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En Argentina no “es la economía, estúpido”, como se adjudica a Bill Clinton en el debate electoral de 1992 con George Bush (padre).
Sombras y alguna luz frente al oscuro panorama que, en Argentina, ofrecen los primeros días del año.
El resultado de las elecciones del 19 de noviembre supuso una derrota para el peronismo de centroderecha, pero, lamentablemente, también para todo el pueblo argentino, incluso para la parte de él que votó a La Libertad Avanza (LLA) a modo de castigo de la partidocracia liberal o de apuesta a superar la agobiante inflación y sus dramáticas condiciones de vida.
No todos la pasan mal en el mundo y en la Argentina.
Esta nota integra el libro “Malvinas: una memoria abierta”, editado por GES, con la dirección de Conrado Yasenza, director de La Tecl@ y aportes de Raúl Zaffaroni, Ricardo Aronskind, Vicente Zito Lema, Noé Jitrik, Rodolfo Yanzon, Eduardo Rinesi, Alicia Castro, Ruben Dri, Carlos Raimundi, Luis Bruschtein y otros.
«Nos extremamos y perdimos el voto de centro que nos apoyó en 2019»
La previsible derrota en las PASO del Frente de Todos (FdT) puso en evidencia su incapacidad para percibir la magnitud de la desesperación de amplios sectores de la población por la falta de trabajo y la miseria, herencia del macrismo incrementada por la pandemia, pero ajena a las prioridades de una gestión económica que privilegió el ajuste fiscal y los condicionamientos del FMI.
Primero quienes despedían trabajadores, a los que Alberto Fernández calificó como “infames”, continuaron despidiendo, violando una ley y burlándose del enojo presidencial.
El presidente Alberto Fernández aplica desde este viernes prudentes restricciones a la circulación y algunas actividades como las recreativas y gastronómicas, y al menos quince días de educación virtual en todos los niveles, en medio de la dramática segunda ola de la pandemia que afecta al planeta y la región.