La invitación del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, para que el presidente ucraniano Zelenski asista en Madrid a la cumbre de la OTAN de junio es una pésima noticia que aumenta las alarmas que se vienen prodigando en Europa en las últimas semanas.
Esa invitación no hace sino avalar la posibilidad de un ingreso de Ucrania en la OTAN, riesgo que ha sido precisamente una de las causas más importantes de la decisión de Rusia para intervenir en el país. La guerra debe terminar, porque hay que poner término al sufrimiento de la población, y Ucrania debería adoptar un estatuto de neutralidad y de renuncia a ingresar en la OTAN que asegure la convivencia y dé garantías de seguridad a Rusia y al conjunto de Europa. Ninguno de esos objetivos justifica la invitación de Sánchez a Zelenski.
Aunque en el gobierno de coalición Sánchez se reservó la dirección de la política exterior española, es obvio que sus decisiones vinculan a todo el gabinete, y no parece que sea congruente con la trayectoria de la izquierda española ceder a la deriva belicista del gobierno español. Rodríguez Zapatero fue capaz de retirar las tropas españolas de Iraq, sabiendo que ello comportaría el enojo y las represalias de Estados Unidos, pero tuvo la valentía de terminar con la implicación española en una injustificable guerra de las que inició el Pentágono en Oriente Medio. Sánchez podría mirarse en el rostro de Zapatero y retirar también las tropas españolas de Europa oriental, y terminar con los envíos de armamento a Ucrania que no contribuyen a la paz en el continente porque son una pieza más del endiablado dispositivo militar con que Estados Unidos y la OTAN están intentando cercar a Rusia.
En estas semanas de guerra ucraniana, Sánchez, Robles y Albares no se han dedicado a intentar contener las hostilidades sino a lanzar más gasolina al fuego de la guerra, con el envío de tropas y armamento y con declaraciones abusivas como la del presidente del gobierno hablando de «genocidio» en Ucrania. Ante ello, el otro componente gubernamental, Unidas Podemos, debe exigir el fin de esa política del gobierno español, que ha cedido al hostigamiento de Estados Unidos en Europa oriental, y en la hipótesis de una negativa de Sánchez, abandonar el gobierno. Es cierto que no es una decisión fácil y que las presiones y amenazas que debería soportar España serían duras, en el seno de la Unión Europea, en el cuartel general de Bruselas e incluso en las fronteras con Marruecos, porque la mano de Estados Unidos es larga y vengativa. Es obvio que si Unidas Podemos decide dar un serio aviso en la mesa del Consejo de Ministros puede poner en peligro la continuidad del gobierno español, pero lo que Europa y el mundo se juegan en la guerra ucraniana es mucho más importante que las cuestiones de política interna: nunca se entendería en el futuro que, por valiosas que fueran algunas conquistas sociales impulsadas por la coalición secundaria en este gobierno, la izquierda española se dejase arrastrar a una espiral belicista que se ha gestado desde hace mucho tiempo por la agresiva política exterior de Estados Unidos. Es evidente también que Sánchez va a negarse: en ese caso, no le quedaría otra alternativa digna a Unidas Podemos que abandonar el gobierno, aunque ello comporte la convocatoria de elecciones anticipadas.
La OTAN, y España con ella, está armando a un gobierno corrupto en Ucrania, responsable en buena parte de haber creado una situación envenenada que ha llevado a la intervención de Rusia. Zelenski no es un digno gobernante, como es presentando por la desenfrenada propaganda estadounidense y occidental: es un hombre corrupto y cómplice de la corrupción en su país; un presidente que ha aceptado convertir a Ucrania en una peligrosa plataforma de agresión contra Rusia, porque la contínua expansión de la OTAN no fortalece la paz sino que conduce al enfrentamiento y la guerra. Zelenski es un hombre que persigue a la izquierda ucraniana y ha convertido a su país en una colonia de Estados Unidos; abonando la xenofobia, y cuyo gobierno permite espeluznantes escenas de linchamientos contra numerosos ciudadanos ucranianos, señalados por ser merodeadores, espías, traidores, prorrusos gitanos o víctimas de cualquier otra acusación. Zelenski ha condecorado a jefes militares de batallones nazis y convive con la incorporación de sus unidades al ejército ucraniano: muchas de las armas enviadas por el gobierno español caerán en manos de esos paramilitares. Zelenski, en fin, ha continuado el acoso y bombardeo contra la población civil del Donbás antes de que se iniciase la intervención rusa de febrero de 2022.
Por eso, el otro componente del gobierno, Unidas Podemos, debe exigir a Pedro Sánchez el fin de los envíos de armamento a Ucrania, que solo van a prolongar la sangría y la guerra, y reclamar que se oponga al ingreso de nuevos miembros en la OTAN, vetando la incorporación de Finlancia y Suecia. Sería una ironía de la historia que fuera un presidente de extrema derecha como Erdogan quien ponga más trabas (aunque sea por consideraciones de política interna turca) a la incorporación de nuevos países a la OTAN. Turquía ya ha señalado sus reticencias a la entrada de Finlandia y Suecia a la alianza militar occidental. La guerra de Ucrania no debe convertir en un dramático episodio de una conflagración general, y eso exige detener el belicismo de la OTAN, que no es una alianza que defienda la paz sino la hegemonía estadounidense, y que es además una organización terrorista implicada en numerosos atentados en bandera falsa en Europa, como está documentado y como conocen perfectamente Sánchez y su ministra de Defensa, Robles. España y su gobierno deben apostar por el fin de la guerra en Ucrania, por el desarme nuclear, por la retirada de armamento atómico norteamericano de Europa, por la apertura de un nuevo ciclo que asegure la paz en Europa y permita la negociación de un nuevo esquema de seguridad para el mundo, porque la seguridad no puede ser solo un privilegio de algunos países, sino un objetivo compartido por todo el planeta.
Tampoco el otro componente del gobierno puede dejarse arrastrar a ese belicismo irresponsable por circunstanciales: Unidas Podemos debe exigir a Pedro Sánchez la retirada de la invitación para viajar a Madrid a Zelenski, el cese del envío de armamento a Ucrania y que el gobierno español se niegue a la incorporación de nuevos países a la OTAN, vetándola: Finlandia y Suecia deben ser actores de una nueva seguridad europea que es urgente negociar, y no peones de una peligrosa escalada que puede llevar a Europa a la catástrofe. Trabajar por el fin de la guerra, impulsar la apertura de negociaciones, detener la delirante carrera de la OTAN hacia un enfrentamiento, no puede hacerse cediendo, como hace Sánchez, a todas las exigencias de Estados Unidos. Si no se termina con esa política, no cabe sino abandonar este gobierno.
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