Guadi Calvo

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Estados del noroeste y algunos del centro norte de Nigeria desde hace poco más de quince años han ido lentamente cayendo bajo el accionar del grupo terrorista Boko Haram, y tras el cisma de 2015 también se han incrementado las operaciones del muy activo Wilāyat Garb Ifrīqīyā Provincia del Estado Islámico del África Occidental, ISWAP, también conocido como Dáesh-Wap, ambos tributarios del Dáesh global, los que también operan en la cuenca del lago Chad.

Mientras un cada vez más atribulado y perdido Joe Biden, en vista de la campaña electoral que en pésimas condiciones de salud debe enfrentar a su contendiente Donald Trump, que como siempre se siente en su mejor momento y cada vez más convencido de que ya la tiene ganada, el presidente de EE.UU. titubea entre salir o terminar de entrar a la guerra de Ucrania.

Según lo que había anunciado el presidente de Somalia Hassan Sheikh Mohammed en 2022, el ejército de su país se encontraba preparado para resistir las operaciones del grupo terrorista al-Shabaab -la franquicia de al-Qaeda para el Cuerno de África- una vez que la Misión de Transición de la Unión Africana (ATMI) terminara su repliegue después de 17 años. Pensaba que su plan, con el título de “Guerra total al terrorismo”, le daría en solo cinco meses la victoria definitiva, aunque sí es cierto que en 2022 el gobierno federal somalí había logrado más avances en la lucha contra el terrorismo que en los cinco años anteriores.

La pírrica victoria de Narendra Modi en las elecciones celebradas entre abril y junio, con las que alcanzó un tercer mandato, se dieron en un peligroso contexto de exacerbación del nacionalismo y políticas claramente autoritarias.

Mientras Moscú traza línea de acercamiento hacia el Gobierno afgano, aislado del contexto internacional desde que los talibanes sellaron su victoria en agosto del 2021, tras veinte años de ocupación estadounidense, medios vinculados a la inteligencia de los Estados Unidos han comenzado a agitar, una vez más, versiones sobre que el país de los mulás se está convirtiendo en un santuario para algunos grupos terroristas.

A más de tres años del golpe militar en Birmania y en la corta historia independiente del país (1948), por primera vez las omniscientes Fuerzas Armadas (Tatmadaw), que de manera absoluta o desde las sombras se han mantenido en el poder, se encuentran política y militarmente acorraladas por las distintas milicias étnicas regionales que a lo largo de la historia han luchado contra poder central de Naypyidaw. (Ver: ¿Birmania hacia la balcanización?).

El primero de junio finaliza el proceso electoral indio que había comenzado el pasado 19 de abril y cuyo resultado se conocerá el próximo día 4 de junio, después de que 969 millones de ciudadanos, sobre una población total de 1400, pasaran por el más de un millón de centros electorales. (Ver: Elecciones indias: De la desmesura electoral a la desmesura religiosa).

Corrido por el avance de la ultraderecha de su país y de Europa y con la necesidad frente a sus votantes de mostrarse resolutivo, el pasado jueves 23 de mayo el presidente Emmanuel Macron, para contener los disturbios que amenazaban con incendiar la isla, (Ver: Nueva Caledonia, otro adieu à la France), junto a los Ministros del Interior y de las Fuerzas Armadas se vio obligado a recorrer los casi 18.000 kilómetros que separan París de Numea, la capital de Kanaki en pleno Indo-Pacífico, ocupada por Francia en 1853 cuando pasó a ser conocida en Occidente como: Nueva Caledonia.

A nadie puede sorprender que al mismo ritmo que los gobiernos revolucionarios del Sahel Central (Burkina Faso, Mali y Níger), cuyas juntas militares tras derrocar gobiernos procolonialistas han coincidido en expulsar de sus territorios las misiones militares de Francia, Estados Unidos y las Naciones Unidas, la actividad de las khatibas suscritas al Dáesh y al-Qaeda se incrementa mes tras mes.

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