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Costo sociopolítico de los «errores» de la izquierda política en Guatemala

Fuentes: Rebelión

El pasado año, el actual Presidente de la República, Jimmy Morales, entonces, candidato político outsider, ante la pregunta de la presa sobre los crecientes conflictos sociales en el país, respondió con la fábula del «gato y el ratón». En ese momento, casi nadie le prestó atención al entonces cómico candidato. La ciudadanía indignada (luego de […]

El pasado año, el actual Presidente de la República, Jimmy Morales, entonces, candidato político outsider, ante la pregunta de la presa sobre los crecientes conflictos sociales en el país, respondió con la fábula del «gato y el ratón». En ese momento, casi nadie le prestó atención al entonces cómico candidato.

La ciudadanía indignada (luego de destituir y celebrar el encarcelamiento de su ex gobernante corrupto, Otto Pérez Molina) fue a las urnas y terminó eligiendo como su Presidente nada menos que a Jimmy Morales, candidato del partido Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación) organizado por militares activos y retirados más recalcitrantes del país.

En la corriente de la izquierda política, URNG y WINAQ presentaron su candidatura en coalición, y lograron mantener a sus ya conocidos únicos diputados (su entonces candidato derrotado a la presidencia, inmediatamente fue contratado como asesor principal del Presidente del Congreso de la República).

Uno de los aún denominados comandantes de uno de los grupos guerrilleros del pasado siglo, Pablo Monsanto, logró aglutinar electoralmente a algunas organizaciones indígenas y sectores de la sociedad civil emergentes. Así apareció el «nuevo» partido denominado Convergencia por la Revolución Democrática (CDR) que en las urnas logró catalizar la bronca política de un sector indígena y de la clase media urbana indignada, y logró colocar 3 diputados en el Congreso Nacional, denominándolos Bancada de la Dignidad, bajo la promesa de ser «trigo limpio» en la mazmorra de la corrupción.

Moraleja del gato y el ratón

En días pasados, como en un zarpazo felino estratégico el Presidente de la República logró capturar a la mayoría de los «ratones» del Congreso de la República y los «obligó» políticamente a votar por la única planilla oficial para la directiva del Órgano Legislativo. ¡Capturo incluso a los tres diputados de la Dignidad, y al único y reelecto diputado de la URNG. El de WINAQ apareció ausente en el tablero de votos.

Con qué «bocado» fue que cayeron los tres diputados outsider de la nueva izquierda digna. No lo dicen. El secretario general de la URNG confiesa que fue a cambio de «promesa de proyectos de desarrollo» que la población exige a su Diputado Walter Félix.

Ante esta captura política, las y los electores de la Banca Dignidad protestaron en las redes sociales. Incluso, la dirección nacional del partido de Convergencia pidió la renuncia de los tres diputados. Éstos se negaron a renunciar. URNG, guardó silencio.

Consecuencias sociopolíticas de los «errores» de la izquierda política para Guatemala

Control total del Estado por ex militares y empresarios anti movimientos sociales. El partido FCN-Nación, cuyo candidato cómico endilgó al electorado con la consigna de «ni corrupto, ni ladrón», con la captura de la dirección del Órgano Legislativo, ahora, tiene el control de los tres órganos del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial).

Esto tendrá severas consecuencias, no sólo para la «supuesta independencia y equilibrio de poderes» en la semántica de la teoría de la democracia, sino para las dinámicas de defensa y resistencias que los pueblos indígenas y campesinos emprenden en y desde sus territorios ante la invasión de empresas extractivas.

Hasta hace unos días atrás, el sector de militares y empresarios conservadores en función de gobierno sólo contaban con el control del aparato del Ejecutivo. FCN-Nación, apenas tenía un poco más de una decena de diputados.

En los últimos meses, este partido fue cooptando a diputados tránsfugas de los tradicionales partidos políticos repudiados por actos de corrupción, y ahora, se constituye en la primera fuerza política en el Legislativo. Y estos partidos tradicionales continúan ejerciendo el control casi total sobre los actores del aparato judicial del país.

¿Cuál es la suerte de defensores/as indígenas y comunitarias criminalizadas y perseguidas en este contexto de hegemonía política neoliberal? ¿Qué futuro tienen las luchas de resistencia desde los territorios en esta ya desigual guerra abierta no declarada?

Afianzamiento del desgano/hundimiento político en los sectores sociales excluidos. La autoafirmación social creciente de: «ni de izquierda, ni de derecha», sumada a la apatía generalizada, es una de las enfermedades colectivas que carcome a la ciudadanía urbana del país. Peor es, en el área rural.

Construir fuerza social sostenible y conciencia política acumulada es un desafío incluso casi superior al mito de Sísifo en la Guatemala actual. El desgano político es grande.

La gente que votó por los cinco diputados de la izquierda política lo hicieron abrigando esperanzas de trasladar su voluntad política hacia genuinas políticas públicas de transformación.

Ahora, ¿cómo seguir motivando a los históricamente derrotados, en un contexto político de sistemáticas equivocaciones (traiciones) de sus promisorios representantes de izquierda? ¿Cómo convencer a los desganados que los errores son a cambio de nada?

Garrotazo a la demandan de la democracia participativa desde los sectores sociales. Con leguajes diferentes, núcleos organizados de las grandes mayorías excluidas y saquedas del país, sueñan con transitar de la corrupta y excluyente democracia representativa hacia una democracia participativa. Lo dicen en sus propuestas de transformaciones estructurales al sistema político vigente.

Si bien en la legislación nacional no está contemplada la figura de la revocatoria de mandato, los movimientos indígenas campesinos sueñan con incorporar dicha figura en la nueva Constitución Política Plurinacional.

Pero, este cambio implica ante todo la predisposición de las y los representantes sociales y políticos electos por estos sectores. Creo que ése era el sentido performativo que el partido de Convergencia quiso dar a su solicitud de renuncia a sus tres diputados que los «traicionó».

La desobediencia de éstos, más allá de los cálculos políticos, es una puñalada letal al proceso de la transición hacia la democracia participativa impulsada desde lo cotidiano y desde abajo.

Estas son algunas de las consecuencias a mediano y largo plazo del «desliz» político persistente en la izquierda política de Guatemala. Una izquierda ampliamente adjetiva de neoliberal por prestarse políticamente a los intereses neoliberales con tal de mantener las migajas o privilegios que le provee su presencia en los intersticios sumergidos del Estado.

Uno de los activistas de las redes sociales resumía su desgano en los siguientes términos: «de la derecha lo sabíamos, de la izquierda sospechábamos».

Un costo sociopolítico que los representantes electos de izquierda no supieron medir. Más aún, algunos de ellos trataron de tontos a sus electores con su explicación de: «fue un error político sin beneficio a cambio», intentando justifica su voto a favor del afianzamiento del violento sistema neoliberal que nos saquea en los territorios.