Algunos sectores de la izquierda latinoamericana han sido críticos de los gobiernos populares que han surgido en estos últimos años en el continente y que viven hoy una crisis profunda. Estos gobiernos que se enfrentaron al neoliberalismo, y obtuvieron conquistas importantísimas en la lucha contra la marginación y pobreza, encararon concienzudamente la batalla contra la […]
Algunos sectores de la izquierda latinoamericana han sido críticos de los gobiernos populares que han surgido en estos últimos años en el continente y que viven hoy una crisis profunda. Estos gobiernos que se enfrentaron al neoliberalismo, y obtuvieron conquistas importantísimas en la lucha contra la marginación y pobreza, encararon concienzudamente la batalla contra la desigualdad. Estos países se fueron asentando democráticamente conformando lo que se ha dado en llamar Gobiernos Nacionales y Populares. Argentina, Brasil, Venezuela, Bolivia, Uruguay y Ecuador son los países que han vivido, después del neoliberalismo brutal de los 90, que dejó miles de personas en la pobreza y a los países en recesión y sin la posesión de sus recursos naturales. Estos países que han hecho una evolución fuera de libreto, en esa condición de amplitud de mente desarrollada, también comprendieron que la unidad regional era necesaria y que debían trabajar conjuntamente sin intervención de los Estados Unidos.
La llamada izquierda, que no llama izquierda a lo que viven estos países Nacionales y Populares, no ha acompañado y cuando se ha organizado para luchar contra el neoliberalismo no ha obtenido éxito alguno. Quizás cabe darle crédito a los procesos de estos países que sí han dado claros pasos emancipatorios, porque han llevado adelante pensamientos de Izquierda, más allá de conceptos y preconceptos. Y esto vale. Cuando los gobiernos populistas han necesitado del apoyo de la izquierda, para enfrentar los puntos más duros del capitalismo, ésta no ha colaborado.
Los progresos igualitarios sociales que estos gobiernos han conseguido no han sido suficientemente propagandizados, debido a la acción contraria de monopolios empresariales y sobre todo, comunicacionales. Estas conquistas han sido obtenidas a pesar de la gran oposición que realizan estos empresarios decididos a defender el poder que el neoliberalismo, así se diga democrático, les ha dado. Tal lo que, lamentablemente, estamos viviendo actualmente en Argentina. De todos modos la izquierda no ha valorado los avances hacia la igualdad que en estos últimos años se han dado.
El imperialismo desde Estados Unidos, ha dicho basta con estos gobiernos populistas, progresistas. Notemos que usan despectivamente el término «populista». La crisis no está solamente en Argentina, varios países de la región que han avanzado contra el neoliberalismo en estos años, son atacados profundamente e intentan, con distintos argumentos, justificar la acción depredadora que se les hace desde adentro y desde afuera de la región. Desde adentro intervienen los monopolios y las clases alta y media alta, o aspirantes a ella, para que siga habiendo desigualdad con privilegios, que siempre los ha favorecido. Desde afuera, con Estados Unidos a la cabeza. La CIA tiene constante contacto con muchos de los actuales funcionarios del gobierno actual en la Argentina. En Brasil también están acometiendo contra los progresos sociales, estas fuerzas reaccionarias. La idea es que los gobiernos progresistas dejen de gobernar la región. Pretenden poder hacer uso de los recursos naturales que la región posee y siempre encuentran lacayos autóctonos que se venden.
Para desprestigiar a los gobiernos han usado los medios visuales y gráficos con continuos mensajes catastróficos acerca de la situación del país y nunca les falta, porque es parte de su metodología, una denuncia por corrupción. Esto va haciendo su trabajo erosionante en las mentes desprevenidas que no estás atentas o conscientes a este accionar. Lógicamente, la corrupción es imperdonable, pero en estos casos la denuncia está siempre sesgada. Solamente son censuradas las acciones de los funcionarios de los gobiernos progresistas. Para los neoliberales se encuentran algunas justificaciones, dilaciones u omisiones realmente abusivas.
