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La fuerte y extendida resistencia a la reforma del Poder Judicial no tiene futuro. Carece de cualquier posibilidad de éxito. Esa oposición está condenada al fracaso tanto jurídica como políticamente. Norma Piña y sus secuaces se han metido en un callejón sin salida.
En un muy reciente informe público del Banco Mundial se afirma que en los últimos seis años han salido de la pobreza más de 5 millones de mexicanos. Esta afirmación es coincidente con la cifras de las instituciones nacionales en la materia.
Todo cuanto existe en la naturaleza y en la sociedad existe en cierta magnitud, y toda magnitud es susceptible de ser medida. Este aforismo científico es perfectamente aplicable al asunto del desempleo.
A tres meses del tránsito sexenal, las cosas marchan a pedir de boca tanto para el mandatario saliente como para la presidenta entrante. No se observan barruntos de tormenta ni en el ámbito económico ni en el campo político.
En unas cuantas semanas comenzará el proceso legislativo que habrá de culminar en la reforma del Poder Judicial, es decir, en el desmantelamiento del último baluarte en pie de la longeva dictadura priista, devenida en las últimas décadas en dictadura prianista.
Educación y salud para todos es la vía para el progreso. Pero para que sea para todos, es decir, universal, se requiere que ambas sean gratuitas. Dicho a la inversa, sin educación y salud gratuitas no es posible el progreso de una nación.
La obra de gobierno del presidente López Obrador ha sido monumental, grandiosa. Una verdadera revolución. Y así lo siente y reconoce la inmensa mayoría de los mexicanos.