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Perú, una causa perdida

Fuentes: Rebelión

Definitivamente la causa enarbolada por Keiko Fujimori y sus allegados es ya una causa perdida. Objetivamente ha perdido en todos los terrenos y ha visto –demudada- cómo ha fracasado cada una de las estrategias diseñadas por ínclitos abogados en lujosas oficinas de San Borja y Miraflores.

La primera de estas estrategias fue electoral. Buscó anular votos del candidato ganador presentando recursos, formulando apelaciones, presionando a los Colegios Electorales, amagando a los miembros del JNE, acosando a su Presidente,  solicitando una auditoria internacional, avasallando la independencia del ente electoral, denigrando su imagen. Fracaso total.  

Cinco semanas después del 6 de junio es claro que ninguno de los procedimientos usados fue efectivo. Todas sus demandas quedaron en el tintero.

Una segunda estrategia abarcó el área política. Ella se orientó a demoler a Pedro Castillo considerándolo algo así como un comunista y un terrorista y además insignificante.

Lo desdeñó por todo: campesino, agricultor, maestro de escuela, rondero, provinciano. Hizo mofa de sus dificultades y problemas. Y se burló hasta de su manera de vestir. Pero finalmente fue derrotada por él.

En este terreno buscó obsesivamente -y aún busca- meter una cuña entre él y Vladimir Cerrón. Enfrentar a Perú Libre y Nuevo Perú,  descalificar al dirigente del Partido primero y a Guillermo Bermejo después.

Acosar a la fracción parlamentaria dividiéndola artificialmente entre “castillistas” y “pro-Cerrón”, pero además puso  en su mira al Gobierno actual, a Francisco Sagasti, el mandatario en funciones y a su gabinete.

En el extremo pidió la intervención del Jefe del Estado a quien antes había negado derecho a opinión, y ante su negativa los suyos presentaron una “iniciativa parlamentaria” para declararlo “el peor presidente del Perú en los 200 años de vida republicana” a despecho por cierto del elevado porcentaje de aceptación ciudadana que hoy lo rodea.

También hubo una definida estrategia militar. Fue su tercera herramienta.  Los fujimoristas la iniciaron con pronunciamientos suscritos por exmilitares y expolicías en rechazo a la elección de Castillo.

La siguieron con llamamientos más definidos para recusar su proclamación después del 6 de junio. A la cabeza de esos dislates Morales Bermúdez, condenado a cadena perpetua por su participación en la “Operación Cóndor”

Al unísono  marcharon hacia el Ministerio de Defensa y la Comandancia General del Ejército e hicieron plantones en el Óvalo Quiñonez. Emplazaron al Comando Conjunto de la Fuerza Armada pretendiendo convocarlos para “defender la democracia” y “cerrar el paso al comunismo”.

Alentaron abiertamente un golpe de Estado consumando delitos de intento de rebelión y sedición que podrían llevarlos al banquillo. 

En cuarto lugar usaron una estrategia diplomática. Ella los llevó a la OEA, donde no los atendieron pese a que se rompieron los nudillos tocando las puertas de su sede en Washington DC.  Aprovecharon la ocasión, sin embargo, para anudar lazos por segmentos muy reaccionarios del Partido Republicano.

Buscaron alianzas en América Latina con Duque, Lasso de Ecuador  y Bolsonaro, sin encontrar el respaldo que tuvieran antes de junio. Luego pensaron en la Unión Europea y finalmente en VOX, ese conglomerado fascista español que se quitó del   conservador “Partido Popular” considerándolo “izquierdista”.

Fracasaron de comienzo a fin. El Departamento de Estado los rechazó abiertamente, la OEA se negó a atender sus demandas, los gobiernos europeos reconocieron la validez de las elecciones peruanas, la UE no quiso escucharlos. Y el “apoyo” de VOX solo sirvió para ponerlos en evidencia y aislarlos más.

Así, en quinto lugar usaron una estrategia parlamentaria. Buscaron jaquear a la Mesa Directiva, censurar a la Presidenta del Congreso para concretar mejor sus planes, tomar por asalto el Tribunal Constitucional, aprobar iniciativas parlamentarias a su antojo.

Y aún hoy sueñan con la posibilidad de construir contra Pedro Castillo una “mayoría parlamentaria” que le haga la vida imposible. No les importa el país. Sólo les interesa regir ellos el destino del Perú, tenerlo entre sus manos.

Y su sexta estrategia fue judicial.  Presentaron recursos de habeas data, se anudaron con Villa Stein para formular un “recurso de amparo”. Pusieron la mira a la doctora Elvia Barrio, encomiable presidenta de la Corte Suprema de Justicia.

Luego buscaron judicializar la cosa, abrir procesos contra los dirigentes de Perú Libre y su Partido, incoar sobre todo a Cerrón, a quien tienen en la mira con un odio descomunal y una desconfianza por cierto natural.

Pero pusieron en la mira a todos, a los que siguen lupa en mano. Gracias a ella detectaron una supuesta “declaración” del electo congresista Tito Peralta, quien habría dicho que en Lima “no puede existir una estatua de Pizarro el conquistador”. Lo acusaron de atentar contra el patrimonio cultural de la nación y pretender destruir un símbolo histórico de la capital.

Es claro, entonces, que fueron derrotados en todos los escenarios de la confrontación de hoy.  Por eso, mientras Pedro Castillo hace reuniones de trabajo para organizar gobierno Keiko prende velitas y reza rosarios.  Todos esperan a Castillo en el Gobierno.

Unos con esperanza y otros con miedo pero a nadie se le ocurre que Keiko pueda ser ungida.

Ella es una causa perdida.