Ante la evidencia de que los Estados, debilitados por la acción del tardocolonialismo financiero no podrán superar sanamente la conflictividad inevitable de la postpandemia, nos urge pensar en un nuevo modelo de Estado con equidad desconcentradora de riqueza, capaz de reconstruir las democracias y las repúblicas, asimilando las experiencias de nuestras accidentadas historias.