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Entrevista a Daniele Luttazzi, cómico italiano expulsado de la RAI

«Yo, al destierro mediático en esta Italia de Berlusconi»

Fuentes: MicroMega

Traducido para Rebelión por S. Seguí

Texto íntegro e inédito de la entrevista a Daniele Luttazzi realizada por Lucy Bannerman. Tras una charla preliminar, Luttazzi propuso a Bannerman que le enviase algunas preguntas por escrito. He aquí el texto con las preguntas y las respuestas. Este artículo sería publicado más tarde, el 16 de mayo, en The Times, con sólo una pequeña parte de las declaraciones de Luttazzi.

Por favor, explíquenos cómo fue que Berlusconi entabló una demanda contra usted y por qué.

En marzo de 2001, yo presentaba con éxito (7.500.000 espectadores) en RAI2 un talk-show satírico nocturno titulado Satyricon. En uno de los episodios entrevisté a un periodista entonces desconocido, Marco Travaglio, que acababa de publicar un mes antes un libro del que no hablaba nadie. El libro se titulaba El olor del dinero, y trataba de los misteriosos orígenes del imperio económico de Berlusconi. Hablamos de los datos hechos públicos durante el proceso a Marcello Dell’Utri, mano derecha de Berlusconi, fundador de Forza Italia, el partido de Berlusconi, y ex jefe supremo de Publitalia, la compañía concesionaria de publicidad de Berlusconi.

Berlusconi nos llevó ante los tribunales por difamación. A mí, a Travaglio, a la RAI y al director de RAI2, Carlo Freccero, que valientemente había retransmitido la entrevista. A mí, Berlusconi me pedía 20.000 millones de liras. Cuatro años después de aquella entrevista, Marcello Dell’Utri fue condenado en primer grado a nueve años de cárcel por participación externa  en asociación mafiosa. Si embargo, Dell’Utri no está en la cárcel: se ha convertido en senador de Berlusconi. En 2005 gané la causa, y Berlusconi fue condenado a pagar 100.000 euros en concepto de costes procesales.

Junto a Berlusconi, fui llevado a juicio también por Mediaset (5.000 millones de liras), Fininverst (5.000 millones de liras) y Forza Italia (11.000 millones de liras). Salí vencedor en todos los procesos. Aquella entrevista no difamaba a nadie, informaba correctamente.

¿Qué repercusión tuvieron estos procesos en su carrera?

En junio de 2001, Berlusconi ganó las elecciones y se convirtió en jefe de gobierno. En 2002, durante una visita de Estado a Bulgaria, Berlusconi lanzó el infame edicto búlgaro: dijo a la prensa que yo y otros dos periodistas (Enzo Biagi, el Walter Cronkite italiano; y Michele Santoro) habíamos hecho un «uso criminal» de la televisión estatal, y que esperaba que no volviera a repetirse. Tanto Biagi como Santoro y yo fuimos borrados de la programación: los dirigentes de la RAI (nombrados por la mayoría política berlusconiana) decidieron autónomamente no renovar nuestros programas de televisión. Veinte años de actividad artística echados a la basura. El edicto búlgaro, que en mi caso sigue vigente en la RAI, impide dos libertades: la mía, de expresarme; y la del público, de escucharme. Esto es censura, y es inaceptable. Imagine que Gordon Brown lleve a los tribunales al cómico Paul Merton porque no le cae bien. Además, estos largos procesos te destrozan, económica y psicológicamente. Ahora, sigo recitando mis monólogos satíricos en el teatro, pero como no salgo en la televisión y Berlusconi es mi adversario, cada vez menos teatros deciden ponerme en cartel, a pesar de que siempre actúo con la sala llena. El problema es político, se llama maccarthysmo.

¿En qué medida su ejemplo ha servido para desanimar a otros satiristas, periodistas o comentadores de criticar a Berlusconi?

Hasta el punto de que ya no hay ningún programa de crítica satírica en la televisión italiana. En la RAI, y también en Mediaset, La7 y Sky hay programas cómicos en antena donde, como máximo, se satiriza a Berlusconi por cosas superfluas, como su lifting o su altura, pero no por cosas graves, como la despenalización de la falsificación contable, el enorme conflicto de intereses, la ley Alfano gracias a la que no puede ser procesado, etc. Hace tres años, Sky Italia me invitó a una entrevista. Me propusieron hacer un telediario satírico. Me preguntaron cuál sería mi reacción si me recortasen algunas de mis sátiras en el montaje del programa, y les respondí que el contrato lo impediría. Desaparecieron. En cuanto a La7, mi nuevo programa de televisión Decameron (2007) fue interrumpido en el quinto episodio, cuando ya había grabado el monólogo del sexto episodio, una sátira sobre la encíclica de Ratzinger.

