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Cuba se convirtió esta semana en el primer país del mundo en acometer una masiva campaña de vacunación contra el covid-19 en niños de 2 a 11 años, al iniciarla con la totalidad de este grupo etario en la provincia de Cienfuegos.
La Revolución Cubana ha salido fortalecida una vez más de otra feroz embestida de Estados Unidos(EU), que buscaba provocar un estallido social y el derrocamiento por la fuerza del proyecto revolucionario.
Desarrollar vacunas propias contra el covid 19 era una necesidad imperiosa para Cuba, un tema de soberanía y seguridad nacional.
Veinte años de ocupación estadounidense y de la OTAN (2001-2021) no han podido impedir el fulminante regreso al poder del Talibán, que nunca fue derrotado. Solo se replegó a las áreas montañosas y rurales durante la ocupación y desarrolló una guerra irregular sin exponerse demasiado ante un enemigo muy superior en tecnología militar y con abundante aviación de ataque.
La arremetida de la derecha peruana contra el gobierno del presidente Pedro Castillo Terrones comenzó mucho antes de que éste fuera proclamado presidente después de muchas dilaciones –desde que se vio inevitable su paso a la segunda vuelta electoral– y se redobla por días con virulencia y cariz francamente golpista.
En América Latina y el Caribe se presentan o vislumbran nuevos desarrollos que deben impactar positivamente en la consolidación de lo que ha dado en llamarse segunda ola progresista. Esta ola se habría desencadenado con el surgimiento de nuevos gobiernos populares en la región, después de varias derrotas del progresismo desde Honduras y Paraguay hasta Brasil, Argentina, Ecuador, Uruguay y Bolivia.
El discurso de Andrés Manuel López Obrador en el Castillo de Chapultepec tiene categoría de documento de gran trascendencia histórica como proyección de futuro para América Latina y el Caribe que –subrayó el presidente de México– debe mantener vivo el sueño de Bolívar y recrear su proyecto de unidad entre los pueblos de América Latina y el Caribe.
La llegada a la presidencia de Perú de Pedro Castillo es una gran victoria política de las fuerzas de izquierda, populares y progresistas agrupadas en torno a su candidatura. Llamada sin duda a tener una sensible repercusión, no sólo en el importante país andino, sino en la geopolítica de América Latina y el Caribe.