Ese terremoto político, que ha sacudido la política madrileña en las elecciones del 4 de mayo, es una réplica de las conmociones sociales que vienen padeciendo los sistemas liberales en todo el mundo, afectados por una duradera depresión económica desde hace ya 13 años.
Categoría: España
La noche del 4 de mayo hubo dos vencedoras: la irrefutable Isabel Díaz Ayuso y Mónica García, que adelantó al PSOE. Ambas tienen en común que ejercen de oposición.
Cambiar todo lo que se debe cambiar en la izquierda para ser de nuevo un caballo ganador no se resuelve con escabechinas de ocasión y de segunda mano, tan inútiles como injustas las más de las veces.
No siempre es la Historia más reciente la que puede provocar controversias. Hace un par de años me sentí obligado a matizar, en una red social, un comentario sobre la festividad del 2 de mayo. Determinadas posturas, supuestamente muy progresistas, pueden creer que no hay nada que celebrar en esta fecha. Siempre al margen de que la Comunidad de Madrid la tenga incorporada como su festividad autonómica.

“En Italia lo llamaron strategia della tensione”, escribió en Twitter el 1 de noviembre el entonces vicepresidente del Gobierno y diputado de Unidas Podemos, Pablo Iglesias. Se refería a los disturbios promovidos por la ultraderecha en el centro de Madrid -33 detenciones- y otras ciudades contra las restricciones de movilidad por la COVID.

Ambos países mantienen sólidas relaciones en el ámbito de Defensa. Además de las millonarias ventas de productos militares, España y Colombia exploran un posible acuerdo «recíproco» para clasificar información.

Pablo Iglesias asegura haberse «convertido en un chivo expiatorio que moviliza los afectos más oscuros y más contrarios a la democracia”. “Es evidente que a día de hoy, y estos resultados lo dejan claro, no contribuyo a sumar. Dejo todos mis cargos», anuncia el aún líder de Podemos.