El diálogo convocado por el gobierno de Ollanta expresa el fracaso del pacto del Acuerdo Nacional (AN) donde los políticos del sistema se plantearon hace varios años atrás el 6% del PBI para dedicarle a la educación (ahora bordea el 2.8%), y otro porcentaje para la salud. Si a esto agregamos un contexto convulsionado como […]
El diálogo convocado por el gobierno de Ollanta expresa el fracaso del pacto del Acuerdo Nacional (AN) donde los políticos del sistema se plantearon hace varios años atrás el 6% del PBI para dedicarle a la educación (ahora bordea el 2.8%), y otro porcentaje para la salud.
Si a esto agregamos un contexto convulsionado como producto del continuismo del modelo neoliberal (protestas de cafetaleros, mineros artesanales, Gamarra, regiones por canon, etc.), y «la crisis de las vacas flacas» que amenaza con afectar nuestra economía, pues, entonces estamos hablando de un diálogo como respuesta a la fragilidad y dependencia de la economía nacional.
Y con «el arroz» que le tiró Ollanta a un Alan García soberbio por querer poner condiciones para dialogar, y al observar que el resto de partidos políticos iban a ir a la Mesa de Diálogo que comenzó el lunes 26, éste dio un giro táctico en su política y dio una conferencia de prensa con sus exministros diciendo que asistirá al diálogo, pero «sin agravios», es decir si dejan de cuestionarlo por los narcoindultos. Luego, se aunaron a este coro, los fujimoristas que también han manifestado su intención de participar, pero si les llega una invitación formal. Aunque ahora está en veremos la participación de Keiko.
Lo que llama la atención es la propuesta del Frente Amplio de Izquierda (FAI), que durante todo este tiempo ha tenido un rol más serio como oposición de izquierda, para ahora plantear resucitar el AN en vez de hacer énfasis en el cuestionamiento a la deuda externa (que se lleva más del 25% del presupuesto nacional), y la constitución fujimontesinista.
Entonces, lo que se avecina, es un entra y sale de Palacio de Gobierno, durante los próximos días, con sonrisas y abrazos, para la prensa, que en el fondo no es más que la necesidad de enviar un mensaje en aras de la «unidad nacional de defensa del sistema político», tan venido a menos por los escándalos de corrupción así como por la repartija que movilizó a miles de jóvenes de clases medias y colectivos sociales en varias partes del país contra el Congreso de la República.
«Hay dagas en la sonrisa de los hombres…», decía Shakespeare. Y en efecto, como en anteriores reuniones, después de la foto, cada quién regresará a su propia agenda política y continuará la crisis del régimen político. De no haber conciliación sobre los narcoindultos, pues, García, saldrá a torpedear a Ollanta. Igual el fujimorismo si es que no hay mejoras carcelarias para el ex dictador.
Ollanta solo tendrá como aliados débiles al «muerto político» Perú Posible, Solidaridad Nacional (ya limpiaron a Castañeda del caso Comunicore) y el PPC en menor medida, que son parte de la Mesa Directiva del Congreso.
En verdad, el dialogo real que el gobierno necesita es con los sectores populares en lucha. Sin embargo, Ollanta rompió con ellos al continuar con el neoliberalismo. Los acuerdos firmados con los cafetaleros, médicos, etc. no son más que un tirar la pelota para más adelante. Porque ya el Ministro de Economía ha dicho que «no hay plata» ni para los fonavistas. Y es que claro frente a un método donde es el piloto automático el que funciona, para Castilla, es más fácil recortar el canon para las regiones. Nunca hemos visto un Ministro más improvisado que éste que un día dice una cosa y otro día otra. Y que ahora como mago saca sorpresas como la ley para afiliar a los trabajadores independientes a las AFPs, que ha generado otra protesta civil.
Este es un diálogo de sordos.