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A la mitad de su mandato, el Presidente libra, entre muchas otras, todas importantes, dos batallas políticas de enorme trascendencia. Una, la reforma eléctrica que busca devolver a la nación la rectoría de la industria y del mercado eléctrico; y dos, poner límite a los privilegios y los abusos de la muy descompuesta burocracia dorada del Instituto Nacional Electoral (INE). Ambas batallas son duras y fragorosas.
Son muy claras y bien definidas las líneas de acción de la derecha mexicana en su esfuerzo por sacar a la Cuarta Transformación de Palacio Nacional. Una, el constante ataque mediático; y dos, el propósito de mantener y consolidar la alianza electoral de los partidos conservadores PAN, PRI y PRD.
Bien se conoce y reconoce que el padre del neoliberalismo mexicano es Carlos Salinas de Gortari. Otra forma de caracterizar al usurpador de la Presidencia de la República es reconocerlo como el más destacado jefe político de la derecha mexicana.
No hace falta mucha ciencia para entender que la privatización de los bienes públicos es la espina dorsal del neoliberalismo. Por eso puede afirmarse que en México se le ha roto el espinazo al neoliberalismo, pues desde la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República se terminó con la privatización de los bienes públicos.
De acuerdo con el aforismo político clásico, “el que pregunta no se equivoca”. Y para seleccionar al candidato de Morena a la Presidencia de la República en los comicios de 2024 el mejor método es preguntarle a la gente, a los ciudadanos con quién están sus preferencias y sus simpatías.

El presidente de la república ha enviado al Congreso de la Unión una iniciativa de reforma constitucional para devolverle al Estado la rectoría de la industria eléctrica. Contra esta iniciativa se han alzado las voces del conservadurismo que buscan frenarla o descarrilarla.
Ya es bien sabido pero vale la pena repetirlo: electoralmente hablando el conservadorismo cuenta con un tercio del padrón de votantes. A esta tercera parte del electorado nacional no le afecta ni le preocupa mucho que los tres partidos políticos que la representan estén en permanente crisis: desprestigiados, sin líderes competitivos, sin oferta ciudadana.
Se ha hecho público un nuevo caso de corrupción. Ahora se trata del Conacyt (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología), una institución gubernamental dedicada, en la letra, a brindar apoyos económicos a la investigación científica y tecnológica, lo que debe hacerse de acuerdo con determinadas normas internas y ciertos mecanismos de control.
En los tres años que restan al sexenio de López Obrador es mucho lo que el gobierno puede realizar. Y no hay duda de que ese mucho por hacer será hecho. Eso está muy claro tanto para el obradorismo como para el conservadurismo.
Un resultado inesperado y muy positivo de la catástrofe de la pandemia de covid ha sido la tremenda derrota del pensamiento anti vacunas anidado en la mente de millones de personas alrededor del mundo.