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Perú

La telaraña de PPK

Fuentes: Rebelión

A casi un año de gestión gubernativa, Pedro Pablo Kuczynski vive en el fondo de un pozo. Y pareciera no querer salir de él, como si juzgara que allí, anida su habitat natural. Su victoria, el 5 de junio del 2016, fue exigua. Se impuso a la mafia fujimorista porque logró acumular 42 mil votos […]

A casi un año de gestión gubernativa, Pedro Pablo Kuczynski vive en el fondo de un pozo. Y pareciera no querer salir de él, como si juzgara que allí, anida su habitat natural. Su victoria, el 5 de junio del 2016, fue exigua. Se impuso a la mafia fujimorista porque logró acumular 42 mil votos más que Keiko Fujimori, lo que le permitió ungirse como Mandatario, en medio del escepticismo de unos, y la sorpresa de otros. Desde entonces, el principal vecino de la Plaza de Armas desarrolla dos políticas descomunalmente erradas. Una, se refiere al escenario interno; y otra, al exterior. Veamos.

En el plano nacional, alienta porfiadamente la tentativa de un «gobierno de consenso», es decir de uno que logre sumar a las dos fuerzas que se enfrentaron el año pasado. Coherente con esa ilusión, en diversas ocasiones ha lanzado piropos a la denominada «Fuerza Popular», el engendro de la Mafia en nuestro tiempo. Busca «conciliar» con ella, lo que la calle llama «amaestrar a la fiera», procurando atenuar su ira.

En esa línea, ha barajado en distintas ocasiones la posibilidad de ceder ante la demanda fundamental -y casi exclusiva- que le plantea el fujimorismo: la libertad del más importante reo en cárcel, condenado impecablemente en el juicio más abierto y ponderado que se ha conocido en la historia del Perú.

Sobre el tema martilla mucha gente. Sobre todo la «prensa grande» y sus áulicos, que cada día insisten en la necesidad de «una política realista», es decir, un acuerdo que «sume» a las dos fuerzas que conviven en el Estado, y así sellen la brecha que hoy separa a la clase dominante Fernando Rospigliosi -señalado no hace mucho como asesor a sueldo de la embajada de los Estados Unidos- es uno de los más entusiastas en este asunto, pero lo secundan con empeño ejemplar Jaime de Altháus, Víctor Andrés Ponce y Aldo Mariàtegui, los columnistas favoritos del Imperio.

Se ha demostrado hasta la saciedad que jurídicamente no es posible liberar a Alberto Fujimori a través de procedimientos regulares. Su condena, alude a delitos de Lesa Humanidad -como el secuestro agravado-; pero su propia condición -es considerado uno de los 7 Presidentes más corruptos del mundo en el siglo pasado- desaconseja cualquier modalidad operativa.

Por lo demás, millones de peruanos se muestran vigilantes respecto a lo que pudiera definirse en torno al tema, que sin embargo, ha sido sistemáticamente edulcorado por «encuestas» prolijamente manipuladas. Ellas hoy otorgan un 59% de apoyo a la excarcelación de Fujimori frente a un 39% que se opondría a tal medida. Dicen así, que «la opinión pública» respalda la idea.

PPK manejó el caso por la vía parlamentaria, pero eso tampoco avanzó, Ni siquiera «Fuerza Popular» se avino al curioso procedimiento de legislar a favor de una persona, aun de manera indirecta. Y es que a Keiko, le luce más rentable tener a su padre privado de la libertad, que verlo en la calle; disputando el liderazgo de su sorprendente Panaca. Lo único que complace su extrema voracidad, es verse ungida Presidenta de la República. Para ella, todo lo demás, es secundario.

Por eso atiza su estrategia: derriba ministros, y trata a los titulares de portafolios como si fueran «tela de trapear». Recientemente la «mayoría parlamentaria» dispuso que el titular de economía se presente «en el día» ante el Congreso, para «dar explicaciones». Como las cosas no ocurrieron exactamente como ella lo deseaba, pende hoy la censura sobre la testa del ministro. En el contexto, los sirvientes de la Mafia aúllan: «o liberan a Fujimori, o censuran a los ministros» Y PPK busca un «plan B» para eludir el tema sin mojarse. Esa línea, lo induce a la derrota, y también al desprestigio.

