Miguel Ángel Ferrer

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El panorama para los críticos del Presidente no puede ser más desolador. Encuesta tras encuesta y elección tras elección es abrumador el respaldo de la ciudadanía a la persona y a las políticas de López Obrador.

En las próximas semanas se conocerá el desenlace de una importante batalla política entre el obradorismo y el conservadurismo. Se trata del conflicto entre la antigua cúpula neoliberal del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) y una nueva dirigencia que no hace suya esa ideología elitista y antipopular.

A mediados del año 2024 los mexicanos acudirán a las urnas para elegir al sucesor del actual presidente de la república. Y, como es lógico, ya se mencionan algunos nombres. Pero todos los nombrados son de un mismo partido político: el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

México ya ha dado un gran primer paso para el establecimiento en un futuro cercano de la plena pensión universal.

Hace cien años aparecieron en España los primeros casos de una nueva enfermedad que por esta razón fue bautizada como influenza española.

A la mitad de su mandato, el Presidente libra, entre muchas otras, todas importantes, dos batallas políticas de enorme trascendencia. Una, la reforma eléctrica que busca devolver a la nación la rectoría de la industria y del mercado eléctrico; y dos, poner límite a los privilegios y los abusos de la muy descompuesta burocracia dorada del Instituto Nacional Electoral (INE). Ambas batallas son duras y fragorosas.

Son muy claras y bien definidas las líneas de acción de la derecha mexicana en su esfuerzo por sacar a la Cuarta Transformación de Palacio Nacional. Una, el constante ataque mediático; y dos, el propósito de mantener y consolidar la alianza electoral de los partidos conservadores PAN, PRI y PRD.

Bien se conoce y reconoce que el padre del neoliberalismo mexicano es Carlos Salinas de Gortari. Otra forma de caracterizar al usurpador de la Presidencia de la República es reconocerlo como el más destacado jefe político de la derecha mexicana.

No hace falta mucha ciencia para entender que la privatización de los bienes públicos es la espina dorsal del neoliberalismo. Por eso puede afirmarse que en México se le ha roto el espinazo al neoliberalismo, pues desde la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República se terminó con la privatización de los bienes públicos.

De acuerdo con el aforismo político clásico, “el que pregunta no se equivoca”. Y para seleccionar al candidato de Morena a la Presidencia de la República en los comicios de 2024 el mejor método es preguntarle a la gente, a los ciudadanos con quién están sus preferencias y sus simpatías.

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