Desde los tiempos de Aristófanes, la sátira molesta porque expresa un juicio sobre los hechos y atribuye responsabilidades. Mis monólogos atacan a Berlusconi, pero también a la religión organizada y a la oposición inexistente del Partido de la Izquierda, entre otros por los escándalos en que están implicados dirigentes de izquierda (el caso Unipol). Es por esta razón que la oposición no se interesa en la libertad de sátira en televisión, que es la libertad de la democracia. Ni siquiera RAI3, cuyos directivos son de izquierda. Algunos escándalos recientes han mostrado cómo este clan se pone a menudo de acuerdo en la gestión de los asuntos públicos, a escala local y a escala nacional. El mismo tipo de acuerdo precede a los nombramientos de los dirigentes de la RAI. El resultado es que la democracia sustancial está corrompida.

Michele Santoro, periodista de izquierda, ha vuelto a la RAI gracias a un juez que lo ha reintegrado en su puesto de trabajo (Santoro era empleado de la RAI cuando fue expulsado, yo no), pero en su programa debe acoger siempre a algún exponente de la derecha. Se da así por descontado que Santoro debe ser controlado y contradecido en su actividad periodística porque no es del agrado de Berlusconi. ¿No es humillante? En cambio, un periodista berlusconiano, Clemente J. Mimun, cuando fue nombrado director del primer telediario de la RAI destacó por sus graves manipulaciones periodísticas, todas favorables a Berlusconi. Entre otras, retiró el sonido a Berlusconi cuando trató de kapo al europarlamentario alemán Martin Schultz, no dio la noticia de que Berlusconi había definido el asesinato de Antona como «un ajuste de cuentas a la izquierda», y en 2004 añadió en el montaje un público de delegados de la ONU que supuestamente aplaudía a Berlusconi, cuando en realidad éste hablaba a una sala semivacía: el público de delegados aplaudía en realidad a Kofi Annan. ¡Se trataba de otra filmación!, ¡era pues una falsificación informativa clamorosa en el telediario principal de la televisión italiana! Mimun venía de Mediaset y luego volvió allí. La actual RAI está llena de dirigentes que vienen de Mediaset, auténticos quintacolumnistas. Hace un año, las escuchas telefónicas demostraron hasta qué punto estos dirigentes estaban conchabados con los de Mediaset para realizar una programación que favoreciese a Berlusconi con ocasión de los funerales del papal Woytila y de las elecciones que entonces tuvieron lugar. Entretanto, ¡el gobierno Berlusconi ha presentado una legislación que prohibe la publicación de las escuchas telefónicas! Si esta legislación hubiera entrado en vigor hace diez años nadie conocería los escándalos políticos, económicos y deportivos más graves de la historia italiana reciente.

¿Qué paralelismos ve usted entre el control de la prensa de los años 1920-1940 y el control de los medios en la era Berlusconi?

Durante el ventenio fascista la única agencia de prensa era la del régimen, la Agenzia Stefani. Los diarios se atenían a lo que escribía la Agenzia Stefani. Se cerraban diarios y los opositores al régimen perdían su puesto de trabajo, eran enviados al destierro y se los asesinaba. Hoy no se asesina a los opositores, pero los envían al destierro mediático: te retiran los espacios de expresión de que disponías y que habías conseguido con tu trabajo. Esta es la amenaza permanente.

La otra amenaza está relacionada con el enorme conflicto de intereses de Berlusconi, que tiene empresas de televisión, seguros y distribución publicitaria y cinematográfica. Esto pervierte la libertad de mercado. Una reciente encuesta ha demostrado que, desde la llegada al gobierno de Berlusconi, muchas empresas han retirado su publicidad de las emisoras de la RAI para llevarla a las de la red Mediaset, propiedad de Berlusconi. Éste, además, controla la política económica y los servicios secretos. Su influencia se extiende sobre TODOS los sectores de la vida italiana, lo que le da una capacidad de chantaje inmensa. Uno de los pocos diarios de auténtica oposición, Il Manifesto, siempre bien documentado y correcto, tiene dificultades de supervivencia porque las empresas italianas no compran sus espacios publicitarios. He aquí otro tipo de estrangulamiento. No es por lo tanto sorprendente que la totalidad de la prensa impresa y la televisión italiana ande con pies de plomo. El caso de reciente de Veronica Lario y Noemi ha demostrado de una vez por todas la existencia de una especie de Agenzia Stefani contemporánea, lista para someterse a las exigencias del Jefe y a machacar a la víctima de turno (en este último caso, su propia esposa). Entre los periodistas y las cabeceras, la lista de la contaminación berlusconiana es larga.

Hablemos del caso de Noemi Letizia. ¿Cómo ha utilizado Berlusconi su propiedad e influencia en los medios de prensa para protegerse de cualquier tipo de daño político?

