Artículos
Pablo Semán (Buenos Aires, 1964) viene escribiendo hace años sobre el crecimiento de los grupos evangélicos y pentecostales.
Lo que pasó en las elecciones peruanas es quizás lo más parecido a la «tempestad en los Andes» anunciada por Luis E. Valcárcel en un libro ya clásico prologado por José Carlos Mariátegui. Atraído por la idea de «mito», Mariátegui terminaba escribiendo: «Y nada importa que para unos sean los hechos los que crean la profecía y para otros sea la profecía la que crea los hechos».
Las renuncia de los comandantes de las tres fuerzas, las dimisiones ministros y la crisis sanitaria configuran una nueva crisis múltiple en el gobierno de Bolsonaro, enfrentado al fantasma del impeachment. Todo esto tiene como contexto la vuelta al ruedo político de Lula da Silva.
En la ciudad de El Alto, la tarde del 19 de enero falleció Felipe Quispe Huanca, figura fundamental en la construcción política de la identidad aymara en Bolivia.
La victoria del Movimiento al Socialismo (MAS) con más de 55% de los votos habilitó una serie de interpretaciones sobre lo que realmente ocurrió en Bolivia desde la caída de Evo Morales en noviembre de 2019. ¿Qué pasó entonces? ¿Qué explica el fracaso del «gobierno de transición» y, más en general, anti-MAS? ¿Por qué Luis Arce pudo ganar con un porcentaje tan alto?
El triunfo de Luis Arce en primera vuelta sorprendió incluso dentro de las filas del MAS y confirmó el fracaso del “voto útil” en su contra. Ni siquiera unida la oposición hubiera logrado imponerse. Durante casi el año que duró el gobierno de Áñez, el MAS logró entender la nueva etapa, revisar sus propios errores y hasta generar nuevos liderazgos. Sin embargo, su gobierno no será nada fácil en un escenario regional posprogresista y una economía muy complicada.
América Latina se está convirtiendo en el nuevo epicentro de la pandemia. La llegada del coronavirus a los barrios marginales de la región amenaza con avivar los problemas políticos, económicos y sociales preexistentes. Con los matices propios de cada país, la crisis sanitaria podría pronto derivar en una realidad tan inestable como explosiva.
En estos años, Brasil experimentó profundos cambios políticos e ideológicos. De un ciclo de centroizquierda que había atraído simpatías más allá de sus fronteras y que fue considerado socialmente exitoso, pasó a un gobierno ubicado en la extrema derecha que sumó al negacionismo climático un negacionismo sobre la gravedad de la covid-19 y que dio la espalda a las recomendaciones internacionales.
La renuncia y salida al exilio de Evo Morales, en noviembre pasado, no solo acabó de manera repentina con el llamado «proceso de cambio» iniciado en 2005 sobre la estela del ciclo de movilizaciones abierto en 2000 y que tuvo su momento de mayor intensidad en la «guerra del gas» de 2003.