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Economía turca: la crisis como forma de gobierno

Fuentes: CADTM [Foto: Şinasi Müldür]

Consideradas por numerosos grandes medios a nivel internacional como las elecciones más decisivas del año a nivel mundial por sus repercusiones a nivel internacional, las elecciones turcas abrían la vía hacia un posible fin de la era Erdogan tras 20 años de gobierno. Más allá de su impacto sobre los equilibrios geopolíticos, a nivel interno, la elevada expectación y la tensión que se formaron en torno a estas elecciones reflejaban la multiplicidad de crisis que atraviesa el país. En primer lugar una crisis de inflación, que ha ido alcanzando cotas fuera de control, que desde finales de 2018 sobrepasa el 20% y desde finales de 2021 ha dado un salto hasta el 90%, y que en los últimos meses se sitúa de nuevo en torno al 40%.

Ilustración 1: Niveles de inflación en Turquía entre 2013 y 2023. Fuente: Trading Economics

En segundo lugar, una crisis del sistema político y de representación, que se fue acelerando en la última década desde las protestas Gezi y especialmente a partir de las reformas políticas de 2015 que concentraron el poder en la presidencia y el golpe fallido en 2015por parte dela facción encabezada por Fethullah Gülen, que abrió la puerta a que Erdogan entrase en una espiral represiva y autoritaria.

En tercer lugar, una crisis humanitaria, tras el terremoto del 6 de febrero de 2023,que asoló principalmente las provincias de Hatay, Kahramanmaraş y Adıyamanen el sur del país, dejando a al menos 50.000 personas muertas y dos millones de personas desplazadas tras el colapso de en torno a 350.000 viviendas. Esta catástrofe también ha dejado un agujero en la economía turca equivalente al 9% de su PIB.El gobierno tuvo una responsabilidad directa en la magnitud del daño producido por el terremoto. Por una parte, en tanto en cuanto facilitó la dispensa de certificaciones de seguridad sísmica para los edificios en zonas sensibles. Por la otra, las negligencias en la gestión de los medios disponibles impidió el rescate y la acción humanitaria de manera eficiente, condenando a cientos, quizá miles de personas, a morir bajo los escombros.

La combinación de estas crisis ofrecía un escenario propicio para que la coalición opositora encabezada por Kemal Kilicdaroglu, fruto de un acuerdo inédito entre seis partidos, arrinconase a Erdogan con un programa de restauración de la normalidad democrática y de la estabilización económica y monetaria. Sin embargo, esta coalición no fue capaz de sumar votos para alcanzar una mayoría decisiva que compensase además los casos de robo de votos que se produjeron en algunos colegios electorales.

Por su parte, el capital internacional también mantuvo unas altas expectativas sobre los resultados de estas elecciones, y en la que la continuidad de Erdogan era percibida como un peligro para las presentes y futuras inversiones en Turquía [1]. Su victoria fue respondida en los mercados con una caída del valor de la lira turca con respecto al dólar y de un crecimiento acelerado de la prima de riesgo turca, mponiendo en aprietos la refinanciación de la deuda externa. Erdogan ha prometido medidas para atajar la inflación y compensar los déficits en la balanza comercial. En este sentido, el nombramiento de Mehmet Sismek como ministro de finanzas pretende mandar una señal de un retorno a una política más ortodoxa en materia monetaria. A tenor del as opiniones recogidas en diarios financieros como el Financial Times, este nombramiento parece estar lejos de ser suficiente para convencer a los actores financieros internacionales acerca de una estabilización a corto-medio plazo [2].

Ilustración 2: Tipo de cambio Lira turca – Dólar 2013 – 2023. Fuente: Trading Economics

Las incertidumbres y tensiones en torno al futuro de la economía turca son el correlato de 8 años de crecimiento impulsado a base de inyección monetaria que han marcado el ocaso del ciclo económico que permitió a Erdogan consolidar su figura política. El milagro económico turco en la década de 2000 combinó políticas neoliberales y una apertura acelerada a la inversión extranjera. La introducción de políticas neoliberales comenzó ya en los años 80 y 90, aunque de manera lenta y tortuosa, en un contexto de fuertes enfrentamientos de clase y fuerte nivel de organización sindical. Dos eventos facilitaron que se pisase el acelerador de las reformas. Por una parte el gobierno de Ecevit firmó un memorándum con el FMI en 1998 en el que se comprometía a atajar la inflación y el déficit público. Por otro lado, su gestión tras el terremoto de 1999 y la crisis económica de 2001 abrieron la vía para la victoria del AKP encabezado por Erdogan. Éste asumió el gobierno combinando un proyecto desarrollista para la recuperación tras el terremoto con el aterrizaje de las reformas neoliberales y de privatización. La implementación de las políticas neoliberales condujo en un momento a un pico en los niveles de deuda pública, que fue la base sobre la cual se aplicarían posteriormente las políticas de ajuste.

