Aurelio Pedroso

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Allá por los 80s del siglo pasado asistí a una muy selecta conferencia de un experto extranjero, amigo de Cuba, que aseguró en aquel entonces a la reducida concurrencia que, si el mercado negro se politizaba, los días de la revolución estaban contados.

Con mucho más impulso y pasión desde el exterior de la isla que en el propio escenario de los acontecimientos, la tan cacareada marcha resultó un incuestionable fracaso tal y como habían pronosticado las autoridades locales.

Cuentan -y no es para menos- que la buena nueva saturó las redes sociales. Tenemos vacuna y autóctona. Ya casi que no es noticia. Es historia y de las grandes, de las memorables.

Tuvo que ponerse seria la crisis, para que finalmente las autoridades políticas y económicas abrieran el banderín para el fomento y legalización de la actividad privada con más de 2 000 nuevas oportunidades. Y ojalá sea un proceso marcado por las facilidades y no el excesivo control burocrático que sigue haciendo de las suyas en plan zancadilla o entorpecedor.

Hace poco tiempo, conversando de manera muy privada con un afamado y cualificado médico, le preguntaba si era posible que personas con elevadas responsabilidades en el país podían conciliar el sueño en medio de tantos y acuciantes problemas por los que atraviesa la isla en estos tiempos de pandemia casi incontrolable y para colmos abrazados en un ambicioso plan de reformas de la economía y las finanzas en medio de una severa crisis en la alcancía nacional.

No piense el lector que, por descuido de mi santa madre, debí caerme más que veinte veces de la cuna y recibir fuertes golpes en la cabeza, pero estoy a punto de convencerme de que en nuestro país no hay la menor posibilidad de hacer decentemente agricultura por una sola razón: la falta de tierra.

Aunque el susto no implique necesariamente miedo, la capital cubana nos está inquietando cada mañana cuando el doctor Francisco Durán pone cara de circunstancias para anunciar que el rebrote del virus pretende campear por su respeto en cada municipio de la urbe y ahora mismo por Ciego de Ávila, a más de 400 km de aquí y hacia donde ha debido viajar con urgencia el propio ministro de Salud Pública.

Quizás, con muchas probabilidades de que así sea, la llamada tercera edad y última porque nadie habla de una cuarta, sea la que más mal la esté pasando en esta inacabable pandemia de virus combinada con indisciplinas de todo tipo.

La sabia y milenaria cultura oriental sostiene que cuando un hombre comienza a hablar de su pasado nos está dando la primera señal de vejez. En Cuba, sin embargo, habría que agregar que desde la hora en punto en que nos colocamos al cuello una cinta con tantas llaves como estrellas en el firmamento, también […]

Disipada la interrogante por ambas partes contenciosas, no habrá de momento ruptura de relaciones diplomáticas entre el imperio y la isla. Era lo que nos faltaba para terminar el año, que volviéramos a cero, sin asomos de esperanza para una necesaria tranquilidad entre ambas orillas y mejor armonía familiar. La otra sorpresa fue, sin lugar […]

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