Trágica e histérica es la política del Hegemón del Norte sumergido en todo tipo de agresiones para recuperar el estatus internacional que se le escurre por entre sus dedos y frente a sus narices. Su decadencia es brutal, en la caída de sus recursos, pérdida del consenso internacional, declinación de su infraestructura excepto en lo […]
Trágica e histérica es la política del Hegemón del Norte sumergido en todo tipo de agresiones para recuperar el estatus internacional que se le escurre por entre sus dedos y frente a sus narices. Su decadencia es brutal, en la caída de sus recursos, pérdida del consenso internacional, declinación de su infraestructura excepto en lo armamentista, sobre-expansión del capital en el extranjero, exceso del gasto público, sobreendeudamiento, crisis del dólar, pérdida del dinamismo económico, centro de la corrupción mundial, pérdida de socios comerciales, marginación política, económica y geográfica respecto del nuevo centro de desarrollo económico global (Eurasia), decadencia político-cultural de su sentido supremacista, imposibilidad de presentar opciones a la internacionalización avanzada del sistema, y siga contando.
Crudas tormentas son lo que viene, los imperialistas yanquis están encrespados en una feroz batalla mundial contra sus competidores y contra los pueblos porque no renunciarán a sus enormes privilegios, no les importa presenciar cómo hunden al planeta en la espiral de violencia, y degradaciones.
Pretenden rehacer el mapa político de Sudamérica. En Venezuela han montado un laboratorio fundado en los viejos preceptos de la subversión de una nación para imponerle un gobierno títere, pagos de guerra, división y sometimiento territorial como lo fuera en Panamá, las dos Coreas, Siria, etc. Por ello justifican esta guerra multilateral y multiforme de nueva generación, crea la crisis y pregona al mundo la difusión de una hecatombe. Su ofensiva tiene varios mandos, desde Miami se centran en la campaña de odio al pueblo venezolano tras la fachada de rechazo al chavismo; en el Departamento de Estado se fundan en el subsidio a la derecha, la dirección vergonzosa de sus líderes de oposición y las líneas políticas de desmantelamiento del país; en el Comando Sur se aplica el plan práctico coordinador de sus ejecutantes; desde la OEA se sigue en el intento de aislarlo; desde la mediática internacional se practica la mentira a granel para aturdir las conciencias e intervenir en los asuntos del país de la forma más grotesca y altanera.
Se creen que el pueblo venezolano y sus dirigencias no tendrían capacidad de enfrentar una a una y en su conjunto estas u otras amenazas a su constitución social, pero ya se están llevando grandes sorpresas a raíz de la convocatoria a la Constituyente, el impulso de las milicias populares, la reorganización popular, el viraje a la producción interna, la distribución de alimentos, y otras medidas importantes.
Las líneas imperiales y de las oligarquías criollas junto con sus políticos se sustentan en lo siguiente:
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Un cerco militar, el control del Caribe por el Comando Sur, las bases gringas en Colombia, los coacciones con armar y empujar a los ejércitos de Sudamérica contra la República Bolivariana.
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La caída auspiciada sobre los precios petroleros, el atraco de los productos del país por los monopolios para desviarlos a Colombia, el ataque a la moneda, el cierre de créditos, la paralización empresarial, la especulación bachaquera, los ataques de los grandes banqueros contra el sistema financiero nacional, la especulación del dólar desde Colombia.
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La implantación de una oposición golpista subsidiada, teledirigida y acicateada desde los Estados Unidos con un discurso de falsa bandera de libertad, sin embargo hasta ahora ninguna de esas insurgencias de ultraderecha y Estados Unidos nunca llevaron libertad a pueblo alguno, ¿por qué lo harían con el venezolano pataenelsuelo que tanto detestan públicamente?
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La implantación de un cretinismo clasemediero obcecado y mantuano, de sueño americano, subculturizado a lo Disney, puesto de espaldas a las tradiciones e idiosincrasia del país, que utiliza a sus jóvenes como carne de cañón, inclusive quiere que la juventud de los estratos populares se afrente de su condición social y rechace su propia causa.
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Las asechanzas de una alta jerarquía eclesiástica recalcitrante, presa de sus propias injurias, incapaz de rectificar o asumir posiciones congruentes con su credo, politizada hacia las posiciones imperiales y de casta.
