Es imprescindible saber distinguir la diferencia entre periodismo y propaganda.
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Las crisis que se desarrollan en el mundo moderno, implicaron siempre la indicación de un reseteo, o sea, un “reinicio del sistema”.
Una extensa biografía de Miguel Hernández se ha reeditado hace poco, trayendo nuevas luces sobre una humanidad enorme y de convicciones firmes.
Se está proyectando la película “Argentina 1985”, basada en los hechos reales que supusieron el enjuiciamiento de los criminales militares que impusieron una dictadura en aquel país en marzo de 1976 (por cierto, el entonces monarca Juan Carlos I ordenó que España fuese el primer país en reconocer el régimen de Videla).
La discusión sobre el origen, la magnitud y las consecuencias del calentamiento global no ha estado exenta de controversia. Tales divergencias han enriquecido la discusión, permitiendo superar múltiples discordias sobre aspectos fundamentales de los fenómenos bajo consideración y sus repercusiones.
La invasión rusa a Ucrania, ha evidenciado fragilidades estructurales en muchos países incluyendo el nuestro. Esto nos obliga a pensar y obrar estratégicamente en cuanto al desarrollo nacional. Por nuestra dependencia sin soberanía, estamos atados y subordinados a las decisiones de países dominantes, que nos hacen pagar los costos de sus supremacías. Defender este sistema es mucho más que masoquismo. Veamos.
Últimamente en las redes sociales, en las animadas conversaciones que van de internet a las sobremesas y de las charlas de amigos a las tertulias televisivas, noto crecer la rabia, un crepitar inmoderado, una indignación largamente macerada hacia esos grupos de gente que vive desgajada de los límites y de las intemperies, llevando una existencia injustificable, insostenible y a todas luces insultante lejos del democrático miedo a no llegar a fin de mes, a no tener acceso si quiera a lo imprescindible después de haber peleado tanto.
Investigadores del Conicet y de tres universidades confirmaron, por primera vez, que los herbicidas glifosato y glufosinato de amonio se mezclan con facilidad en el ambiente y generan un nuevo contaminante. Producen severas consecuencias en los anfibios (indicador de lo que podría pasar en humanos). El glufosinato, prohibido en la Unión Europea, se utiliza en el trigo transgénico.