Tras el golpe parlamentario que destituyó a Fernando Lugo, acusado de pretender alinear al Paraguay al «eje del mal chavista», y acicateados por el imperio yanqui, los grupos más reaccionarios, hoy de nuevo en el poder, buscan reubicar a Paraguay en su antiguo rol de sicario imperial. El congreso hasta ahora no aprobó el ingreso […]
Tras el golpe parlamentario que destituyó a Fernando Lugo, acusado de pretender alinear al Paraguay al «eje del mal chavista», y acicateados por el imperio yanqui, los grupos más reaccionarios, hoy de nuevo en el poder, buscan reubicar a Paraguay en su antiguo rol de sicario imperial.
El congreso hasta ahora no aprobó el ingreso de Venezuela al Mercosur, pero Paraguay fue invitado como observador en la última cumbre de la Alianza del Pacífico (AP), un engendro yanqui, de clara orientación neoliberal. Llamativamente, la cumbre rechazó el ingreso de Brasil, que proponía una alianza con el Mercosur como conjunto y no en forma aislada como pretenden con Paraguay. El objetivo es bastante claro, aislar al Paraguay del área de influencia del poderoso Brasil y llevarlo a la AP, un bloque subordinado a los intereses norteamericanos.
Coincidentemente, Fernando Lugo y varios senadores electos por el Frente Guasu están sufriendo una despiadada campaña de parte de los medios corporativos, acusados de mantener vínculos con el E.P.P., una extraña guerrilla que opera en los montes del norte. Los medios de prensa al servicio de la reacción, se encargan de publicar en estos días una profusa información de dudosa veracidad sobre el nexo EPP-Lugo, con el indisimulado propósito de impedir su juramento como senador de la nación.
El presidente electo Horacio Cartes, a quien todavía le faltan dos meses para asumir, se ha convertido en un presidente concurrente, con más poderes que Federico Franco, un mandatario sin ninguna legitimidad social. Cartes, ya contrató los servicios de la MOSSAD (inteligencia israelí), que está montando una gigantesca plataforma de espionaje en todo el país, y el gobierno firmó un nuevo acuerdo de cooperación con su par colombiano. El ejército del país caribeño desde el 2005 opera en territorio paraguayo, bajo una alianza que todos denominan apéndice del «Plan Colombia».
Paraguay es un país controlado por el agronegocio y el narcotráfico, donde operan diversas mafias regionales. Según estudios, las actividades ilegales (narcotráfico, contrabando, tráfico de armas y piratería) movilizan alrededor de 15.000 millones de dólares anuales, el doble de las exportaciones legales del país. Tanto las mafias como la clase agroexportadora no tienen ningún interés en perder este floreciente mercado ubicado en el corazón del sur continental.
El imperio está herido, pero la desaparición física de Hugo Chávez lo ha envalentonado, y quiere recuperar el control regional. Con la AP boicotea los planes de integración surgidos con el liderazgo de Chávez, y en Paraguay ya desató una feroz campaña contra la izquierda, que con Lugo empezó a dar unos tímidos pasos, y la equipara casi como una peligrosa célula de Al Qaeda.
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