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La configuración de un fenómeno de fascistización de los grupos de la ultraderecha pasando a la acción paramilitar muy instruida; implantando antivalores de destrucción de infraestructuras públicas y privadas, de odio y racismo social, clasismo, ensañamientos contra la vida humana y la naturaleza, un heroísmo de la maldad, bajo violación flagrante y sistemática de los derechos sociales de ancianos, mujeres, jóvenes y niños.
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Una política de asedios nacional e internacional que le impidiese a todo el pueblo venezolano ponerse de pie, reconocer a sus enemigos de clase, reforzar su unidad estratégica, despejar las confusiones, encender sus anhelos y entrar en posesión de sus atribuciones y facultades político-sociales de constituyente de la nación y el Estado.
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Distorsión de la realidad para culpabilizar al gobierno de los actos criminales de la derecha y aislarlo del pueblo, tanto porque así les conviene, como dado que a las clases opresoras y el imperialismo su infamia y cobardía les impide asumir la responsabilidad en estos complots.
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Una gran conspiración de la burguesía imperialista occidental, sus medios y redes sociales articuladas, como subversión de la democracia popular tachándola de dictadura a pesar de los amplios derechos concedidos a sus detractores.
Una subversión amenazante, guerrerista, sicótica y transgresora contra la vida y dignidad del pueblo, sus clases y sectores para que callen como debían hacerlo cuando los oligarcas detentaban todo el poder político. Dicha caotización resulta una subversión de la ética, la moral, la realidad, la paz social, el proceso democrático, las conciencias, las relaciones fraternas y los valores de la patria venezolana, ensayadas desde hace años, que fue tomando posiciones en medio del rechazo a los avances del proceso bolivariano. Es la subversión de las viejas clases decadentes, reaccionarias a los nuevos tiempos, que fabrican y reconstruyen las tendencias de sujeción imperialista por interés propio; que por si fuese poco suponen y hacen suponer que saldrán impunes sembrando matrices de opinión.
Pero hay que decirlo con sus palabras, en medio de todo, a pesar de esta coyuntura de guerra económica que padece el pueblo, en que se sufren reveces graves; nunca antes en su historia desde la lucha de independencia le había ido mejor al pueblo venezolano respirando aires de libertad e igualdad, aun con sus carencias, sus dificultades, o los errores, concesiones y vacilaciones cuestionables dentro del gobierno. Hasta las clases pudientes despegaron enormemente, acumularon y engordaron que dan espanto, más todavía con esta guerra económica a que le tienen sometido.
La cuestión es que esperan acabar con todo, borrar al proceso bolivariano de la historia del país, conducirlo de ser posible a una guerra civil, pues ya de entrada sería un gran negocio de la industria armamentista que le urgen guerras para arrojar bombas y vender equipos, según lo aseguran por el mundo. Y si se extiende a una región más grande, pues qué importa, al cabo que desde Nueva York y Miami ni se siente, el capital los hace y el imperialismo los junta.
Aquí se resalta la interrogación ¿qué han hecho todas esas esferas por sus pueblos?, a la hora de afrontar los problemas nadie de esas gentes ha abonado algo, todos complotan exacerban los problemas, saquean, pero no se les ha visto enviando recursos al país, resolviendo la especulación y el acaparamiento de las grandes empresas de alimentos que son suyas y no del gobierno. Al contrario, ha sido y es ese «odiado régimen del maldito Maduro» quien en los marcos de una economía todavía mixta, impulsa soluciones, llevó la construcción y entrega de viviendas en corto plazo hasta un millón seiscientas mil (y contando), abastece de productos de primera necesidad, crea cooperativas productivas, incentiva la producción agrícola, ganadera y pesquera, sube las cifras de la enseñanza gratuita; entre otras cosas sobre las que cabe una narrativa para que nuestros pueblos latinoamericanos distingamos las intenciones del tío Sam y sus cipayos, identificándose las consistencias de la larga lucha, sin apologías, simplemente para trascender el discurso de la burguesía y definir la orientación popular.
