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Colectivos antifascistas de Valencia denuncian la “complicidad” de Estados Unidos y la UE con los grupos nazis en Ucrania

«El gobierno de Kiev bombardeó a su propia población»

Fuentes: Rebelión

El 11 de mayo las nuevas Repúblicas de Donetsk y Lugansk conmemoraron el primer aniversario del referéndum que culminó con su independencia de Ucrania. El resultado de la votación popular fue reconocido por Rusia, pero no por Estados Unidos y la Unión Europea. Los festejos y celebraciones por el día de la independencia coexisten, sin […]

El 11 de mayo las nuevas Repúblicas de Donetsk y Lugansk conmemoraron el primer aniversario del referéndum que culminó con su independencia de Ucrania. El resultado de la votación popular fue reconocido por Rusia, pero no por Estados Unidos y la Unión Europea. Los festejos y celebraciones por el día de la independencia coexisten, sin embargo, con las cifras apuntadas por  Naciones Unidas: desde el inicio del conflicto en el este de Ucrania (abril de 2014), se han registrado más de 6.000 muertos y cerca de 15.000 heridos; al menos 1,7 millones de niños han resultado afectados de algún modo por el conflicto, según UNICEF.

Diferentes organizaciones antifascistas -entre otras el PCPV-PCE y la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM)- han convocado una concentración en Valencia coincidiendo con este aniversario, a partir de la consigna «contra la impunidad del fascismo; Estados Unidos y la Unión Europea, cómplices de los nazis en Ucrania». Estos colectivos han evocado asimismo el 70 aniversario del final de la segunda guerra mundial y la victoria de la URSS contra el fascismo. Además de las concentraciones, se ha organizado una conferencia con testimonios de la comunidad refugiada de Ucrania en el estado español. Otro de los puntos especialmente recordados fue la masacre de Odesa (mayo de 2014), en la que murieron cerca de 50 personas después que activistas pro-Maidán incendiaran la casa de los sindicatos.

Sobre el aniversario de las Repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk, el analista internacional y colaborador de RT, Carlos Martínez, afirma que lo importante es «respetar el derecho a la autodeterminación, tanto en Crimea como en las repúblicas del Donbass». Recuerda que Rusia tenía mucho interés en el referéndum de Crimea (para que esta región volviera a ser rusa), pero no mostró el mismo afán en los casos de Donetsk y Lugansk (regiones lingüística y culturalmente rusas de manera muy mayoritaria). «En este último caso lo decisivo fue la movilización popular, aunque los medios occidentales mintieran al hablar de una invasión por parte de Rusia a estas repúblicas». Los movimientos populares se enfrentaron en una primera fase al gobierno «golpista» de Kiev, que pretendía la prohibición de la lengua rusa en todo el país. El segundo impulso se concretó en un referéndum para decidir sobre la independencia de Ucrania.

La información llega a los hogares occidentales de manera parcial, confusa y fragmentada. ¿Qué se oculta en un conflicto de tanto relieve geopolítico? «El gobierno de Kiev ha atacado y bombardeado a su propia población en el este de Ucrania; y lo ha hecho con el apoyo de la comunidad internacional, que por si fuera poco ha sancionado a Rusia, país que no ha pegado un tiro en este conflicto; de bombardear a su población es de lo que acusaban a Gadafi y al gobierno de Siria», explica Carlos Martínez. En medio del ruido, tampoco se informa cabalmente de los cambios políticos: «La República independiente de Donetsk ha nacionalizado las minas, una de las principales fuentes económicas del país».

El analista de RT señala el particular criterio con el que Estados Unidos y la UE conceden las credenciales democráticas. «Durante el anterior gobierno de Yanukóvich (denominado pro-ruso por los medios) no había partidos políticos prohibidos y se respetaba tanto la lengua rusa como la ucraniana; con el golpe de estado de Maidán, se impulsó una política de terminar con la cooficialidad del ruso y prohibir las lenguas minoritarias; además en Ucrania se ha prohibido el partido comunista». Por otro lado, subraya Carlos Martínez, una de las causas principales para explicar la independencia de Donetsk y Lugansk es «la permisividad del aparato estatal con las bandas fascistas» (por ejemplo, durante la matanza de Odessa). En Ucrania ha habido asesinato de periodistas independientes, y militantes del partido comunista a quienes se ha atado a postes y propinado palizas. «De esto no se dice nada en Occidente».

A pesar de la tregua de Minsk, continúan los enfrentamientos. El analista internacional apunta alguna de las razones: «En el bando pro-Maidán actúan numerosos paramilitares fascistas que no respetan la tregua; son bandas que condicionan las políticas del gobierno de Kiev, que también cuenta con ministros de ultraderecha». Pero el conflicto también asume perfiles más globales, de alta geopolítica. ¿Por qué ha intervenido Estados Unidos en Ucrania? «Uno de los factores es el apoyo de Rusia a Siria, y su veto a una guerra contra este país; también el apoyo ruso a países como Cuba o Venezuela, o el acogimiento de Snowden como perseguido político; por eso Estados Unidos y sus lacayos de la Unión Europea han puesto un gobierno títere en Ucrania».

