Guadi Calvo

Artículos

Quizás pocos ejemplos mejores que Somalia para ejemplificar cuál es el resultado de las políticas humanitarias de los Estados Unidos imbuidos en el espíritu del “destino manifiesto”, algo así como un reciclado de la del “pueblo elegido” de los judíos, cuando deciden llevar sus principios de democracia, libertad y progreso a países a miles de kilómetros de sus fronteras y con culturas totalmente extrañas a su capacidad y voluntad de compresión.

El viernes 30, en horas de la noche, el capitán de artillería Ibrahim Traore, líder del movimiento que horas antes había derrocado al presidente, el teniente coronel Paul-Henri Damiba, informó en un mensaje televisado a los 21 millones de burkineses de las razones del golpe.

En el marco del empantanamiento de la contraofensiva rusa en Ucrania, conflicto que si aún no ha terminado con la victoria de Moscú solo se debe a los denodados esfuerzos de Estados Unidos y el séquito servil europeo, que a riesgo de pulverizar sus propias economías y llevar a sus pueblos a vivir consecuencias sociales inimaginables un año atrás, han acatado cada una de las acciones ordenadas por Washington para de una vez y por todas terminar con la posibilidad de un mundo multipolar.

El coronel Abdoulaye Maïga, primer ministro interino de Malí, en representación del gobierno de su país en su intervención ante el plenario general de las Naciones Unidas, el pasado sábado 24, acusó al Gobierno de Emmanuel Macron “de faltar a los valores morales universales y de haber traicionado la pesada herencia humanista de los filósofos de la Ilustración transformándose en una junta al servicio del oscurantismo”.

Un complejo mosaico de países, partidos políticos y organizaciones armadas, con intereses contrapuestos, enturbian cualquier posibilidad de establecer una paz duradera en Yemen.

En el marco del conflicto en Ucrania, y las devastadoras consecuencias que ha generado en Occidente, Estados Unidos, único responsable de la situación, ha mostrado que su única intención no solo es perpetuarse en búsqueda del desgaste ruso, sino ampliarlo mucho más allá de las fronteras europeas extendiéndose hasta el extremo Oriente, lo que claramente ha evidenciado la provocadora visita de la presidenta de la Cámara de Representantes norteamericana, Nancy Pelosi, a Taiwán a principios de agosto pasado, que ha prolongado en una anormal actividad de la marina norteamericana en el estrecho que separa la isla del territorio chino.

Pakistán se bate con las consecuencias de la monstruosa crisis climática que a la velocidad del rayo se cierne también sobre el resto del mundo, primero lidiando con olas de calor desconocidas que terminaron de manera brutal con la primavera, lo que causó un magro rendimiento de los cultivos e incrementó el derretimiento de sus glaciares. Todo ello combinado con la temporada de los monzones, que todavía no ha terminado, hicieron que este año las lluvias no solo fueran más extensas en el tiempo, sino también mucho más virulentas.

Un nuevo suceso ha vuelto a poner en vilo la realidad afgana y a reavivar la guerra que el Daesh Khorasan viene librando contra los talibanes desde que el grupo fundado por Abu Bakr al-Bagdadí, en 2014, logró instalarse en el norte de Afganistán, según la inteligencia iraní, con ayuda de la CIA, en 2015.

Somalia

Con una operación, ya clásica, del grupo fundamentalista somalí al-Shabaab, la franquicia de al-Qaeda en el cuerno de África, durante la noche del viernes 19, inmediatamente después del Magreb -la oración del atardecer- un grupo de sus muyahidines tomó el hotel Hayat, ubicado en pleno centro de Mogadiscio, la capital del país, tras lo que se inició el asedio de las tropas gubernamentales que se prolongó por unas 30 horas dejando un saldo de 21 muertos y 130 heridos.

Las sangrientas intervenciones norteamericanas, no importa en qué país, siempre, absolutamente siempre, apuntan a empeorar la situación por mala que fuera en su origen. Los ejemplos abundan y solo con ponernos un límite podríamos nombrar Somalia, Afganistán, Irak y Libia, aunque la lista podría extenderse en el mapamundi como un tsunami de sangre.

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