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Crisis civilizatoria, resistencia y utopías

Fuentes: Rebelión

A lo largo de la historia de la humanidad hemos vivido muchas crisis. La actual no es la primera ni será la última.

El problema está en cómo encararla y no morir en el intento. Y, no en un sentido figurado. Muchas luchadoras sociales y ambientales han perdido su vida por denunciar precisamente la actual crisis. Como Berta Cáceres en Honduras o Marielle Franco en Brasil.

Renan Vega Cantor, un pensador crítico colombiano ha definido “crisis civilizatoria”. La traemos a colación para plantearnos esta breve reflexión, en la cual a pesar de todo seguimos en la resistencia ante el orden vigente y no renunciamos a la utopía de un mundo mejor, un mundo de amor.

“La noción de crisis civilizatoria es importante porque con ella se quiere enfatizar que estamos asistiendo al agotamiento de un modelo de organización económica, productiva y social, con sus respectivas expresiones en el ámbito ideológico, simbólico y cultural”.

El núcleo de esta reflexión es la cuestión del agotamiento.

“Esa crisis civilizatoria señala las terribles consecuencias de la producción de mercancías que se ha hecho universal en los últimos 25 años con el objetivo de acumular ganancias para los capitalistas de todo el mundo y que sólo es posible con el gasto exacerbado de materiales y energía”.

Este concepto de crisis civilizatoria nos plantea la cuestión de forma radical, con eso queremos decir que se va a la raíz de la cuestión y no solo se queda en lo superficial. Es el modo de producción capitalista que explota hasta su destrucción incluso a sus propias fuentes de riqueza. A tal punto de hacer insostenible esta forma de estar en el mundo. Es decir, se hace necesario cambiarla.

La resistencia es fundamental en un escenario no tan benevolente para la afirmación de nuestras vidas. Esta resistencia va en dos dimensiones. Por un lado, teniendo en cuenta las condiciones para la sobrevivencia, resistir es oponerse a la violencia del orden vigente, es rechazar lo dado y luchar por lo distinto. Resistir, por otro lado, es no claudicar ante el funcionalismo para dejar de pensar críticamente y alistarse a las filas de lo políticamente correcto.

Solo nos queda la utopía en el horizonte. La utopía de otro mundo posible donde haya espacio para la pluralidad. La utopía del amor. Como lo planteó bell hooks, “cuando amamos nos expresamos de una manera franca y clara cuidado, afecto, responsabilidad, respeto, compromiso y confianza” o como diría Frei Betto, “el socialismo es el nombre político del amor”.

Ante la crisis civilizatoria solo nos queda resistir y luchar por nuestras utopías.

Abdiel Rodríguez Reyes. Profesor de Filosofía en la Universidad de Panamá

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.