El fracaso de Copenhague, la peligrosa inutilidad de las iniciativas sobre protección climática y el turismo como nueva forma de colonialismo y promoción de subdesarrollo.
Centroamérica, México y El Caribe constituyen una de las áreas más vulnerables ante el creciente deterioro del clima terrestre. La enorme desigualdad social que existe en estos países y la receta fracasada de generar desarrollo a través de la industrialización turística proveniente del exterior, contribuyen a acentuar su vulnerabilidad. Reivindicar el rescate de la deuda climática del Norte y levantar la voz como región, para exigir la transferencia masiva de recursos económicos y tecnológicos, debe ser la prioridad en la próxima Cumbre Climática de Cancún (COP 16), que tendrá lugar entre el 30 de noviembre y el 7 de diciembre de 2010.
Según Joan Buades, investigador sobre turismo y cambio climático de ALBA SUD y miembro del Grupo de Investigación en Sostenibilidad y Territorio (GIST) de la Universidad de las Islas Baleares, hay muy poca conciencia de la extrema vulnerabilidad que existe ante el cambio climático en el área de Centroamérica, México y El Caribe. «Todos los estudios indican que van a ser zonas muy afectadas en el futuro. Buena parte de su población vive en los litorales y uno de los fenómenos colaterales del cambio climático, es la correlación que existe entre el aumento de la temperatura del agua en los mares y la acidificación de los océanos.
Esto -explicó Buades- va a incrementar la cantidad y la fuerza de los huracanes. Estamos en una situación de máxima alerta, acentuada por la enorme desigualdad social que existe en esta región. El impacto económico y humano va a ser aún más desastroso», aseveró.
El investigador evidenció también como todos estos países contribuyen de manera mínima al cambio climático. «Es una situación paradójica. En la región las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) son muy bajas y las poblaciones van a ser las primeras que van a pagar los platos rotos.
En este sentido – continuó Buades – Centroamérica, México y El Caribe deben retomar lo que los movimientos sociales y algunos gobiernos, como Bolivia, reclamaron en Copenhague. Es decir, una justicia climática global.
Hay una deuda climática histórica de los países ricos del Norte con los del Sur. A ellos les toca pagar la adaptación de estos territorios y sociedades para que puedan protegerse del cambio climático», sentenció.
El turismo depredador contribuye al cambio climático
No son pocos los que se preguntan qué tiene que ver el turismo, las millones de personas que, todos los años, cruzan océanos para relajarse bajo las palmeras caribeñas, con el cambio climático.
«Tiene mucho que ver, porque las sociedades de estas zonas altamente vulnerables apuestan ciegamente por el turismo para desarrollarse. El turismo que viene de lejos, en aviones, con paquetes todo incluido, es insostenible por motivos climáticos.
Es por eso – explicó el investigador de ALBA SUD – que algunos países como el Reino Unido y Alemania, están pensando de crear tasas aéreas por motivos climáticos. Esta medida va a encarecer notablemente los paquetes turísticos y los vuelos intercontinentales. Como climáticamente ya no puede crecer el volumen de tráfico aéreo hacia estas zonas, apostar por el turismo masivo desde Norteamérica y Europa no tiene realismo económico».
Según Buades, en estos países que viven una fuerte alerta climática, se sigue sacrificando dinero público para invertir en un modelo económico que no tendría un futuro más allá de 20-25 años.
«Es un modelo que, además, incrementa la deuda climática, porque es científicamente comprobado que los vuelos contribuyen al efecto invernadero. El turismo masivo hacia estas regiones actúa como un acelerador del cambio climático», explicó.
La profunda crítica a este modelo de turismo depredador va más allá
De acuerdo con diferentes estudios científicos, la promesa de las empresas turísticas transnacionales y de las mismas Naciones Unidas, de que el turismo sería la vía más fácil para llegar al desarrollo para los países del Sur, se ha revelado una gran mentira.
«La realidad es que países del Sur que en los últimos 25 años se han turistizado muy rápidamente, hoy son zona con índices de desarrollo humano bajísimo. Hay un informe del PNUD para República Dominicana que, por ejemplo, demuestra que las provincias turísticas son las que menos desarrollo social y humano tienen. Lo mismo ocurre en Jamaica y Costa Rica. El dinero que manejan las grandes transnacionales turísticas no se queda en el país, sino que se fuga. Se calcula que no menos del 75 por ciento del dinero que circula por estos Resorts vuelve a los países ricos vía paraísos fiscales. En las comunidades locales queda no más del 15-20 por ciento».
Un negocio altamente rentable. Verdaderas minas de oro para las transnacionales del turismo que, según el investigador, «lavan el dinero negro invirtiéndolo en este sector y tienen un retorno de capital espectacular. A la población local le quedan las migajas de esta orgia económica.»
«Nuestro objetivo como investigadores es decir que más turismo no significa más riqueza para la mayoría de la población. Agravar la situación de pobreza y desigualdad social es uno de los elementos que contribuye a una mayor vulnerabilidad ante el cambio climático», aseveró Buades.
Las soluciones placebo del Norte
Ante la grave problemática del cambio climático, los países ricos del Norte han inventado iniciativas de protección climática que, además de ser inútiles, son un gran negocio para las organizaciones financieras internacionales.
«Los Mecanismos de Reducción de Emisiones para la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD) son verdaderos juegos de magia, con los cuales los países del Norte y sus transnacionales intentan seguir contaminando, a base de subvencionar el cuidado de bosques tropicales en el Sur.
Además, -explicó Buades- estos países ricos ya han dicho que no serán subvenciones a fondo perdido, sino créditos que va a incrementar la deuda externa de los países del Sur. Son medidas que nada tienen que ver con la protección de la naturaleza y el rescate del clima».
Para el investigador de ALBA SUD y miembro del GIST se trataría de otra forma de «maquillaje verde» que, además, contarán con la participación del Banco Mundial y el FMI. «Estas instituciones que han profundizado el subdesarrollo en los países del Sur, pretenden ahora las que deciden sobre proyectos y que manejan la manera de transferir el dinero. Hay que impedir que se transformen en las protagonistas y las intermediarias financieras del rescate climático», aseveró Buades.
Una sola voz
Ante esta situación que agravará el fenómeno de la migración y de la inseguridad alimentaria, «las poblaciones del Sur tienen que defender un esquema de rescate de la deuda climática. Es fundamental que todas estas zonas comiencen a pensar como región y construir una voz fuerte en las negociaciones internacionales sobre cambio climático. Deberán hacerlo en colaboración con los movimientos sociales y los gobiernos locales, para bajar la factura de CO2 y GEI, y ayudar a un verdadero desarrollo que el Norte les debe», concluyó Buades.