Hoy, las políticas de los países latinoamericanos de economías que se orientaron hacia la distribución de la renta y al fortalecimiento del Estado, pasaron a la economía de mercado que fomenta la concentración en los poderosos y que priorizan las finanzas sobre el desarrollo económico, dan más valor a la ganancia que puedan obtener las grandes marcas que al desarrollo autónomo industrial. La conducción del país se pasa a manos empresariales, restándole poder al Estado.
Latinoamérica sufrió con dureza las políticas neoliberales y fue en Latinoamérica en donde se reaccionó con más integridad y resolución en contra de esas políticas, conformando gobiernos nacionales, populares, progresistas y autónomos que no estaban en las suposiciones de la derecha ni entraron en la imaginación de algunas izquierdas.
Latinoamérica, ha tenido la confluencia de varios países con caminos distintos, pero con un mismo sentido que fueron conducidos por líderes fuertes y con pueblos agradecidos a ese proceder que conduce hacia el progreso de esos pueblos. La Venezuela de Chaves y Maduro, la Argentina de Néstor y Cristina, La Bolivia de Evo Morales, El Ecuador de Rafael Correa, El Uruguay del Pepe Mujica, El Brasil de Lula y Dilma… son los países que vivieron la epopeya de enfrentarse al poder, rechazar las políticas colonizadoras y obtener resultados favorables para los necesitados, reconociendo sus derechos y trabajando para que se vayan constituyendo paulatinamente, oponiéndose con convicción a las acciones contrarias de los enemigos de adentro y de afuera de los países.
En este momento, Latinoamérica está sumergida en un trágico revés, en dónde el neoliberalismo ha conseguido una nueva vuelta de tuerca con ayuda exterior de los países dominantes, de las grandes multinacionales e interior de los monopolios, de los medios de información y por qué no decirlo, de las mentes colonizadas que les gusta parecerse al Primer Mundo.
Ya no se habla más y, lo peor, no se proponen que haya igualdad y sin embargo hablan de «libertad». No hay verdadera libertad si no hay igualdad, solamente hay libertad para que se sigan llenando los bolsillos a costa de los que menos tienen. Es el neoliberalismo que volvió.
No quiere decir que esto es definitivo. La propuesta es avanzar a una América Latina, integrada con más fuerza, revertir este mal momento y luchar en la profundización de lo hecho con el Mercosur, la Unasur, la Celac, el rechazo a la integración a la Alianza del Pacífico y el libre comercio, la comunicación con los Brics. Acordando entre los países contrarios al neoliberalismo el desarrollo conjunto en beneficio de la distribución de la renta, la industrialización autónoma en la región contribuyendo al desarrollo y autoabastecimiento de los socios del sur.
Ahora, varios países de Latinoamérica se encuentran detenidos en ese avance rotundo de las políticas contrarias al neoliberalismo. La derecha ha avanzado nuevamente y América Latina debe reponerse al golpe y trazar las acciones a realizar para volver al poder y profundizar y mejorar el camino emancipatorio e igualitario.
Algunos pensamientos sueltos acerca de ciertos sucesos de la historia…
Esta lucha no es nueva, la sufrimos desde los albores de la Patria. Nunca el triunfo emancipatorio fue total. Parecen lejanas algunas luchas del siglo XIX, como la de combatir la diferencia de razas que consideraban la «raza blanca», superior a las otras, o la de considerar beneficioso copiar el sueño civilizatorio que pudiera vencer la barbarie americana, primero de Europa y luego de Estados Unidos, pero sin embargo cuánto de esto no está terminado, no directamente confesado y lo seguimos viviendo en la actualidad. Cuántos habitantes de esta América quieren parecerse cada vez más a los colonizadores civilizadores. Cuántos siguen viendo en Estados Unidos el modelo a seguir de civilización que se contrapone a la brutalidad de los gobiernos latinoamericanos que incluyen en todas las áreas a los morochos de la barbarie.
