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El 2 de noviembre último, tras nueve días de negociaciones en Pretoria (Sudáfrica), los representantes del Gobierno del Primer Ministro etíope, Abiy Ahmed, y el Frente Popular de Liberación de Tigray (TPLF) firmaron un acuerdo “para el cese de las hostilidades y la protección de los civiles”, tras la guerra que se había iniciado dos años antes.
La noticia apareció y se trató prácticamente sin trascendencia. Quizás porque involucraba a dos naciones africanas. Pero que un país, cualquiera que sea, detenga en el aeropuerto de su capital a una cincuentena de efectivos de un Estado vecino y que bajo cargos de espionaje los juzgue y les aplique condenas que van desde 20 años de prisión a pena de muerte, no es una cuestión menor.
Es difícil imaginar que alguien sobre la tierra no haya sabido del Mundial de Fútbol de Qatar 2022 que acaba de finalizar apenas una semana atrás. Quizás algunos pocos, muy pocos por cierto, desconozcan el resultado final y seguramente la enorme mayoría de los terrícolas hemos seguido las contingencias de más de uno de sus 64 partidos.
Si bien los insurgentes acordaron con Islamabad un alto el fuego en junio último, finalmente se canceló el pasado 28 de noviembre, dada la cantidad de violaciones que tuvo de ambos lados, por lo que el TTP ordenó a sus militantes recomenzar los ataques en todo Pakistán.
A casi dos meses de la violenta represión en N’Djamena, la capital de Chad, que dejó según el Gobierno 50 muertos, 300 heridos y 621 detenidos, mientras la oposición denuncia que son 200 los muertos, 300 heridos y unas 1.200 las detenciones, además de 83 menores que fueron liberados tras más de 40 días de encierro.
Algún dios terrible, la naturaleza o muy posiblemente el diablo, han sido extremadamente pródigos con esa geografía que hoy se conoce cómo República Democrática del Congo (RDC), a quien a cambio de sus infinitas riquezas, cobre, cobalto, coltán, oro, diamantes y un largo y extenuante etcétera, también le han otorgado de manera ubérrima devastación y muerte.
Hacia fines de noviembre el CENTCOM (Mando Central de los Estados Unidos, por sus siglas en inglés), reveló que a mediados de octubre último, en una acción no especificada en Dar´a en el sur de Siria, fue eliminado el emir del Dáesh Abu Hasan al-Hashimi al-Qurashi.
Nadie parece estar tomando conciencia del desastre humanitario que las intervenciones francesas en algunas de sus antiguas colonias africanas siguen provocando a diez años de su entrada en Mali.