Esta semana, para la mayoría de los miembros de Mercosur su atracción con la Unión Europea (UE) paso de grato escarceo a saborear el trago amargo de un cóctel compuesto de decepción, desprecio e incertidumbre. Antes que los británicos votaron por salirse de la Unión Europea, los delegados de este bloque habían pateado el hígado […]
Esta semana, para la mayoría de los miembros de Mercosur su atracción con la Unión Europea (UE) paso de grato escarceo a saborear el trago amargo de un cóctel compuesto de decepción, desprecio e incertidumbre.
Antes que los británicos votaron por salirse de la Unión Europea, los delegados de este bloque habían pateado el hígado de los representantes más entusiastas para que el Mercosur firme un Tratado de Libre Comercio (TLC) con los europeos, que no logran fructificar desde 1994.
Más allá de hablar de los listados de productos presentados por los países del Mercosur, los delegados europeos propusieron revisar todo desde el principio. Tiraron la pelota, el balón, bien fuerte y para afuera. Y plantearon algo que hasta sorprendió a varios delegados de países mercosureños -uruguayos, brasileños, argentinos, paraguayos- en la sede montevideana, al asomar -sin pudor alguno- la apetencia de apropiarse de las empresas estatales de nuestros países.
Y después llegó al Brexit que, quizá afecte a América latina pero anticipa ningún tipo de desastre económico para la región, como sí sería la suscripción de un TLC con la UE. Sobre todo pone de manifiesto la necesidad de replantear la relación con la UE. El Reino Unido no es un importante socio comercial para los países de Latinoamérica, y hasta ahora, por pertenecer a la Unión Europea, sostenía un TLC con Centroamérica, Colombia, Perú y México.
Según algunos analistas, para la región no se avecina ningún tipo de desastre económico o comercial, sí que sufrirá algunos coletazos (la revalorización del dólar, sobre todo) y en especial hay necesidad de replantear la relación con los socios del otro lado del Atlántico.
El golpe parece que va a ser más coyuntural (revalorización del dólar, caída de las bolsas, inestabilidad en los mercados),por la incertidumbre con relación al futuro político y económico de la UE y Reino Unido. Un dólar apreciado es un problema para El Salvador o Ecuador -con economías dolarizadas- porque vuelve más caras las exportaciones. Otro factor que puede afectar en el Ecuador es una caída en el precio internacional del petróleo.
Para el gobierno argentino, el Brexit es pésimo para el mundo globalizado y una mala señal para la Argentina. «Cuando nosotros nos estamos abriendo, ellos se cierran. Además, se vienen para atrás todos los acuerdos firmados con la UE», señaló un alto funcionario de la cancillería. El diagnóstico oficial es claro: «El mundo crece con las integraciones y esto es una desintegración». Aunque este mensaje no deja de ser contradictorio con el mensaje que viene proclamando las ventajas del libre comercio y la flexibilización el Mercosur
Más allá de las manipulaciones de las últimas semanas en el marco de los organismos regionales y panamericanos, el escenario planteado desde el referendo en Gran Bretaña, quiérase o no, golpeará insospechadamente al Mercosur. Hoy, los presidentes del Mercosur tendrán que pensar en un marco de enorme incertidumbre internacional que golpeará fuertemente a los países periféricos, la necesidad de dar muestras de tranquilidad, comprensión y dominio de la situación.
De cara a una programada Cumbre del Mercosur y los sabotajes sistemáticos de la delegación paraguaya para impedir que la presidencia pro-témpore pase -como corresponde- a Venezuela, les costará dar muestras de normalidad , unidad y continuidad. Lo peor que pueda pasar es que la máxima instancia del bloque regional quede sin iniciativa.
Si todo marchara dentro de lo «normal» Venezuela tendría la obligación de tomar a cargo la coordinación regional en un marco lleno de interrogantes concretos no solucionables con meras palabras, con el fin de sostener la unidad de la región para defenderse ante la crisis internacional.
Si se trata de comprender y se sabe adonde se va, hay que mantener ahora firme el timón. Que otros solo atinen a correr a los salvavidas no es extraño.
El divorcio y su repercusión en la región
El divorcio, basado en un presunto excesivo control centralizado, mostró algunos efectos en la región: Las monedas de los países grandes de la región se depreciaron, y también las bolsas de valores, desde México a Brasil y Chile. El quiebre de la tendencia globalizadora ha tenido un impacto profundo, tanto por lo inesperado de la acción, como por lo esperado de sus efectos.
Sin duda, sin Gran Bretaña, el resto de Europa se volverá más proteccionista, y especialmente respecto de los productos que América Latina vende y quiere vender. La tendencia a cerrar los mercados agrícolas y de otras materias primas se agravará. Algunos analistas alertan sobre la repetición de la desglobalización de los años 1930s, cuando todos los países «avanzados» se encerraron y crearon caos y pobreza en América latina.
Habrá menos flujos de capital y a costos más altos debido a mayores riesgos percibidos en la economía internacional. Londres perderá importancia como centro financiero, y otros lugares, sea en Europa o fuera de ella, demorarán para tomar su lugar. Más aun, legalmente, la mayor parte de los flujos de inversión extranjera a la región vienen desde Europa. Ello no cesará pero se complicará.
Se supone que las fuerzas aislacionistas de Europa tomarán un lamentable impulso, que tendrá un impacto directo sobre la presencia de latinoamericanos y de remesas a la región.
En materia comercial, el Reino Unido fue en 2015 el decimoquinto comprador de productos centroamericanos (US$385,2 millones, frutas tropicales en un alto porcentaje), si bien viene en bajada desde 2011 (cuando exportó US$437,5 millones), lo que supone el 1,37 % de las exportaciones centroamericanas, que el pasado año estuvieron valoradas en US$28.043 millones.
Brasil exporta a Gran Bretaña bienes y servicios por unos 4.000 millones de dólares anuales e importa por valor de 4.200 millones. Las exportaciones totales de Brasil antes de la crisis sumaban unos 225.000 millones de dólares (2014) y las importaciones, 240.000 (2014). La participación de Gran Bretaña en las importaciones brasileñas se sitúa por lo tanto en solo el 1,66 por ciento. Como destino de las exportaciones brasileñas, Gran Bretaña tiene una participación solo levemente mayor: 1,86 por ciento. Algo similar pasa con México,
Por su parte, el ministro de Hacienda chileno Rodrigo Valdés salió a explicar que su país deberá llegar a un nuevo acuerdo con Reino Unido. Las exportaciones de Chile al Reino Unido sólo corresponden el 1% del total. Las ventas colombianos hacia el Reino Unido tan solo representan el 2% del total de envíos, pero, la Unión Europea es el segundo socio comercial de Colombia, con cerca del 17% de las ventas externas (US$1.538 millones).
Argentina está preocupada por la desconexión de Gran Bretaña puede retrasar el repunte de la economía argentina por la bajada en el precio de las materias primas y el encarecimiento del costo de financiamiento para el Gobierno y las empresas. El presidente boliviano Evo Morales también se mostró preocupado por las consecuencias sobre el precio de las materias primas.
En este escenario, lo peor que puede hacer la elite dirigente del Mercosur es desintegrarse lanzándose a un mundo donde se cierran las murallas y las potencias te tratan de manera subordinada. Es un reto y una oportunidad para la integración, se necesita un liderazgo a la altura de esta exigencia, pero parece que con la propensión al vasallaje de Macri en Argentina, el rol de procónsul de Cartes en Paraguay, la ambigüedad del canciller Nin Novoa en Uruguay y la miopía de un ilegítimo binomio Temer/Serra, Mercosur no tiene Norte… y menos Sur