Cándido Marquesán Millán

Artículos

Esta España nuestra es un país extraño, un tanto peculiar. O si se quiere, se sale de lo común. Es un país excepcional. Me explicaré. En esta España nuestra existen un conjunto de instituciones intocables. No se te ocurra criticarlas, porque corres el peligro de ser acusado de antipatriota, o incluso, de ser llevado a los tribunales. Me estoy refiriendo a la Iglesia Católica, el Ejército, la Judicatura, la Monarquía, los grandes poderes económicos, y algunos medios de comunicación. Tales instituciones perfectamente ensambladas se autoprotegen. Y cualquier conocedor de nuestra historia sabe que todas ellas han supuesto un grave impedimento para el progreso de este país.

He podido leer con autentico interés el artículo de Paloma Aguilar, catedrática de Ciencia Política de la UNED, Jueces, represión y justicia transicional en España, Chile y Argentina, del año 2013. El título es suficiente explícito de cuáles son sus objetivos. ¡Qué cantidad de desconocimiento tenemos todavía los españoles sobre ese periodo tenebroso de nuestra historia reciente, la dictadura de Franco! E igualmente no sé si somos conscientes de algunas de sus secuelas que perviven en nuestra democracia. Sobre lo primero, de ese desconocimiento, y de sus secuelas versarán las líneas siguientes.

El autor recopila en este artículo todos los derechos y libertades que la II República otorgó a las mujeres y que fueron cercenados durante la dictadura franquista.

Raíces de la desigualdad

“El ideal meritocrático no es un remedio contra la desigualdad; es, más bien, una justificación de esta” (Michael J. Sandel)

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