La Revolución Francesa de mayo del 68 no fue una revolución de vanguardia en donde confluyeron distintos estratos de la sociedad por distintas razones unidas por una vanguardia resuelta y esclarecida y minoritaria. Cuando se la estudia en profundidad, se concluye que fue una democracia de masas, libertaria en el pensamiento político, social y cultural. Las conquistas obtenidas marcan un hito en la historia universal, pero analizando el largo transcurrir del tiempo desde esa batalla, nos preguntamos si fue un triunfo definitivo, si es cierto que desde allí siempre se respetó la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. La respuesta es no.
¿La revolución de Mayo de 1810, fue una revolución definitiva? No lo fue. A pesar de ser una revolución que abarcó múltiples aspectos desde lo político, militar, cultural y diría Sarmiento «civilizatorio», las luchas por estos motivos siguieron con triunfos y retrocesos. La palabra Independencia, estaba vedada para muchos.
La política que va desde 1810 a 1816 para poder proclamar la Independencia, está teñida de luchas internas entre los que estaban compenetrados con el poder británico que ordenaba no hablar de independencia, con los patriotas libertarios. En 1813, la Asamblea adhiere a la creación de la bandera, del escudo y de la moneda, pero sin embargo no aprueba redactar la Constitución. En cada acto significativo estaban los que querían una independencia real y los que se oponían a ser realmente soberanos. En 1816 triunfan los que lucharon por la Independencia de la Nación Argentina.
La caída en 1955 del gobierno peronista también puede verse como una revolución abortada (J.W.Cook). En este caso por la represión militar y acompañada por la inacción de los gremios, políticos peronistas y de todo el progresismo.
En los 70, la formación de Montoneros para luchar por la liberación nacional en el seno del peronismo, luego la designación de López Rega de la mano de Perón que trajo la violencia criminal con la Triple A, la ruptura de Perón con los Montoneros, la muerte de Perón y el peor golpe institucional de la historia de nuestro país en 1976 en manos de militares represores, dieron por tierra cualquier ilusión igualitaria o emancipatoria que se haya creído haber tenido.
En abril de 2015, se realizó La VII Cumbre de las Américas en Panamá. Estas Cumbres, tuvieron distintas características según el contexto político en que se dieron. La de 2015, precisamente, se caracterizó por tener discursos fuertes que no se ocuparon de complacer a los Estados Unidos, como en algunas anteriores, y en donde se marcó, contundentemente, la acción invasora del país del norte según su conveniencia.
Cristina Kirchner en su discurso en la Cumbre, marcó la actitud intervencionista de Estados Unidos contra Venezuela con el pretexto de la «amenaza contra la seguridad de Estados Unidos» y de Inglaterra que usó el mismo pretexto «amenaza contra la seguridad de Inglaterra» para aumentar el presupuesto en armas en Malvinas. Muchos otros presidentes ratificaron estas posiciones duras, sin rodeos mostrando que los países de la América Latina no estaban dispuestos a seguir soportando la injerencia colonizadora en la región. Como gran simbolismo, que denotaba el buen momento que Latinoamérica estaba pasando, participó por primera vez en una Cumbre, Raúl castro, presidente de Cuba. Todos, Evo Morales, Rafael Correa, Raúl Castro, Maduro, Cristina Kirchner, en sus discursos remarcaron el papel de los Estados Unidos en la desestabilización y aún en los derrocamientos de gobiernos democráticos, también en la usurpación de recursos naturales y todo de frente, sin deseos conciliatorios. Todos juntos formaron una fuerza única. La Patria Grande estaba funcionando.