La otra muestra de lo errático de la conducta presidencial, se refiere al escenario exterior. Recordemos que antes del 4 de noviembre del año pasado, PPK estaba contra Donald Trump, y llamaba a «cerrar filas con la Clinton». Incluso, cuando el Republicano se impuso en la contienda gracias a los «votos delegados», el Mandatario peruano expresó su pesar de manera abierta y pública. Y hasta aludió a «malos augurios» para nuestro continente.

Pero ahora, se ha convertido en el Presidente Latinoamericano que ha sostenido más entrevistas con el administrador de la Casa Blanca. Busca, denodadamente, «quedar bien» con él, para no perder su «estima». Piensa que mientras Trump lo apoye, nada habrá de pasarle en el Perú; que Washington le garantizará su continuidad en el gobierno, y que la Casa Blanca no respaldará ninguna aventura golpista de Keiko y sus adláteres.

Por eso, busca ser «la herramienta» de USA contra Venezuela y contra Cuba. Por eso declara un día sí, y otro también, contra el proceso bolivariano. Y por eso viaja a Francia y a España para hablar con los gobernantes de esos países contra la patria de Bolívar. No es «amor al chancho, sino a los chicharrones» se suele decir cuando fluye un interés distinto al que se proclama. Y ese es el caso.

El señor Kuczynski, -que debe informar a los peruanos a cerca de lo que «conversó» con el señor Trumph- sólo tiene contra Cuba o Venezuela las ideas conservadoras que bullen en su cabeza. Pero su interés concreto, es «hacer meritos» ante la administración yanqui para ganar su aprecio. Busca demostrarle que le es «útil» para la ejecución de su política. No repara, sin embargo, en tres elementos básicos: Que Estados Unidos nunca tuvo la razón en su conflicto con Cuba; que la Patria de Martí y Fidel, es imbatible; y que los pueblos del mundo -incluido el peruano- jamás dejarán sola a la Isla, baluarte de la dignidad en América. .

Estados Unidos está contra Cuba no desde ahora; ni siquiera desde 1959, cuando se inició el proceso revolucionario que tanto denigra la propaganda yanqui. Estuvo contra Cuba siempre, porque nunca quiso que ésta fuera una Patria Soberana. Siempre la consideró «parte inalienable» del territorio de los Estados Unidos. Su «ventana» al Caribe, su natural «Puerta de Ingreso». Recordemos a Ramón Williams Cónsul General de los Estados Unidos en La Habana en 1882: «La natural Ley de Dios, fuerza a Cuba a gravitar hacia los Estados Unidos». Y a John Crittenden, Senador por Kentucky, quien dijo 23 años antes: «Cuba nos pertenece geográficamente. Debe venir a nosotros. Debe ser nuestra, antes de mucho tiempo». Trumph «recoge» esa tradición, inscrita en el «Destino Manifiesto». Pero ella ha sido condenada por la historia. Jamás Cuba aceptó perder su soberanía. Ni quiso nunca, ser colonia. Los cubanos lucharon siempre por una Patria Libre.

Y es que, pese a todas las amenazas, se impuso la voluntad de Cuba, y de su pueblo. Los Infantes de Marina, que fueron vencidos también por Sandino en las montañas de las Segovias; debieron abandonar Cuba a inicios del siglo XX, y aunque el país del norte mantuvo a su sombra a los gobiernos derechistas y a las dictaduras asesinas que se apoderaron del país hasta 1959; finalmente tuvo que renunciar a ese «control» que nunca podrá «recuperar». Ni el bloqueo, ni las agresiones mercenarias, ni las conspiraciones secretas, ni las tramas urdidas, ni los atentados terroristas, ni los ataques políticos; pudieron doblegar al pueblo de Cuba. Si eso no ocurrió en el pasado, nadie puede suponer que sucederá en el futuro, cuando el régimen de dominación capitalista vive su más severa crisis de descomposición.

Por lo demás, los pueblos del mundo -incluido el nuestro- no olvidaran las lecciones de ética, moral y de solidaridad que nos brindara ese país hermano. Cubanos lucharon en Junín y Ayacucho por nuestra Independencia. Cubanos pelearon en nuestro ejército en la Guerra del Pacifico; y en reciprocidad, peruanos tomaron las armas en la lucha por la independencia de Cuba. Pero además, sangre de Fidel corre por nuestras venas desde 1970. Y la ayuda de Cuba se acaba de expresar -una vez más- en el norte. Nadie lo olvida.

La telaraña de PPK terminará por atraparlo. O cambia su conducta política, que lo conduce inexorablemente a la derrota; o terminará sus días, sin pena ni gloria.

Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera.    

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.