En 24 horas, la respuesta berlusconiana ha sido masiva y se ha producido en todos los frentes posibles. Se presentó en la RAI1, en el programa nocturno Porta a porta, de Bruno Vespa, donde contó su versión sin posibilidad de contradicción alguna, acusando a su esposa y aprovechando para hacer un spot publicitario sobre las iniciativas del gobierno en relación con las ayudas a las víctimas del terremoto de L’Aquila. Ningún periodista presente (¡ni siquiera el director del Corriere della Sera!) le recordó que de los 12.000 millones de ayuda prometidos por Berlusconi, el gobierno sólo ha entregado 4.000, y distribuidos a lo largo de 24 AÑOS!!! Una burla cruel de la que nadie, hasta ahora, ha pedido explicaciones a Berlusconi. Si yo hubiera estado entre los invitados, ésta habría sido la pregunta, con el decreto-ley de 28 de abril en la mano. El daño político habría sido enorme, pero consiguieron evitarlo.

En estos quince años berlusconianos, pocas personas en Italia (periodistas, autores satíricos) le han pedido cuentas de los centenares de promesas falsas y nunca cumplidas. Los que pudieran hacerlo no tienen acceso, pero ¿quién decide el acceso?: los dirigentes de la televisión de nombramiento político. ¿De quién es la mayoría política que mangonea cuanto desea sin que nadie la moleste? De Berlusconi, un empresario que, según una ley de 1957, ni siquiera puede presentarse como candidato a las elecciones, como titular de concesiones públicas. Dicha ley preveía y pretendía impedir el conflicto de intereses, que en la actualidad existe y es enorme. El daño fue hecho entonces, cuando se permitió a Berlusconi que presentase su candidatura. Todo lo demás, Berlusconi incluido, es sólo una consecuencia de aquella ilegalidad inicial. Y, ¿por qué le permitieron presentarse? No lo sé, pero veo los efectos de aquello: un país en el que está vigente un fascismo light que no me gusta en absoluto, y en el gobierno partidos xenófobos y racistas.

Otra movida, no menos importante, ha sido la del portavoz de Berlusconi, el senador Paolo Bonaiuti, que ha convocado con urgencia una reunión con los directores de los periódicos católicos que habían criticado a Berlusconi . El voto católico es importante para éste y a los católicos les interesan las leyes berlusconianas en defensa de la escuela privada católica y los privilegios económicos del tipo de la exención del impuesto sobre los bienes inmuebles del clero católico en los que se desarrollan actividades comerciales, o el timo, real y completo, del ocho por mil. Y al día siguiente, con lujo de titulares, quedó claro que, gracias al divorcio de Veronica Lario, ¡Berlusconi podrá ser readmitido al sacramento de la comunión durante la misa!

Cuando se tuvo noticia por primera vez del divorcio y de las declaraciones de Lario en relación con las menores, los observadores internacionales especularon con que esta historia podría destruir al Cavaliere. Pero, en cambio, sigue siendo tan popular como siempre. ¿Por qué?

Porque su reacción ha sido rapidísima y generalizada, a la vez que su esposa (la víctima) ha sido acallada e insultada como inútil y cornuda (véase Libero, en el editorial del director Vittorio Feltri). La propaganda de la Agencia Stefani funciona, bajo la batuta magistral de Berlusconi. Su esposa lo conoce desde hace treinta años y lo ha definido como un enfermo. He aquí otra pregunta que yo le hubiera hecho a Berlusconi si me hubieran invitado a Porta a porta: ¿de qué enfermedad habla su esposa, presidente?

¿Qué repercusiones puede tener el régimen de Berlusconi en el futuro a largo plazo de la democracia italiana?

El daño ya está hecho. Somos un país no totalmente libre. Los italianos han desaprendido que como ciudadanos tienen derechos y deberes. Y habrán de pasar decenios antes de que los italianos aprendan de nuevo a respetar las leyes, como era en cambio natural en otro tiempo, gracias al ejemplo de los grandes políticos de entonces: De Gasperi, Einaudi, La Malfa, La Pira, Dossetti, Berlinguer, Pertini, Scalfaro.

Los tribunales le dieron a usted la razón. ¿Qué clase de reacciones tuvo?

Los diarios hablaron de la sentencia sin destacarla demasiado y en las páginas interiores (a pesar de ser una noticia bomba: ¿se imagina que Paul Merton venza en una causa contra Gordon Brown?), mientras que la noticia de la querella de Berlusconi contra mí salió en primera página.

¿Espera volver a la televisión?

Sin duda. La televisión no es un hobby, es mi trabajo, y hay un público numeroso que me admira, y yo a ellos. El maccarthysmo es inmoral e ilegal.

¿En qué circunstancias cree usted que la sátira puede volver a la cultura popular italiana?

La sátira italiana nunca ha desaparecido, simplemente la han expulsado a la fuerza de la televisión. Pero los censores olvidan algo: el tiempo está de nuestra parte, como dijo Mick Jagger.

http://temi.repubblica.it/micromega-online/luttazzi-io-al-confino-mediatico-nellitalia-di-berlusconi/