Estos gobiernos de la América del Sur, Nacionales y Populares mostraron un salto cualitativo importantísimo en las relaciones que se establecieron entre estos países y los Estados Unidos. La historia de nuestra América Latina está colmada de subordinaciones e intentos libertarios. Desde 2003 a 2015 vivimos, los que soñamos con el momento de ser verdaderamente independientes del Imperio y fraternales con nuestros hermanos latinoamericanos, momentos de lujo y gran satisfacción (1). Hoy sufrimos la frustración y desdicha de haber vuelto al neoliberalismo despiadado. Con distintas caras, y de formas diversas por la evolución de la historia en el tiempo, hay luchas fundamentales que no se han terminado porque cada tanto caemos nuevamente en ser gobernados por entreguistas, como nos ocurre actualmente.
(1) Símbolos, Conquista y Sentimientos, Tenemos Patria. Patria Grande. Pj 85. Mirta Ventura. Editorial Dunken. 2016.
En 1962 se produjo la expulsión de Cuba del Sistema Interamericano, y Bill Clinton en 1994 nos anunciaba que teníamos que formar parte del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) porque el libre comercio iba a beneficiarnos a todos los países del continente. No se aclaraba que este libre comercio se haría bajo la tutela de un único dueño. Era una nueva maniobra de expansión imperial que necesitaba del buen comportamiento de su plebe. Aprovechaba totalmente el derrumbe de la Unión Soviética. En ese 1994 se produjo la primera Cumbre de las Américas. El ALCA se convertiría en el sujetador económico, financiero y legal de todo el continente al sistema mundial de los Estados Unidos. Ya en 2001, las cosas fueron empezando a cambiar y Hugo Chávez marcó en la declaración final de esa Cumbre que se oponía al ALCA. A medida que Latinoamérica fue cambiando, también lo hizo el clima de las Cumbres. Con Néstor Kirchner y Hugo Chávez en 2005, en Mar del Plata se produjo el salto cualitativo mayor: NO al ALCA ilustrado elocuentemente por el «ALCA ALCA….rajo» de Chávez. Las relaciones carnales terminaron junto a esos presidentes lacayos del Imperio. En esta cumbre la tenemos a Cuba, patria heroica si la hay, y la Patria Grande está más grande.
Puntos de inflexión
Así como la Cumbre de las Américas de 2005 en Mar del Plata se constituyó como germen de un reordenamiento distinto de los países americanos, sin dudas, esta última Cumbre de 2015, constituirá un nuevo hito en nuestra historia. Nuevamente en estos últimos años nos toca ser testigos de sucesos que figuraban en los sueños y que sentíamos casi únicamente como utopías.
«Tenemos Patria», «La Patria somos Todos», son algunas de las frases acuñadas en nuestro país, de gran simbolismo para nosotros que vivimos el camino de la pelea, paso a paso, por la soberanía y la inclusión de todos. Podemos decir con satisfacción que también hoy «Tenemos Patria Grande» y que «La Patria Grande somos Todos», incluidos como siempre lo han sido en nuestro sentimiento, los hermanos de la gran patria Cubana.
Dónde estamos
Hoy estamos en uno de esos momentos en que no se quiere hablar de Independencia después de haber vivido una década de grandes logros soberanos e igualitarios. La respuesta brutal no tiene piedad, nuevamente.
La situación es difícil y enmarañada. La administración de justicia también está complicada y el accionar antipopular está en marcha desde el mismo 10 de diciembre de 2015, día que comenzó en Argentina el gobierno de Mauricio Macri, que no para ni un solo momento en destruir todo lo positivo, inclusivo, igualitario, progresista que se fue construyendo en los 12 años de gobierno kirchnerista.
