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Un nuevo, y en este caso inédito, capítulo se acaba de escribir en la larga lucha de Baluchistán, por conseguir su independencia de Pakistán.

En un Medio Oriente abandonado por el mundo en manos del régimen sionista, al que solo le resta escriturar los territorios usurpados tras la brutal embestida que inició el ocho de octubre del 2023.
Desde el comienzo de Ramadán el pasado viernes 28, el mes sagrado de los musulmanes, tres importantes ataques se produjeron en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa (KP) en el noreste de Pakistán.

Como suele suceder, en las periódicas guerras de la República Democrática del Congo (RDC), al iniciarse estallan en todos los medios del mundo y rápidamente, el espacio en esos mismos medios comienza a diluirse. Quizás porque existe la garantía de que la guerra va a continuar inalterable, discreta, y cuando la información se retome, como es su costumbre, allí estará, con sus crecientes números de muertos, desplazados y horrores, siempre permanentes, siempre cambiantes.

De los muchos grupos insurgentes que operan en África, quizás la mayoría, que dicen estar bajo tal o cual bandera o defender a un dios u otro, con el tiempo ha quedado demostrado que no son más que organizaciones criminales que bajo una fachada determinada defienden un solo interés: el propio.
Desde que los talibanes entraron victoriosos en Kabul en agosto del 2021, al mismo ritmo que las relaciones con Islamabad se fueron deteriorando Nueva Delhi ha ido estrechando los lazos con los mullahs.

La guerra civil sudanesa, que cumplirá dos años el próximo 15 de abril, además de haber devastado íntegramente al país demoliendo prácticamente toda su infraestructura, reduciendo a escombros sus ciudades con la mayoría de sus hospitales, e impidiendo que las áreas de producción agrícola pudieran seguir siendo explotadas, ha producido la mayor crisis humanitaria de la actualidad.

Bukavu, la capital de Kivu del Sur y la segunda ciudad más poblada del este de la República Democrática del Congo (RDC), ha caído el pasado domingo 16 bajo el control de los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo (M-23), a los que acechaban desde hace más de quince días, tras haber tomado Goma, la capital de Kivu del Norte, el pasado 27 de enero. (Ver R. D. Congo: Todos los caminos conducen a Goma).

No importa cuánto dure, ni cuántos muertos deje, tampoco las consecuencias que produzca, en esta nueva guerra en la República Democrática del Congo también todos sus muertos volverán a ser olvidados.