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El viejo orden restablecido desde la remoción del Primer Ministro Imran Khan, en abril del 2022, ha traído a Pakistán los problemas de siempre.
Todas las fronteras africanas, trazadas a fuerza de la angurria colonial, son un factor de constantes disputas, ya no solo por las naciones que las comparten, sino por las diferentes etnias que, en muchos casos, han quedado de uno u otro lado de esos trazos, por lo que cualquier conflicto repercute siempre en algún país vecino.
La represión policial en Mozambique ya ha provocado más de 30 muertos y un número cercano a los 100 heridos. El país africano, desde finales de octubre, se encuentra en un virulento estado de convulsión, tras las acusaciones de fraude y manipulación de los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 9 de octubre. Muchos de los muertos y heridos han sido producto de la utilización, por parte de las fuerzas de seguridad, de balas de plomo.
Según estudios recientes, el noventa por ciento de los tres millones y medio de rohingyas que existen en el mundo se han convertido en apátridas. Desperdigados fundamentalmente entre Bangladesh, Indonesia, Malasia, India y Arabia Saudita, han sido obligados a abandonar Birmania por su condición de musulmanes frente a una apabullante mayoría budista.
Mientras la guerra de Tigray (2020-2022), que dejó entre 800.000 y un millón de muertos, continúa siendo un murmullo incómodo para el Gobierno del Primer Ministro etíope, Abiy Ahmed, y quedan por resolver un universo de cuestiones, entre ellas, la investigación por los crímenes y abusos de las tropas eritreas que combatieron a favor de Addis Abeba, otros sonidos cada vez más estridentes se suman. Entre ellos la tensión con Egipto y Somalia, que sigue escalando día a día.
La guerra civil de Sudán entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS), el ejército regular al mando del general Abdel Fattah al-Burhan, presidente del Consejo de Soberanía de Transición, y el grupo paramilitar Fuerza de Apoyo Rápido (FAR) liderada por Mohamed Hamdan Dogolo, alias Hemetti, no parece tener fin, por lo que continúa batiendo récords.
Por extraño que pueda parecer, desde hace poco menos de un año se está incrementando la presencia de Hungría en el Chad, dos naciones que, hasta ahora, mantenían vínculos todavía muchos más remotos que los 4.000 kilómetros de distancia, que, en línea recta, separan a Budapest de N’Djamena.
Que el Primer Ministro indio Narendra Modi es un mesiánico capaz de las peores aberraciones en defensa de sus intereses, articulando y fomentando el fanatismo religioso, no es una novedad para nadie.
En el marco del genocidio que los sionistas están perpetrando, con el auspicio de los Estados Unidos, contra Palestina y Líbano, Irán ha demostrado que tiene mucho que decir.
El pasado sábado 12 en el distrito de Kurram, en la provincia pakistaní de Khyber Pakhtunkhwa (K-P), próxima a la frontera con Afganistán, fue asaltada una caravana que transportaba miembros de la tribu Mangal, de confesión sunita, que se dirigía hacia Peshawar, la capital provincial.