Aquí vamos a insistir con los «pensamientos de izquierda» que es necesario que todas las agrupaciones progresistas y de izquierda tengan muy en claro. La izquierda no puede seguir actuando como si nada hubiera pasado en estos últimos años contra los poderes reales neoliberales. Aunque no se actúe con el libreto establecido y a pesar que la lucha contra los poderes no haya sido total, no se puede seguir insistiendo con que son lo mismo. Junto a cada cosa que critica del nuevo gobierno neoliberal, saca (la izquierda) a colación algún accionar del kirchnerismo que no ha sido, a su entender, lo suficientemente absolutista, como ellos desean. No es lo mismo los ciudadanos con trabajo, con progreso social, con educación y universidades nacionales, con empresas nacionales, con industria nacional, con ciencia y técnica nacional, que invasión foránea provocadora de pérdida de puestos de trabajo, de grupos enteros de cuadros técnicos desarmados, que inflación no compensada en salarios, e incremento en la pobreza. No es lo mismo. Reivindiquemos los «pensamientos de izquierda».
Podemos decir que bajo los gobiernos kirchneristas, sin enunciarlo, se tomó claramente la dirección de los pensamientos de izquierda. Claro que no en todos los rubros. También es cierto, que aunque la gran mayoría ha obtenido concretos beneficios sociales, culturales y laborales en estos años, no hay una relación lineal entre esta pendiente positiva con la conciencia de muchos de los agraciados. Esa tarea difícil de realizar, que es la toma de conciencia acerca de las grandes desigualdades que los poderes estimulan, es a lo que hay que dedicarse fervientemente en este complicado momento en que se es oposición. Difícil es llegar a esas mentes con el accionar continuo de los medios que ahora coinciden en ideología, con el oficialismo. Llegar a concientizar los «pensamientos de izquierda» es la tarea.
Las posiciones de izquierda en este momento en el mundo entero están siendo atacadas con dureza, y la tarea emprendida, de terminar con el modelo de sometimiento del neoliberalismo que ha hecho estragos en los países no dominantes, está amenazada. En el gobierno de Cristina Kirchner en Argentina, se había comprendido la necesidad de apoyarse en la integración con los otros países de la región y con los Brics, para abocarse al modelo de distribución con industrialización en pos del crecimiento económico y social.
El ataque continuo es además de económico, ético. Acusan de corrupto a todo gobierno que haya mostrado su clara intensión de beneficiar a los más necesitados, a los populistas. Seguramente hay hechos de corrupción reprobables, pero son solamente hechos. El neoliberalismo que acusa es corrupto desde sus propósitos porque trabaja para que los que más tienen sigan acumulando e intenta hacer que los desposeídos dejen de molestar. Prefieren importar que desarrollar las posibilidades nacionales, disminuyendo los puestos de trabajo en consecuencia. Estar en el primer mundo es un anhelo y no les importa, para conseguirlo ser lacayos de los grandes poderes.
Los casos de corrupción en los gobiernos de izquierda no se pueden permitir. La ética ha sido siempre un baluarte de la izquierda y no se puede perder. Por hechos quizás mucho menos trascendentes que los que vemos realizar día a día por el gobierno neoliberal de derecha que ahora sufrimos, propagandizados por los grandes medios y utilizados por la justicia sesgada, pagamos consecuencias que van en contra de los derechos ya ganados por el pueblo en los períodos progresistas. La premisa original de la formación de izquierda que fue siempre la transparencia en todo accionar, debe seguir siendo inamovible para los pensamientos de izquierda.
Conocemos que este camino restaurador que ha tomado nuestro país, lleva a la tragedia. Se comienza con inflación, recesión, desempleo y el consecuente endeudamiento. Lo que lleva a que digan que para amortiguar esta difícil situación, que han creado, hay que soportar los cortes de derechos, cierre de pequeños fábricas y comercios y desempleo, público y privado. El país se somete entonces a los intereses de los grandes capitales y como siempre, en estos gobiernos se somete a los dictámenes de Estados Unidos. La tragedia está desatada.
En el litigio de Argentina con los fondos buitre, con la aprobación del Congreso Argentino del acuerdo que el mediador Daniel Pollak propuso, nuestro país se entregó. Levantaron la ley cerrojo y la ley de pago soberano promulgada por el gobierno de Cristina que impedía, precisamente, estos acuerdos. Todo esto es gracias a que han votado a la derecha y que entre los legisladores, elegidos para defender las ideas del conjunto que representan, traicionan apoyando medidas opuestas al mandato que se les ha dado.