Ilustración 3: Relación de la deuda pública turca sobre el PIB. Fuente: Trading Economics

Ilustración 4: Nivel del PIB de Turquía en miles millones de dólares. Fuente: Trading Economics

Como podemos observar en la ilustración número 3, a partir del 2001, la economía turca experimentó un crecimiento acelerado. Sin embargo, este crecimiento fue tan fulgurante como desigual, y la parte de los salarios fue perdiendo peso en el PIB. La caída de los salarios le ha permitido desarrollar algunos sectores manufactureros e industriales de artículos de consumo. Parte de la entrada del capital extranjero fue canalizada a suplir este estancamiento salarial mediante créditos para mantener el consumo. Así, el endeudamiento de los hogares está en correlación directa con el despegue de la economía. Dicho de otro modo, la perdida de salarios se corrigió mediante un “arreglo financiero”, que condujo financiarizacion de la vida de las clases populares.

Ilustración 5: Niveles de deuda de los hogares en Turquía sobre el PIB. Fuente: Trading Economics

Por otro lado, se encontró una solución a esta dinámica mediante el arreglo financiero mediante la atracción de capitales extranjeros. Como muestra la ilustración número 6, las políticas de desarrollo fueron alimentadas en buena medida mediante la inversión desde el extranjero, en particular durante la segunda mitad de los 2000, y coincidente con otras cifras, descendió a estar entre el 1.5 y 2% a partir de 2010.

Ilustración 6: Inversión extranjera directa en Turquía, % sobre el PIB. Fuente: OCDE

Un segundo elemento que nos permite ilustrar algunos trazos característicos del modelo económico impulsado por Erdogan fue el del desarrollo del sector de la construcción. Este sector se benefició igualmente de la entrada de capital extranjero, en particular de países del golfo pérsico, que impulsaron el desarrollo del sector financiero turco y del cual se nutrió tanto el endeudamiento privado para el consumo como el desarrollo inmobiliario y de infraestructuras. De nuevo, bajo las premisas del marco conceptual de Harvey, Turquía actuó como arreglo espacial del capital excedente de los países del golfo, al menos hasta el año 2015.

Ilustración 7: Parte de los sectores inmobiliario y de la construcción sobre el total del PIB de Turquía. Fuente: Elaboración propia a partir de Turkstat

Como indicamos en la introducción a este texto, el terremoto del 6 de febrero de 2023 no sólo fue un catástrofe humanitaria y para la economía turca, sino que además cristalizó los mecanismos sobre los cuales se ha desarrollado la acumulación de capital en las últimas dos décadas en Turquía. La caída de muchas de las viviendas durante el terremoto está relacionado con la ya tristemente célebre dispensa de certificados de seguridad sísmica mediante el pago de una multa, que tuvo como objetivo flexibilizar y facilitar la construcción de viviendas. Pero estos mecanismos van más allá. El boom inmobiliario y de infraestructuras en Turquía también cristaliza e ilustra las relaciones entre el sector financiero, la construcción y el aparato estatal como facilitador e incluso partícipe en estas inversiones. Entes financieros públicos están presentes en grandes proyectos de inversión de grandes infraestructuras como el Canal de Estambul, que prevé ampliar la capacidad de paso de barcos de mercancías que ahora atraviesan el Bósforo, y que está financiado por fondos provenientes de Qatar.

De forma similar a otros países intermedios, su economía se resintió a partir de 2015, momento en el que las crisis bancarias en EEUU y la UE habían sido superadas y constituyeron de nuevo espacios económicos atractivos para invertir. La respuesta del gobierno turco se centró en impulsar políticas monetarias expansivas, que permitiesen así hacer fluir crédito a las empresas locales, lo cual permitió mantener los niveles de crecimiento. Sin embargo, el carácter subalterno y dependiente de la economía turca impide mantener unos equilibrios basados en la gestión de las políticas monetarias. A diferencia de otras monedas como el dólar, que es moneda de referencia mundial y por ende tiende a operar ajustes a nivel mundial en favor de los EEUU, y el euro, que también lleva acabo estos ajustes a nivel mundial así como a sus periferias internas, la expansión monetaria en Turquía se repercutió directamente un crecimiento de la inflación yen el debilitamiento dela lira turca.

