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Desde el principio de la pandemia han existido intentos por establecer criterios que permitieran la progresiva incorporación de parte de la población a la normalidad. La hipótesis es razonable: con aquellas personas en las que sea poco probable desarrollar daños graves por la infección (bajo riesgo personal) y/o que tengan mínima opción de contagiar la enfermedad a otras personas (bajo riesgo social), se podrían relajar medidas de distanciamiento y/o convivencia. El marco de discusión es: restricciones segmentadas vs restricciones indiscriminadas. Pero en ambos extremos se cometen errores, hay efectos secundarios sobre la salud y emergen aspectos éticos problemáticos.
A propósito de la censura al debate sobre la vacuna del papiloma en Vigo.