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La invasión de Ucrania está dando un nuevo impulso a un proceso que viene de lejos: la reescritura de la historia europea en unos términos impensables hasta hace bien poco.

La población debe ser engañada para que consienta o, por lo menos, no se oponga a la guerra

Ucrania forma parte y es prolegómeno de la guerra fría actual contra China en Asia Oriental.

Las sanciones occidentales contra Rusia son mucho más dañinas que el bloqueo ruso de puertos ucranianos para el anunciado incremento del hambre en el mundo

La OTAN justifica su vigencia en la necesidad de afrontar problemas por ella creados. Un repaso a una crisis de treinta años.

Desde el punto de vista de los intereses europeos, nada sería más sencillo que establecer estatutos de neutralidad y renunciar al despliegue de armas nucleares.

La transición energética es crucial, pero es imposible concebirla como una mera sustitución de energías fósiles por renovables

Para delimitar las responsabilidades del incremento de la tensión militar solo hay que fijarse en dos cosas: la iniciativa y la geografía.
La semana transcurrida entre el lunes 15 y el lunes 22 de marzo ha sido ejemplar. Ha retratado como pocas la pérdida de un tiempo precioso para hacer frente a lo que importa.

La doctrina de Bruselas hacia Pekín aprobada en octubre es esquizofrénica: una amalgama de hostilidad y estrecha relación. El gigante europeo es impotente a causa de su división interna y de su hipoteca transatlántica.