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Metas del milenio, nada de ayuda para el Sur empobrecido

Fuentes: AIN

A tres años de cumplirse la fecha programada para el logro de los titulados Objetivos de Desarrollo para el Milenio a escala global, meta trazada por el Consejo Económico y Social de la ONU, está claro que buena parte de la humanidad no podrá hacer tangible ese programa. Se trata, en síntesis, del compromiso adquirido […]

A tres años de cumplirse la fecha programada para el logro de los titulados Objetivos de Desarrollo para el Milenio a escala global, meta trazada por el Consejo Económico y Social de la ONU, está claro que buena parte de la humanidad no podrá hacer tangible ese programa.

Se trata, en síntesis, del compromiso adquirido por los líderes mundiales durante la Cumbre del Milenio del año 2000, y que incluye la reducción de la pobreza a la mitad en todo el planeta para este cercano 2015, entre otros importantes propósitos de notable impacto humano.

Para ello, las naciones más poderosas, aquellas que en buena medida deben su avance al saqueo y la explotación histórica de los países del Sur, quedaron emplazadas a entregar 0,7 por ciento de su Producto Interno Bruto anual con el fin de sufragar los programas destinados a combatir el hambre, la insalubridad, el desempleo y la carencia de educación elemental en las naciones del titulado Tercer Mundo.

Sin embargo, tal como denunció Cuba en días pasados durante la reunión de alto nivel del Consejo Económico y Social de la ONU realizada en Ginebra, para buena parte de los pobres del orbe no habrá resultados ni esperanzas de mejoramiento de sus avatares y angustias en el casi inmediato 2015.

Entre otras cosas, explicaban los representantes de la mayor de las Antillas, porque las grandes economías imperialistas han desoído deliberadamente el reclamo de apoyo realizado por las Naciones Unidas, y han incumplido en su abrumadora mayoría con las ínfimas cifras que se supone debían destinar a la ayuda exterior.

Las prioridades son otras, evidentemente. Entre ellas, la conquista militar de fuentes y rutas energéticas, el control sobre los cada vez más escasos recursos naturales y el posicionamiento geopolítico para cercar, atemorizar y destruir a posibles rivales.

Por si fuera poco, destacó Cuba en Ginebra, la actual crisis económica, generada en 2008, precisamente entre y por los expoliadores del mundo, ha incentivado nuevos problemas y desequilibrios entre las naciones empobrecidas, las menos preparadas para soportar semejante descalabro global por su condición de dependientes.

De haberse cumplido el compromiso de los ricos con las metas de Desarrollo del Milenio, no menos de 100 mil millones de dólares hubiesen fluido como apoyo a los más necesitados a escala planetaria.

Vale recordar, no obstante, que la reticencia de las naciones imperiales con respecto a ofrecer ayuda desinteresada a los pueblos subdesarrollados es actitud intrínseca del sistema socio económico que descansa en la explotación del hombre por el hombre.

El repaso, por ejemplo, a algunas de las votaciones claves en la ONU sobre proyectos de apoyo al Tercer Mundo pone en evidencia no solo el desentendimiento de potencias como los Estados Unidos, sino incluso su expresa actitud de rechazo a todo programa o principio que avale la asistencia al Sur geográfico.

Así, en 1978, Washington se opuso a elevar la calidad y cantidad del auxilio a los países empobrecidos. En 1979, se negó a aceptar la protección de las exportaciones tercermundistas. Para 1981 rechazó promover la cooperación con el mundo subdesarrollado, y un año más tarde se mostró contrario a asumir la salud, la educación, el empleo y la alimentación, entre los derechos humanos fundamentales.

Para 1985 vetó tres resoluciones sobre cooperación, prerrogativas del hombre, comercio y desarrollo, a lo cual se une, por más de dos décadas, el desconocimiento de la condena universal al bloqueo económico, financiero y comercial a Cuba, que constituye incluso acto de genocidio a partir de su ejecutoria y sus fines.