empresas, el refuerzo de los sectores privados en la salud y el repliegue de la protección a los propietarios inmobiliarios.
Después de años de gobierno y, en las últimas elecciones, ante la incertidumbre de que un gobierno a la derecha que integrara a Chega favorecería la mayoría absoluta del PS, el PSD optó en estas elecciones por la tesis del cordón sanitario y en campaña electoral hizo la promesa de no gobernar con Chega, buscando integrar solo a la IL. Sin embargo, no hay garantía de que sea una solución estable. Asumiendo su papel en la oposición, Pedro Nuno Santos, secretario-general del PS, afirmó en la noche de las elecciones que este gobierno no contará con sus votos para la aprobación de los presupuesto de Estado en octubre, dejando a la AD supeditada al voto de Chega. Aún no está claro si Montenegro anticipará la dramatización antes del Presupuesto de Estado de 2025 (votado en octubre de este año), presentando ya un presupuesto rectificativo y mostrándose listo para nuevas elecciones o si, por el contrario, apostará en una negociación arriesgada con Chega rompiendo el prometido cordón sanitario. La derecha gobernará, pues, sobre hilo fino.
Partido Socialista: el centro que paga la factura de la mayoría absoluta
En 2019, después de rechazar negociaciones con los partidos a su izquierda, el PS puso en marcha una estrategia de conquista de la mayoría absoluta. Usando la táctica macronista de postularse como baluarte contra la extrema-derecha, António Costa alcanzó la mayoría absoluta mientras pisaba a fondo el freno a avances en temas como el Servicio Nacional de Salud, la crisis de la vivienda y la valorización de salarios que se erosionan con el efecto de la inflación. Durante dos años, el PS marcó el paso a medida que se multiplicaban los casos de sospecha de mala gestión y hasta de corrupción en el seno del gobierno.
La nueva dirección del Partido Socialista, con Pedro Nuno Santos a la cabeza, inicialmente presentado como representante del ala izquierda del partido, se reveló como un logro, personificando la defensa del legado de la mayoría absoluta. En vez de asumir los errores, durante la campaña ofreció condiciones de reciprocidad a la AD en caso de un gobierno sin mayoría parlamentaria. Con esta orientación continuista, incapaz de disputar votos entre la gente más joven y abstencionista, el PS restó credibilidad a la hipótesis de una nueva mayoría parlamentaria para alejar la derecha y dar respuesta a los fracasos de los últimos años, defendida por todos los partidos a la izquierda del PS. Así, la campaña del PS facilitó la victoria a la derecha, que es su mayor victoria en la historia de la democracia portuguesa.
Al asumir su papel de oposición, el PS promete no aprobar mociones de rechazo en la Asamblea de la República, permitiendo el gobierno de la AD, pero lo apuesta todo a ligar la AD a Chega, afirmando que no votará favorablemente los Presupuestos de Estado.
Sin programa alternativo en los temas que resultaron en el descrédito de la mayoría absoluta, este antagonismo no tiene sustancia, si bien no faltará quién dentro del PS llame a la aprobación de los presupuestos de Estado de la derecha.
La izquierda se juega la claridad de un programa y la disposición para una política unitaria.
La erosión electoral del PCP es fruto de errores de lectura política y de una práctica continuada de sectarismo. Al rechazar, durante los años de la geringonça, una mesa de negociación a tres (PS, Bloque y PCP), entregó al PS el papel de fiel político a la izquierda. En el parlamento y en los movimientos sociales y sindicales el PCP obstruye iniciativas unitarias en torno a los temas donde el PS figuraba como fuerza de bloqueo. Hace dos años, una lectura campista sobre la invasión de Ucrania, condujo el PCP a un fuerte aislamiento, incluso entre sectores de la población donde disponía aún de alguna influencia. Durante la campaña, la oscilación entre afirmaciones de autonomía política y llamamientos poco claros a una mayoría de izquierda condujo a su peor resultado electoral desde 1975.
Uno de los protagonistas de la noche fue LIBRE. Inicialmente fundado como el partido de un hombre solo (Rui Tavares, ex-eurodiputado que rompió con el Bloco en 2011) LIBRE ha tenido un proceso de realineamento político y de crecimiento orgánico, garantizando la filiación de pleno derecho en los Verdes Europeos, basando todo su programa en una fervorosa alabanza a la Unión Europea. En esa lectura se sitúa a la derecha del Partido Socialista, que predica una crítica sorda y cínica al establishment europeo. Apostado en una agenda verde y en la defensa de recortes innovadores, Tavares encarna la subalternidad al PS. Durante la campaña sostuvo la teoría de los tres campos, que defiende que la exclusión de Chega de cualquier solución de gobierno o mayoría parlamentaria (primer campo) debe resultar en una matemática que permita al PS, Bloco, PCP, LIBRE y PAN (segundo campo) gobernar con más diputados que la AD y IL (tercer campo). Evidencia ante esta tesis: en las elecciones portuguesas se asistió a un crecimiento desmesurado de la extrema-derecha por vía de la reducción de la abstención y cualquier gobierno resultante de un acuerdo entre PS, Bloque, PCP, LIBRE y PAN sería batido ante un rechazo conjunto de la AD, CHEGA y IL.
En este contexto adverso, el Bloco logró mantener su representación parlamentaria e incluso aumentar su número de sufragios en 35 000 votos. Como señala la resolución de la Mesa Nacional del Bloco,
La resistencia del Bloco se debe a su claridad en tres aspectos esenciales: 1) la claridad de ideas sobre los contenidos políticos de un gobierno, que deben atender sobre todo a los servicios públicos, los derechos sociales, el trabajo y los ingresos; 2) el choque con el poder económico, denunciando la contrarreforma fiscal de la derecha y enfrentándose a los rentistas, al sector inmobiliario y a todos los beneficiarios de la inflación (banca, hipermercados, energía), que de hecho manifestaron su hostilidad hacia el Bloco; y, finalmente, 3) la confrontación con la extrema derecha, creándole la única dificultad grave que enfrentó en toda la campaña: explicar los orígenes millonarios de su financiación”.
Frente al crecimiento de la extrema derecha y la previsión de un gobierno radicalizado a la derecha, la izquierda tiene una doble misión: organizar la lucha contra el nuevo gobierno y presentar una alternativa creíble. La movilización popular frente a la agenda conservadora debe ganar las calles, apostando por la fuerza del movimiento LGBTQI+, feminista y antirracista y lanzándose a la lucha por la configuración del sentido común, en las redes sociales y en las escuelas, hoy bajo una fuerte influencia de la extrema derecha y del mito liberal individualista. Con una política de unidad que ofrezca al país la imagen de una alternativa de gobierno, en temas esenciales como salarios, vivienda y servicios públicos, ensanchando los espacios de encuentro y convergencia. Esta lucha ya comenzó, y tendrá inmediatamente un hito fundamental en la gigantesca movilización popular que se espera para el 25 de abril de 2024, que conmemorará el 50 aniversario de la Revolución de los Claveles.
Adriano Campos, dirigente nacional de Bloco de Esquerdas.
Traducción: Manuel Fortes