La «izquierda» durante los gobiernos nacionales y populares de izquierda y en los gobiernos neoliberales
Hay una parte de la izquierda que se ha comportado durante el kirchnerismo, como si no hubiéramos avanzado respecto a los 70, en donde se pensaba que lo único aceptable era el todo o nada. Han opinado como si la revolución soñada, aunque no estuviera en el corazón del pueblo podría llevarse a cabo por ellos, una vanguardia esclarecida, que no iban a aceptar algo tan trivial como el kirchnerismo que no solamente se constituyó en un gobierno Nacional y Popular, sino en un gobierno Nacional, Popular y Democrático.
Cuando critican las medidas tomadas por este gobierno neoliberal, intentan mostrar que no es muy distinto al gobierno anterior kirchnerista. No valoran nada los derechos adquiridos, intentan mostrar que el kirchnerismo no terminó con el neoliberalismo y se permiten despreciar lo hecho y no marcan que con las acciones tomadas por el gobierno de Macri, el pueblo trabajador, la educación, la cultura, están en retroceso total. Los medios aprovechan esta posición de la llamada izquierda, simulan amplitud y los hacen participar en programas de opinión. Esta no es la izquierda que necesitamos.
¿Cómo seguimos?
Tomamos como partida el Kirchnerismo, considerando que se supo oponer a los grandes poderes, al monopolio mediático, progresó notablemente en las decisiones autónomas. Reconquistó derechos fundamentales igualitarios y distributivos, retomó la idea de la Patria Grande, necesaria para cortar con las dependencias con el llamado primer mundo. Pudo establecer transversalmente la unión con parte de la izquierda que aún no siendo peronista comprendió que parte del peronismo siempre estará cuando se luche por la ampliación de los derechos de la población. No son peronistas pero son absolutamente anti antiperonistas. No realizó el Kirchnerismo una ruptura total con el neoliberalismo pero no fue un gobierno neoliberal. Se recobraron la política, los valores patrios, la identidad de argentinos, el desarrollo científico y la industrialización nacional. Constituyó un gobierno Nacional, Popular y Democrático. Como referencia hacia la verdadera autonomía, hacia la equidad y por ende, hacia la libertad, califica.
No sería apropiado sentir como fracaso lo que vivimos en la última década por este golpe fatal que estamos transitando. En Argentina se salió del neoliberalismo que había llevado al país a una grave crisis económica, política y social. En todos los otros países latinoamericanos que se jugaron a salir del neoliberalismo, los progresos obtenidos son contundentes. En los que estamos sufriendo penosas vueltas al neoliberalismo, estamos cada vez peor. Luego podemos decir, con seguridad, que los gobiernos que han llamado despectivamente «populistas», no han sido ni son fracasos.
Se necesita trabajar conscientemente para, a pesar de la crisis, seguir para adelante tomando en cuenta avances que se consiguieron, que son muchos y absolutamente necesarios, y los que no fueron obtenidos porque no se lo logró o porque no se llegaron a tratar.
Sabemos que toda pelea social tiene avances y retrocesos. Cuando esto ocurre, para poder seguir adelante hay que avanzar con más fuerza, y eso es lo que debiéramos proponernos hacer. Muchas cosas se han hecho bien y algunos errores que se han cometido no pueden ser analizados fuera del entorno en que se han realizado. Tenerlos en cuenta y superarlos es parte de la acción a tomar. Lo que hemos vivido en la década pasada no ha sido solamente una pequeña lucha ganada. Se forjaron las bases ciertas que sostienen a los gobiernos populares contrarios al neoliberalismo y quedó demostrado que era posible poner resistencia a los intentos destituyentes y se logró avanzar y mucho. No todas las veces estas acciones han sido triunfos, pero el balance es positivo.
