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Seis años transcurridos desde aquella fatídica noche del 26 de septiembre de 2014, la búsqueda sigue y el reclamo popular se mantiene, en lo profundo de la nación las venas persiguen abiertas latiendo por la herida constante, los vientos del llamado cambio soplan sin dirección fija, hay avances sí, ciertas nuevas formas ¿pero y el fondo? Apariencias de voluntad mientras la estructura queda intacta, la esperanza de justicia es fuerte, sin importar el cansancio, los tiempos de inmundicia vividos y las puertas cerradas con candados flagelantes del capitalismo y su desdén.
Transeúntes en la tierra del olvido, expulsados de su propio terruño, van los oprimidos recorriendo con el pesar de los días y tiempos, las calles segregadas pretendiendo saciar el hambre y pagar las deudas inmorales impuestas por las corporaciones y monopolios, despojados de todo aquello que producen con su fuerza de trabajo, alejados de sus natales infancias, arrojados a la tragedia humana en el baile de la farsa gubernamental. Son los proletarios sobrevivientes del exterminio llamado “modernidad”, mujeres y hombres, que con su trabajo edifican las ciudades-comunidades, producen la riqueza y sostienen a las sociedades.
El anuncio del “Plan de Mejora a la Movilidad Urbana para el Centro Histórico de Mérida” en el marco del llamado “Acuerdo de Reapertura Económica Segura” viene a confirmar lo mencionado tiempo atrás, el maquillaje es una característica de la administración actual gubernamental en el Estado.
El 3 de septiembre de 1940 nació en Montevideo, Uruguay, el escritor Eduardo Galeano, uno de los más destacados pensadores latinoamericanos de las últimas décadas. Falleció el 13 de abril de 2015, en estas horas, estaría celebrando 80 años. Con su obra, liberó a los géneros literarios robándoles sacralidad para impregnarlos de memoria, compromiso y humanidad.
Lo que se ha llamado “nueva normalidad”, dista mucho de algo desconocido, es más bien, el deseo alevoso de gobernantes en todos los niveles por condenar a la clase trabajadora y a los sectores populares a la normalización de la tragedia y la farsa, pues si ya de por sí, la realidad que precedía al […]