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Durante las varios decenios que perduró el dominio absoluto del régimen priista, los ideólogos, voceros y beneficiarios de ese sistema político solían decir: “En México los votos no se cuentan; se pesan”.
Es obvio que en el proceso político que culminó con el rechazo en el Congreso de la Unión de la reforma eléctrica obradorista la fuerzas de la derecha mostraron con crudeza su talante conservador, antinacional, pro empresarial y pro imperialista.
Hasta para el más superficial observador de la cosa pública mexicana es evidente que la llegada de López Obrador a Palacio Nacional significó el fin del ciclo perverso de las privatizaciones de los bienes públicos.
En vísperas del 19 de febrero, Día del Ejército, el Presidente de la República afirmó que no hay en México intentos de golpe de Estado. Y tiene razón. Actualmente no se vislumbran aprestos de un cuartelazo.
Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo decía Arquímedes. Ahora, modernamente, suele decirse “dame un enchufe”. O un conecte. O, también, tengo una palanca.
En tres años de gestión el gobierno de López Obrador ha entregado a la población mexicana nada menos que un billón de pesos, es decir, un millón de millones de pesos (un 1 con doce ceros: 1,000,000,000,000). Esa cantidad ha sido entregada sin contraprestación alguna.
En México la verdadera oposición al Presidente López Obrador no está en los cuatro partidos de la derecha (PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano). Esa oposición se encuentra principalmente en el Poder Judicial, los organismos autónomos y un amplio sector de los medios de comunicación.
Suman diez millones y medio los ancianos que reciben una pensión de casi dos mil pesos mensuales. Se trata de personas mayores de 65 años. La prestación se estableció en el año 2000 durante el gobierno de López Obrador en el entonces Distrito Federal. De modo que la pensión universal tiene ya una antigüedad de más de dos décadas.
Todavía es muy temprano para decir que en México el covid ha sido vencido. Pero es indudable que va a la baja. Está demostrado que la variante ómicron es mucho menos mortífera que las variantes precedentes. No es lo mismo enfermar de covid y tener altas probabilidades de morir que padecer el flagelo y salir vivo del trance.
El panorama para los críticos del Presidente no puede ser más desolador. Encuesta tras encuesta y elección tras elección es abrumador el respaldo de la ciudadanía a la persona y a las políticas de López Obrador.