Miguel Ángel Ferrer

Artículos

La designación de Leonardo Lomelí Vanegas como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es, indudablemente, una victoria de las fuerzas conservadoras del país. O, dicho de otro modo, un triunfo de los sectores neoliberales y privatizadores de los bienes públicos.

El fondo dinerario disponible en caja, y ya en uso, para paliar los severos daños materiales producidos por el huracán Otis en Acapulco y Coyuca de Benítez, ambas poblaciones del sureño estado de Guerrero, es de 60 mil millones de pesos (más o menos 3 mil millones de dólares).

De cara al inminente cambio de rector, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha empezado a moverse en una clara confrontación entre dos proyectos, entre dos ideas, entre dos conceptos de universidad.

Hace ya 30 años, a comienzos de los años 90, el gobierno neoliberal del infausto Ernesto Zedillo dio el primer gran paso para privatizar la educación pública. Reformó la Constitución para establecer que a partir de ese momento sólo en la educación básica (preescolar, primaria y secundaria) se mantendría la gratuidad.

Durante los 40 años de dominio planetario de la ideología neoliberal no hubo sociedad que no haya sido severamente dañada. Desde luego, México no fue la excepción.

A todos nos conviene recordar que el secuestro, la desaparición forzada y el presumible asesinato de los jóvenes estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa fueron planeados y ejecutados durante el gobierno priista de Enrique Peña Nieto.

El porvenir siempre es oscuro. Nadie sabe que nos depara. Pero para vislumbrarlo sirven los antecedentes, la historia, las biografías. Y en el caso de Claudia Sheinbaum es dable suponer que como presidenta de la república no volverá México a las políticas económicas neoliberales, esencialmente a las privatizaciones de los bienes públicos.

Desde los ya lejanos tiempos del rectorado de Jorge Carpizo se iniciaron los esfuerzos de privatización de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La oferta electoral de la derecha mexicana es veneno para sí misma. Ofrece, en primer término, cancelar los programas sociales que benefician a muchos millones de personas, entre adultos mayores, jóvenes, madres solteras y discapacitados.

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