Ilustración 8: Turquía – Balanza comercial en millones de dólares. Fuente: Trading Economics

La política económica del ejecutivo turco estuvo así sujeta en los últimos años a las contradicciones relativas a la evitación de la recesión y un creciente déficit de la balanza comercial (Ilustración 8). El ejemplo que nos brinda el caso de Erdogan es el de adaptarse a las situaciones de crisis para integrarlas a su forma de gobierno. Más allá de tensar la cuerda mediante políticas monetarias expansivas, Erdogan ha intensificado su apuesta por un discurso nacionalista que presenta a Turquía como un actor geopolítico fundamental. En un contexto internacional crecientemente inestable, Erdogan se ha acomodado a la incómoda situación de gestionar las tensiones entre diferentes imperialismos en torno al Oriente medio, siendo socio tanto de EEUU y la UE como de Rusia, y presentándose como un actor primordial en los conflictos que han asolado Siria e Irak en la última década. Este movimiento le ha generado una legitimidad de cara a estos diferentes poderes que sin lugar a dudas ha aliviado la presión que poderes económicos internacionales, tanto capitales privados como instituciones como el FMI hubiesen podido ejercer en otro contexto. A nivel interno, la aspiración a convertirse en una suerte de imperio regional se ha acompañado de una creciente represión al pueblo kurdo y su principal expresión política, el partido HDP, las diferentes minorías, así como de diferentes expresiones de disidencia política.

Teniendo en cuenta los elementos estructurales de la economía turca y el modelo de gestión de neoliberalismo autoritario en el que Erdogan se ha instalado, podemos plantear algunas hipótesis de hacia dónde va a conducir su política en este próximo mandato. En primer lugar, sus primeros gestos tras la victoria han sido contradictorios. Por una parte, sus declaraciones en estos primeros días tras su victoria han incidido en la recuperación del nivel de vida, y la inercia del papel que el Estado ha estado jugando en la economía y del que dependen muchas empresas, indican que Erdogan va a buscar la continuidad de la política basada en el gasto. Los indicios en torno a la continuidad de esta política han propiciado que la depreciación de la lira turca se haya acelerado desde el 28 de mayo de 2023. Por otro lado, el perfil del recientemente nombrado ministro de finanzas, constituyen gestos hacia los capitales extranjeros y el FMI sobre una vuelta a políticas que se encuadren en la ortodoxia neoclásica. Segundo, una vuelta radical a estas políticas llevaría a la economía turca a una crisis sin precedentes. Así, a pesar de haber ganado las elecciones presidenciales y haber mantenido una mayoría suficiente en las legislativas para seguir gobernando con el partido de extrema derecha MHP, es probable que espere a las elecciones municipales de 2024 para poder afirmar su dominio en la política turca y poder desarrollar una política centrada en el ajuste. Tercero, una posibilidad de aunar una política de apoyo del Estado a la economía con un ajuste monetario obligaría al gobierno turco de aumentar su endeudamiento. Cuarto, un cambio hacia las políticas de ajuste se repercutiría inevitablemente en su base social y electoral, constituida parcialmente por población de rentas bajas de zonas rurales. Teniendo en cuenta el perfil autoritario que ha adquirido su gobierno en la última década, y bajo la presión de cohesionar su base social, es de esperar que Erdogan intensifique su retórica nacionalista y religiosa y desarrolle una política de guerra civil, incrementando la represión contra el pueblo kurdo (tanto en Turquía como en Siria), así como de los movimientos que intenten resistir a cualquier ataque a sus derechos cívicos, políticos o sociales. Como reza el título de este artículo, frente a las contradicciones que el capitalismo presenta en Turquía, Erdogan nos brinda un ejemplo de la evolución del neoliberalismo hace de la crisis y el autoritarismo su forma de gobierno.

Notas:

[1https://www.nytimes.com/2023/06/02/business/economy/turkey-economy-erdogan-inflation.html

[2https://www.ft.com/content/d992628b-76e7-4738-90fa-9b061b6d9221

Fuente: http://www.cadtm.org/Economia-turca-la-crisis-como-forma-de-gobierno