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Es una vergüenza ver el desvalimiento que se impone a los ciudadanos obligándoles a recibir servicios por medios informáticos y concertar actuaciones imprescindibles y obligadas en muchas ocasiones. El cinismo de presentar la brecha generacional como algo beneficioso para los mayores, que va en detrimento de las jóvenes generaciones (a las que los mayores, con su productividad han legado no poco), en lugar de resaltar la imposición de modos de operar que benefician a quienes acumulan dineros sin fin, bajo la cobertura de la modernidad juvenil y a mayor abundamiento, con la justificación incluso de los partidos que se autoproclaman de izquierdas u obreros, pero que sirven a los señores que les prestan el dinero para sus campañas y a veces se lo condonan, con cargo a humildes accionistas.