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Perú

Castillo, en el aire

Fuentes: Rebelión / CLAE

Muy lejos de poder salir de la crisis política que está instalada en el país desde antes de que asumiera su mandato, el presidente peruano Pedro Castillo presentó en la noche del martes su tercer gabinete en poco más de seis meses de gobierno, esta vez encabezado por Héctor Valer Pinto, un abogado de 62 años netamente conservador.

Valer  bosquejó un plan de gobierno que prevé recoger las promesas electorales de Castillo, su discurso de inauguración como Presidente y las aspiraciones de las diversas fuerzas políticas. Sobre la promesa de impulsar una Asamblea Constituyente, combatida vehementemente por políticos, medios de prensa y empresarios neoliberales, Valer señaló que el Gobierno hará una campaña para crear conciencia que cree el llamado momento constituyente 2026, cuando terminará la gestión de Castillo.

La ola de cuestionamientos que desde distintas posiciones recibe el nuevo gabinete de Castillo, puso en duda que reciba la indispensable confianza ratificatoria del Parlamento, mientras continúan los aprestos derechistas para encontrar una fórmula que viabilice el cese del mandatario, afectado por una grave crisis política generada por la hostilidad de sus opositores, pero también por errores propios.

Pero los cambios en los ministerios no trajeron calma para Castillo, porque de inmediato la bancada de Renovación Popular anunció que promoverá una moción de vacancia (destitución) contra el presidente debido a que se ha “burlado del país” y no tiene “competencias” para ocupar el cargo.

En un comunicado, RP señaló que Castillo “pone en riesgo la estabilidad económica y la seguridad nacional por sus decisiones de aprendiz de gobernante que terminarán por destruir nuestra nación (…) Se ha burlado del Perú desde su postulación al cargo más importante del país. No tiene las competencias ni una base mínima de conocimientos para estar al mando del gobierno”,

Ya a fines del año pasado la legisladora Patricia Chirinos, de Avanza País, presentó una moción de vacancia contra Castillo, pero no consiguió los votos necesarios para que pasara a ser debatida en el pleno del Congreso.

Debilitado por su escasa cintura política, sin un partido que lo apoye en forma monolítica y con un Congreso hostil, el dirigente magisterial de 52 años dio un nuevo golpe de timón y ante la renuncia de Mirtha Vásquez, quien hasta el lunes ejerció el cargo de presidenta del Consejo de Ministros, renovó su equipo de gobierno a cuyo frente designó a Héctor Valer Pinto, diputado por el partido de extrema derecha Renovación Popular.

A mediados del año pasado –tras declarar su apoyo a Castillo en la segunda vuelta– se fue del sector, pasó brevemente por el centroderechista Somos Perú y a comienzos de este año terminó formando su propia bancada bajo la denominación Perú Democrático, espacio que cuenta con siete legisladores, quizá decisivos en un enfrentamiento entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo.

Su nombramiento significó un notorio giro a la derecha. El primer presidente del Consejo fue Guido Bellido, del partido izquierdista Perú Libre, muy cercano al líder de este sector Vladimir Cerrón. Cuando las presiones lo llevaron a remover a Bellido, Castillo nominó a Vásquez, una abogada izquierdista que provenía del Frente Amplio, la coalición que impulsó la candidatura de Verónika Mendoza.

Para los analistas, la llegada de Valer Pinto confirma la falta de un rumbo claro del mandatario. Valer Pinto coincide con Castillo en ciertas posturas ideológicas; por ejemplo, en su total rechazo a las políticas de género. Valer Pinto hizo comentarios contra las políticas de igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres: en setiembre le dijo al parlamentario José Ventura que “se ponga falda” si quería pronunciarse en defensa de las mujeres.

Un optimista Valer Pinto dijo a la prensa que la crisis política en el país se había terminado y dejó entrever una posible ronda de contactos. “Las puertas de los ministerios estarán abiertas para conversar con todas las organizaciones sociales, pero los señores ministros me acompañarán a algunas visitas puntuales a algunos líderes políticos, económicos y sociales que hasta ahora se les ha ignorado”, adelantó.

Pero además del cambio en la jefatura del gabinete, Castillo hizo cambios en nueve ministerios: Cancillería, Defensa, Economía, Interior, Desarrollo Agrario, Energía y Minas, Mujer y Poblaciones Vulnerables, Ambiente y Cultura.

El más importante fue en Economía: Pedro Francke –designado porque inspiraba confianza en los mercados–resaltó la necesidad de fortalecer la lucha anticorrupción al renunciar. Para reemplazar a Francke, Castillo nombró al economista Óscar Graham Yamahuchi, un funcionario de larga data del Ministerio de Economía.

Asimismo, dos legisladores de Perú Libre fueron designados en dos carteras. El nuevo ministro de Ambiente será Wilber Supo Quisocala, un geógrafo de 31 años oriundo de la región andina de Puno, y Katy Ugarte Mamani, cusqueña de 50 años, ocupará la la cartera de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.

El tema de fondo

Juan de la Puente, director de Pata Amarilla, señala que el gobierno de Pedro Castillo se ha roto. Él sigue en el poder, pero su administración está en fojas cero. “Caído el gabinete, esta fase de la crisis confirma el fin del gobierno Castillo I inaugurado el 28 de julio de 2021. Lo que vendrá es nuevo, nuevo de novedad. Castillo II o Castillo 2.0 será otro gobierno”, afirma el abogado y politólogo.

.Las salidas de Avelino Guillén y Mirtha Vásquez, y las de otros ministros (as) que resumían la apertura del gobierno hacia los movimientos sociales, es también el fin de la coalición que desde octubre intentó mantener algunas propuestas de reforma en pie. Aislado en Palacio, con 28% de aprobación y rechazado por dos tercios del país, el presidente tiene poco margen de movimiento.

El tema de fondo, señala Jorge Agurto –director de Servindi-, es cómo las representaciones populares adquieren la capacidad de gobernar, de qué manera un sujeto político histórico puede conducir al país por un camino viable y democrático, que proteja los bienes comunes y defienda los intereses de las mayorías. Parta él, el Estado Nación y el sistema democrático formalmente vigente no es viable en el país y urge cambiarlo por un nuevo sistema edificado “desde abajo”.

Este nuevo poder, sería en esencia un «no poder» que debe cimentarse en el protagonismo y la autonomía de las comunidades y la libredeterminación de los pueblos indígenas u originarios.

Agurto señala que los sectores progresistas, sean o no de izquierda, no podrán satisfacer las necesidad de cambio estructural si no vuelcan su mirada a la realidad, se dedican a la docencia política, a la construcción programática y promueven la formación de dirigentes con valores, honestos y capaces.

Mariana Álvarez Orellana. Antropóloga, docente e investigadora peruana, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.