Dieciséis botas militares, expresando la más vil cobardía, arrebataron la vida de cuatro niños del pueblo.
Dieciséis botas militares, expresando la más vil cobardía, arrebataron la vida de cuatro niños del pueblo.
En el mundo indígena peruano late la demanda autonómica
En un país donde el gobierno niega el racismo y desmantela las políticas destinadas a combatirlo, la democracia se vuelve cada vez más frágil. El negacionismo de la ultraderecha avanza mientras crece el desencanto social y cae la participación ciudadana. Frente a un Estado que retrocede y un campo popular desorientado, nombrar el racismo es un acto político urgente.
En Ecuador, antes de que comenzaran a utilizarse las categorías de nacionalidad y de Estado Plurinacional, para definir a los pueblos indígenas, se les denominaba runas, indios, campesinos, etc. No poca connotación racista tenían esos términos.
La trivialización del exterminio revela la farsa de la batalla por las narrativas, donde las vidas negras son moneda de cambio en un proyecto político que transforma el racismo estructural en una estrategia electoral.