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Cuba ha vivido, vive y vivirá en un permanente Girón frente a las continuas y arreciadas agresiones perpetradas en su contra por EE.UU., desde el mismo inicio de su revolución el 1 de enero de 1959.
Cuba exporta salud, salva vidas, y patrocina la solidaridad, a diferencia de EE.UU. que vende armas, financia guerras, además del terrorismo, y lleva la muerte a todos los rincones del mundo.

A pesar de los continuos intentos de EE.UU. por dividir a la Patria Grande, el próximo 9 de abril se celebrará en Tegucigalpa, Honduras, una nueva Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) por la Unidad, la Cooperación y la Paz entre los 33 países que conforman ese mecanismo de concertación.

Hace pocos días, en una de mis notas, escribí que cada nueva embestida de EE.UU contra Cuba intensifica la solidaridad internacional con la isla caribeña, y aísla más del mundo a Washington.
Cientos de latinoamericanos han sido reclutados como carne de cañón para combatir en la guerra de Ucrania contra Rusia que hasta hace poco EE.UU. apoyó, y que Europa insiste en alentar y financiar en la actualidad.