La influencia de los gobiernos nacionales y populares de la América Latina llegó a países de otros continentes y se pudo visualizar, finalmente y necesariamente la vital diferencia entre estos gobiernos populares y los neoliberales.
La propuesta de este momento histórico que se vive, es enfrentarse a los poderes con la mayor concordancia de los distintos sectores que forman la sociedad. No claudicar ni dejar de pelearla. A la primera concesión las fuerzas destituyentes avanzan rápidamente. Si se entrega el país como hace el gobierno de Macri, aplauden los vendidos de afuera y de adentro y los grandes medios difunden la grandeza de esa acción.
En abril de este año frente a la multitud reunida frente a los tribunales de Comodoro Py, en su apoyo, Cristina hizo la primera propuesta concreta acerca de cómo seguir: Llamó a la formación del Frente Ciudadano compuesto por todos aquellos que quieren estar mejor. Propuso que el Frente esté creado tomando como centro los derechos y la felicidad perdida, conformando un punto de unidad. Fundamentó la propuesta extensamente y recordó que la frase identificadora acuñada «La Patria es el otro» pasó a ser «La Patria es del otro» desde que gobierna la alianza Cambiemos.
La propuesta es abarcadora porque tiene en cuenta que el gobierno actual actúa para arrasar con las conquistas obtenidas en los últimos 12 años. Es decir que propone como primer paso, viendo las terribles consecuencias que van a sufrirse con las medidas económicas y sociales que ya pusieron en marcha, fortalecerse para resistir e impedir que este proyecto avance.
La mira va a tener que ser amplia y en varias direcciones. Las políticas implementadas deberán ser ajustadas con mayor rigor en lo económico, político, en lo sindical que es un punto fundamental. La amplitud para sumar a la gran mayoría no puede incluir a los que tratan de relacionarse amigablemente con el gobierno. La división es justamente los que están con la igualdad de derechos para todos y entonces sí hablar de Libertad, con la soberanía real de nuestro país sin dependencias ni subordinación a los Estados Unidos, o del otro lado los que aceptan este gobierno neoliberal con preferencias hacia los que más tienen y a los países del llamado Primer Mundo. Una cosa o la otra. O sea que la Propuesta del Frente Ciudadano, cuyo nombre sugiere que todos tienen posibilidad de estar incluidos, se propone hacer que los derechos adquiridos se retomen y se amplíen y se incluyan en la Constitución para que el Gobierno Nacional, Popular y Democrático, se afiance más y sea cada vez más difícil sufrir un revés como el que estamos viviendo ahora.
Sería necesario y, sobre todo, coherente que adhirieran al Frente y aportaran lo suyo, el progresismo, la centro izquierda y la izquierda lo que implicaría que han comprendido lo que significa la expansión de derechos, la exigencia de Memoria Verdad y Justicia, el enfrentamiento a las imposiciones foráneas que han tratado de poner a los distintos países que retomaron la lucha para construir la Patria Grande, que fue por lo que pelearon los gobiernos populares en Latinoamérica. Es decir los que desarrollaron los pensamientos de izquierda que no son sólo políticos, sino también ideológicos y éticos. No deben desconocer, porque la experiencia que estamos viviendo nuevamente neoliberal lo vuelve a mostrar, que siempre asociado a esta ideología viene represión y violencia institucional. Es su manera natural de proceder.
Hay mucho por hacer pero tenemos los elementos para poder recuperar lo perdido y avanzar con más fuerza. Nada está dicho porque la historia posible no es una sola. Sí está muy claro quiénes siguen queriendo hacer un mundo para pocos o los que estamos convencidos, y se ha demostrado, que trabajamos para incluir a todos y para repartir igualitariamente los derechos adquiridos. La unión de los que estamos de este lado hay que forjarla, también la coalición latinoamericana forma parte del soporte necesario para afirmar las conquistas libertarias. Es nuestra expectativa, debemos reconstruirnos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.