El congreso de Perú ha autorizado el ingreso de tropas armadas estadounidenses en territorio peruano en un paso más allá para consolidar una invasión consentida del país andino. Por su parte, según recogen los medios norteamericanos, el presidente demócrata John Biden y todo su gobierno han aceptado la invitación de los miembros de la cámara y están dispuestos a repetir en el Perú de 2013 el baño de sangre que la CIA propició en el golpe de estado de Chile el trágico 11 de septiembre del 1973.
Su cómplice en Perú, la mandataria Dina Boluarte, no parece dispuesta a frenar las masacres de manifestantes, líderes campesinos e indigenistas que aplica en su país contra las masivas protestas populares. Si el pueblo peruano no recibe inmediata ayuda de sus naciones vecinas con gobiernos democráticos -para las que la presencia de tropas estadounidenses es también una evidente amenaza a sus frágiles democracias-, la actual dictadura que sufre Perú se puede prolongar indefinidamente con cifras crecientes en los asesinatos de manifestantes que la represión policial viene provocando en las calles.
El proyecto de consentida invasión del país andino viene de la mano del congresista José Urquizo Maggia (NGP), presidente de la Comisión de Defensa Nacional, y ha sido aprobado en pleno por el congreso de la nación. José Urquizo afirmó que el proyecto de invasión cumple con los requisitos de la Constitución y contó, entre otros, con la aprobación de Carlos Tubino (GPF) que dijo que la presencia de las tropas estadounidenses era positiva se atrevió a afirmar que esta premeditada invasión del país por tropas extranjeras “en buena hora que se haga”.
Sólo tres de los 85 congresistas que asistieron a la deliberación se abstuvieron en la votación llevada a cabo en el día de hoy. La única discrepancia -si puede llamársela así- ha venido de la mano de Rosa Mavila (AP-FA) que pidió poner las cosas en su contexto político y que debería especificarse “quién viene y para qué viene”.
La sesión ha estado marcada por el sentimiento de culpabilidad que inevitablemente afecta a la clase política peruana en pleno, por lo que está pasando en Perú y por el silencio cómplice de todos los miembros del Congreso ante los asesinatos que la policía comete en las calles. De esta forma, todos los congresistas se convierten en traidores a su país y en coautores y responsables directos de las inevitables masacres que la presencia de tropas estadunidenses en territorio peruano pueda provocar.
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