
El Gobierno ha decidido zambullirse en aguas turbulentas al aceptar que indultará a los soberanistas catalanes, provocando un maremágnum que se sentirá en las calles con la activación de las derechas. Pero un gesto tan contundente ya empieza a mostrar sus brotes verdes en las Cortes, donde se consolida la mayoría de investidura.