Por ese lado, si alguien cree que dicha subversión se circunscribe contra Venezuela, se equivoca, se pretende aplastar el ascenso popular en Brasil y Argentina, reforzar el encadenamiento de Chile, bañar en sangre a Colombia, aniquilar a Bolivia y Ecuador, desmantelar la reintegración del Caribe, pues a rio revuelto ganancia de petroleros. De la guerra se sabe cómo comienza, pero no cómo termina, sea activando mecanismos militaristas o estructurando a fondo la guerra económica y otras tesis. La agresión se cierne sobre Nuestra América, porque las malas cuentas del Hegemón yanqui las quiere cubrir con nuestra esclavización y exterminio.
Una guerra no terminaría con Venezuela, sino que comenzaría, siendo como es un negocio tan espléndido como para perder sus oportunidades. Los brasileños y brasileñas, Colombia, Ecuador y Perú no deben olvidar que igualito están amenazados por la geoestrategia yanqui de crear un país «independiente» en la Amazonía compartida con las enormes riquezas naturales que se posee.
La historia se hace, no se imagina, que dijera Juan Bosh, y qué «mejor ejemplo» que la invasión de Afganistán posteriormente expandida a los pueblos árabes, vuelvo y repito, el Estado gringo es un Estado conflictivo global. Visiblemente los gringos quieren refundar su patio trasero con un amasijo de republiquetas sin mayor resistencia a sus apetitos, los perritos apátridas de que habló Pablo Kuczynski. Preguntémonos qué gran nación ultra-desarrollada ha surgido como fruto de alguna intervención yanqui. Hasta donde se sabe, lo que hicieron en lo que llaman Medio Oriente fue una copia de lo sucedido en los Balcanes, fragmentar, forzar un mapa político de sujeción.
Si espulgamos cada uno de estos cachorritos, vemos que se trata de regímenes reaccionarios, hundidos en la decadencia, cundidos de parásitos politiqueros y financieros, subordinados al imperialismo y sus trasnacionales, gobiernos a hechura del capital financiero, neoliberales de pura cepa, corruptos que dan espanto, temerosos del reclamo constituyente en sus propios países, causantes de pobreza y malestar. Tan asesinos y represores desde México hasta la Argentina de Macri, ¡y enarbolan los derechos humanos contra los pueblos en digna resistencia y sus gobiernos democráticos!, hablando de orejas.
Con todo, Latinoamérica es un conglomerado de pueblos afines, culturalmente identificados, históricamente han compartido la misma suerte, una patria grande que no termina de nacer, una resistencia de todos sus confines contra las potencias, explotados y oprimidos con los mismos sueños de emancipación y unificación, una tendencia unánime de vida digna, de elevar la conciencia social y de clase en todos sus confines. El problema de las cuentas de la subversión imperial es que no colocan todos los factores actuantes, especialmente tratándose de un pueblo que en 18 años afrontó innumerables agresiones oligárquicas y de derecha en sus procesos de lucha, es decir, políticamente despierto y participante, con importantes conquistas qué defender, con logros frente a estas agresiones, y un horizonte histórico fundamental por el cual luchar hacia su bienestar social y liberación.
La problemática de las dos líneas que corren entre retroceso facho-neoliberal de linchamiento social o de revolución popular bolivariana está en que van echando chispas corriendo en paralelo, presionando por sus opciones, asentándose en sus tendencias, pero una de ellas se ha de apropiar del escenario. Sí claro, hay otras líneas encargadas de oscurecer los fondos del proceso, o de reclamar aquí y allá, de renegar o de hacer culto apocalíptico, de insana satisfacción ante las circunstancias, de rechazo a la continuidad histórica en las luchas independentistas y revolucionarias de acuerdo con las realidades concretas; pero aquí nos referimos a las tendencias de las condiciones de la lucha de clases, no a las apetencias intelectuales y gruperas que no asumen o no atinan a insertarse en un proceso al cual pueden y tienen mucho que aportar e influir.
Efectivamente, al externo del país se impone hasta ahora la mediática imperial de la violencia, para sembrar una intervención, en cambio al interno de Venezuela pese a todo el terrorismo de los pocos, se afianza la tendencia hacia la Asamblea Constituyente. El pueblo retoma su papel, debiendo hacer uso de todos sus instrumentos y recursos organizativos ahora logrados, y en ello asoma la perspectiva de rebasar a los opresores, burocracias y el estado de cosas para reforzar su espíritu revolucionario ampliando sus poderes y competencias. Es responsabilidad del pueblo y su gobierno resolver la situación con autodeterminación, nadie más lo hará como dice el dicho.
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