Según Carlos Martínez, Ucrania no subsistiría económicamente sin el respaldo europeo, «un apoyo que no se le presta a Grecia (país miembro de la UE)». «Se está manteniendo artificialmente la economía ucraniana y sin pedirle a su gobierno ninguna contraprestación». A pesar de las proclamas democráticas, las invocaciones al enemigo ruso y los discursos sobre la libertad en la «nueva» Ucrania, «continúa siendo éste un país muy corrupto», apunta el analista. La pérdida de Crimea y las repúblicas del Donbass suponen una importante merma para la economía ucraniana. A ello hay que agregar los costes de la guerra (aunque hoy no se trate de una guerra «abierta»), un gasto militar desorbitado (e inserto en un proceso de rearme) y el acercamiento a la OTAN.

El corresponsal de RT advierte, por otro lado, de graves errores de enfoque en algunos análisis de la izquierda. «Había gente que decía que en Maidán había de todo, también izquierda, cuando en realidad actuaban las bandas fascistas como hoy se ha demostrado. Donde sí está presente la izquierda es en Donetsk, aunque ciertamente no todo sea izquierda».

Elena, una estudiante ucraniana de 38 años, se encuentra en España desde junio, pero vivió directamente en Donetsk los primeros meses del conflicto. De hecho, participó en las manifestaciones de marzo frente al nuevo gobierno surgido de Maidán. «Las semanas que siguieron al golpe de estado fueron de gran confusión», relata. Activistas anti-Maidán tomaron el edificio de la administración provincial de Donestsk, y la policía dejó hacer. «Había un vacío de poder». Incluso una parte de la policía tomó partido por los grupos anti-Maidán. La activista señala las diferencias con lo ocurrido en Odessa, donde se enfrentaron los activistas pro y anti-Maidán. En Donetsk, por el contario, la opción golpista no tuvo ningún apoyo popular.

A finales de marzo la policía empezó a arrestar a activistas anti-Maidán, que pedían un referéndum a favor del estado federal (en un principio no se proponía la ruptura con Ucrania, sino una mayor autonomía). En mayo de 2014 se organizó la consulta en medio de una gran participación popular. A pesar de la prohibición de Kiev, se celebró el referéndum y la gran mayoría de la población votó por la independencia. «Mucha gente pensó que votando encontraría el apoyo de la Federación Rusa; también influyó en el resultado la actuación del gobierno de Kiev, que llevó al ejército a Donetsk», explica Elena. «Las movilizaciones empezaron cuando la población vio amenazada su identidad cultural, lingüística y política». El resultado es que un tercio del territorio de la antigua región de Donetsk es, hoy, una república independiente. En cuanto al ejecutivo de Kiev, explica la activista, «está en manos de fuerzas neoliberales que se aprovecharon de las bandas fascistas para llegar al poder; actúan de manera conjunta».

Cuando Elena participó en las movilizaciones de marzo de 2014, visionaba los canales ucranianos. Después que varios miles de personas pidieran un referéndum en Donetsk, las televisiones de Kiev «no hablaban de nosotros; se referían a una decena de borrachos en la calle». Además, cuando el ejército ucraniano atacó el Donbass, «los medios afirmaban que los grupos anti-Maidán se bombardearon a sí mismos; al principio llamaban terroristas a los voluntarios de Donetsk, y cuando quedó claro que Rusia no iba a intervenir en el conflicto, se les llamó separatistas». Los medios han propalado la versión del gobierno de Ucrania desde el primer día: ni federalización, ni reconocimiento de la lengua rusa…

Sobre los actores en conflicto, la activista anti-Maidán manifiesta que esperaba una intervención rusa en Donetsk, para impedir la entrada del ejército ucraniano. Reconoce, sin embargo, el apoyo mediático de Rusia y también diplomático. En relación con Estados Unidos, «quiere que Ucrania haga la guerra en el Donbass e incluso ha enviado armamento e instructores». Respecto a la Unión Europea, lamenta que considere democrático a un gobierno, el de Poroshenko, «que no nos permite votar ni reconoce nuestro idioma». «Kiev nunca ha querido dialogar, eso es lo que ha forzado la convocatoria de un referéndum y, al final, la constitución de una república independiente con parlamento y gobierno propios». A las opiniones políticas y al conflicto de bloques se agrega el drama humano. En verano y otoño de 2014 el gobierno de Kiev utilizó armamento prohibido, denuncia la estudiante, quien vio caer bombas de racimo en paradas de autobús. Vivía en el tercer piso de una casa, en cuyo tejado impactaron proyectiles. Recuerda a su madre escondida en el sótano del portal…

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.