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Fuimos millones los que nos movilizamos el pasado jueves 12 de noviembre. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, obreros y empleados, trabajadores y desocupados, estudiantes y técnicos. No faltó nadie.
No es la primera vez que ocurre en América Latina. Lo vimos antes. A través de una “destitución parlamentaria” se derrocó en Paraguay a Fernando Lugo, y más recientemente, en Brasil, a Dilma Rousseff. En ambos casos –como ahora- se usó el mismo argumento: cambiar a un mandatario porque se le considera “incapacitado moralmente”. En las acciones golpistas, verdaderas mafias que encubren sus zafios propósito tras encumbradas palabras.
A pocos días del 3 de noviembre, cuando en los Estados Unidos la ciudadanía movilizada se disponga a elegir a un nuevo Mandatario de la Nación, bien vale recordar un hecho infausto. El pasado 30 de abril, hace exactamente seis meses, se produjo un atentado terrorista contra la sede de la embajada cubana en Washington.
Desde que, a poco de andar, el abogado Abanto descalificara a Martin Vizcarra llamándolo “Presidente casual”, resultó claro que el juego de la reacción se orientaba a lograr, por uno u otro camino, la vacancia de la Presidencia de la República y el establecimiento de una sucesión cualquiera.
Ponencia presentada a Simposio Internacional «90 años de su paso a la historia». Lima (Perú).
En homenaje a José Carlos Mariátegui, y al cumplirse 90 años de su deceso, tendrá lugar en Lima, entre el 22 y el 27 de septiembre, un Simposio Internacional en el que participarán destacados especialistas en la vida y obra del Amauta, del Perú y del exterior.


