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El 4 de febrero de este año leía al analista internacional indio, el exdiplomático MK Bhadrakumar, quien advertía que EEUU había levantado las sanciones económicas con las que abatía al pueblo de Afganistán desde hace más de 25 años.
Las secuelas de la derrota en Afganistán aunadas a su crisis estructural, tienen a EEUU sumido en un piélago de bandazos a diestra y siniestra.
Occidente siempre ha estado obsesionado por “salvar” al mundo, a las mujeres que usan velo y ahora, las mujeres afganas han entrado en su listín de víctimas a salvar. Este tema ha inundado los medios de comunicación y a líderes y lideresas occidentales desde agosto, cuando Kabul cayó en poder de los Talibán y EEUU tuvo que acelerar su espectacular huida.
Afganistán hoy es más pobre que en 2001, cuando se produjo la invasión norteamericana y de la OTAN. Ha estado inmerso en un espiral de guerras durante 45 años, de violencia y muertes sin pausa y está destruido y sembrado de minas antipersonales.